Jungkook sintió que su corazón se desvanecía mientras se alejaba de la finca, un lugar que se había convertido en un constante recordatorio de su incapacidad y sufrimiento. A medida que se adentraba en el pueblo, el bullicio lo envolvió como un manto acogedor. Aquí, entre las calles abarrotadas y las sonrisas ajenas, creía que podría encontrar un respiro, una forma de olvidar el peso de su vida en la granja.
Al principio, vagó sin rumbo, perdido entre los rostros de desconocidos que se movían con facilidad, riendo y compartiendo. Pero su estómago rugía con hambre, y pronto se encontró en un pequeño bar, un lugar oscuro donde el aroma de comida y alcohol llenaba el aire. Se sentó en una mesa al fondo, sintiendo cómo el ambiente lo abrazaba y le ofrecía un respiro de la dolorosa realidad que había dejado atrás.
Unos alfas, notando su presencia, se acercaron. Eran ruidosos, llenos de energía, y aunque Jungkook era consciente de que no eran los mejores compañeros, su necesidad de pertenecer lo llevó a aceptar sus sonrisas y sus bromas.
-¡Oye, chico! -gritó uno de ellos, un alfa alto y musculoso con una risa estruendosa-. ¿Qué haces aquí solo? Ven, únete a nosotros.
Jungkook sintió una chispa de alivio al ser incluido. La risa y el bullicio lo envolvieron, y por un momento, se olvidó de su dolor. Los alfas le ofrecieron comida, cervezas y, con cada sorbo, la risa se sentía un poco más real. Pero esa sensación de alivio se desvaneció rápidamente cuando notó la mirada de algunos de ellos, una mezcla de deseo y burla que le hizo sentir incómodo.
Sin embargo, la necesidad de sentirse aceptado lo empujó a permanecer, a dejar que la noche avanzara. Pero las cosas comenzaron a tornarse diferentes cuando los alfas se acercaron más, sus sonrisas dejando de ser amistosas y transformándose en algo más posesivo.
-¿Te gustaría pasar un buen rato con nosotros, pequeño? -preguntó otro alfa, de cabello oscuro y ojos brillantes, acercándose demasiado a su espacio personal.
Jungkook sintió un escalofrío recorrerle la espalda. -No, gracias -respondió, tratando de mantener la voz firme, aunque la ansiedad comenzaba a apoderarse de él.
-Vamos, no seas tímido. Sabemos que no tienes a dónde ir. Te podemos dar todo lo que quieras -dijo el alfa, acercándose aún más, su aliento cargado de alcohol.
Jungkook intentó levantarse, pero ellos lo retuvieron, sus manos agarrándolo con fuerza. -No necesito nada de ustedes -insistió, pero su voz temblaba, reflejando el miedo que comenzaba a crecer en su interior.
La risa de los alfas se tornó burlona, y mientras uno de ellos le ofrecía un trago más, Jungkook sintió que se le escapaba el control. Sin embargo, antes de que pudiera reaccionar, la puerta del bar se abrió de golpe, y un trabajador de la granja de Taehyung, Hoseok, entró.
-¡Jungkook! -gritó, su voz resonando con preocupación-. ¿Qué demonios estás haciendo aquí?
La mirada de Hoseok se encontró con la de Jungkook, y de inmediato, el ambiente se tensó. Los alfas, al ver que alguien conocido entraba en la escena, se retiraron un poco, pero la intimidación no se desvaneció.
-No estoy haciendo nada -dijo Jungkook, sintiendo el peso de la vergüenza sobre sus hombros.
-¿Nada? ¿Te están reteniendo aquí? -preguntó Hoseok, su voz subiendo de tono-. Esto no es un lugar seguro para ti.
Los alfas, ahora sintiéndose amenazados, comenzaron a reír de manera nerviosa, pero Jungkook sabía que su situación era frágil. Al ver que Hoseok avanzaba hacia él, se levantó de la silla, sintiendo que el impulso de su amigo le daba la fuerza que necesitaba.
-Déjame en paz -dijo Jungkook, sintiéndose dividido entre la necesidad de permanecer y la urgencia de salir de allí.
Hoseok, al ver el estado de Jungkook, se acercó rápidamente, colocando una mano en su hombro. -Vamos, Jungkook. Te llevo de vuelta. Esto no es un lugar para que tú estés.
El alivio recorrió su cuerpo al sentir el contacto de Hoseok, y aunque sabía que debería ser más fuerte, no podía evitar que las lágrimas comenzaran a brotar de sus ojos. En ese momento, se sintió como un niño perdido, alguien que había estado buscando un hogar pero solo había encontrado más dolor.
-¿Qué están esperando? -dijo Hoseok a los alfas, con una mirada que dejó claro que no toleraría ningún juego-. Suelten a Jungkook, o les juro que se arrepentirán.
Los alfas, aunque renuentes, se apartaron, dejando a Jungkook con un sentimiento de vulnerabilidad. Se sintió avergonzado, sintiéndose pequeño y frágil en un mundo que parecía tan cruel.
-¿Estás bien? -preguntó Hoseok mientras lo guiaba hacia la salida. Jungkook solo pudo asentar, incapaz de articular palabras en medio del remolino de emociones que lo envolvía.
A medida que se alejaban del bar, Jungkook sintió que el aire fresco de la noche le llenaba los pulmones, pero también había un peso en su pecho, una sensación de haber perdido algo más en el proceso. La distancia que había intentado poner entre él y su dolor solo había resultado en un caos aún mayor.
Cuando finalmente llegaron a la granja, el silencio era abrumador. Jungkook sabía que Taehyung lo estaría esperando, que las preguntas y la decepción lo recibirían como una ola de frío. Pero en ese momento, mientras la noche caía sobre ellos, solo podía desear que, tal vez, esta vez, podría encontrar la fuerza para enfrentar lo que había dejado atrás.
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DESTINY
FanfictionJungkook siempre vivió una vida de comodidades, hasta que sus padres lo vendieron para cubrir sus deudas. Ahora se encuentra en la casa de Taehyung, un exmilitar frío y autoritario, lejos de todo lo que conocía.