XXVII

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El día siguiente fue sombrío para Jungkook, aunque el sol brillaba con fuerza en el cielo. Cada paso que daba hacia la finca estaba lleno de incertidumbre y ansiedad, recordándole la noche que había pasado en el departamento de Hoseok. Su mente no podía evitar recordar las tímidas risas, la libertad temporal, pero sobre todo, el hecho de que había escapado.

Cuando cruzó la puerta de la granja, fue recibido por el aroma familiar de manzanas y especias. Se detuvo en el umbral, el corazón latiendo con fuerza en su pecho. La escena que se presentaba ante él era demasiado perfecta, demasiado normal. Haejin estaba en la cocina, riendo mientras cortaba manzanas, y Taehyung, con un delantal atado a la cintura, parecía disfrutar del momento, burlándose de las travesuras de la omega.

—¡Mira esto, Taehyung! —exclamó Haejin, levantando una rodaja de manzana como si fuera un trofeo—. ¿No son hermosas?

La risa de Taehyung resonaba en la cocina, una risa que Jungkook había anhelado escuchar, pero que ahora solo le provocaba un nudo en el estómago. Era como si estuviera viendo una escena de una película donde él no tenía cabida, y la vida seguía sin él.

—¡Jungkook, estamos haciendo pay con manzanas de mi huerto! — dijo la omega emocionada, extendiéndole una de ellas, orgullosa —. ¿Por qué no nos ayudas?

Cuando Taehyung se volvió y vio a Jungkook de pie en la entrada, su expresión cambió instantáneamente. La sonrisa se desvaneció y fue reemplazada por una mirada dura y despectiva.

—¿Dónde estuviste? —preguntó Taehyung, su voz fría y cortante, como una hoja de cuchillo.

Jungkook sintió que su estómago se encogía. —Fui a... necesitaba salir. Estaba... estaba e-en el pueblo, después fui c-con Hoseok —las palabras salieron en un murmullo, incapaz de mantener la mirada.

—¿Con Hoseok? —repitió Taehyung, su tono lleno de incredulidad. —. ¿Qué hacías en el pueblo en primer lugar?

La tensión en la habitación aumentó, y Jungkook sintió que su corazón latía con fuerza. —S-solo quise un respiro, ¿sí? Aquí en la casa todo estaba muy... —defendió, tratando de mantener la calma, aunque su voz temblaba.

—Un respiro, ¿eh? —interrumpió, la burla en la voz de Taehyung era evidente—. ¿Pero un respiro de qué, Jungkook? Sabes tus obligaciones perfectamente, desde el inicio te las dije.

Haejin se encontraba tensa, mirando la escena con preocupación y confusión. Ella, quien había sido la única que trató bien a Jungkook, lo abandonó a su suerte disculpándose banalmente.

— Te fuiste sin avisarle a nadie, y ahora hueles an alcohol barato y a otros alfas. ¿Eso es lo que haces para relajarte? —espetó Taehyung acercándose al menor —. ¿No ves que es una falta de respeto? Eres un omega, Jungkook que se te meta eso bien en la cabeza, y eres mío, comienza a comportarte como tal.

Jungkook se sintió expuesto, vulnerable. —No es lo que piensas —intentó protestar, pero las palabras se le quedaron atoradas en la garganta.

—¿No es lo que pienso? —Taehyung se acercó, la ira brillando en sus ojos —. ¿Y qué es entonces? Solo estás mostrándote como eres, inmaduro e irresponsable, no te importa nada más que tú mismo. Claramente jamás sabrás, porque sigues siendo ese maldito omega mimado que llegó aquí el día uno y no sabe un carajo lo que es el trabajo duro.

—¡N-No soy inmaduro, a-aún estoy aprendiendo! —gritó Jungkook, la rabia comenzando a brotar dentro de él en un llanto que no pudo controlar—. ¡Solo estoy tratando de vivir, tú no entiendes porque tienes la mente tan cuadrada que no te permite ver lo que estoy sintiendo!

—¿Vivir qué? —Taehyung rió sarcásticamente—. Estás viviendo de manera irresponsable, Jungkook. Madura ya, tienes 25 y sigues comportándote en base a tus jodidos caprichos y berrinches. Te escapas de tus obligaciones, te escapas de tu lugar. Solo demuestras que no vales nada aquí, ¿no te has puesto a pensar que quizás por eso tus padres se deshicieron tan fácilmente de ti?

Las palabras de Taehyung lo hirieron profundamente. Jungkook sintió que su mundo se desmoronaba una vez más. No sabía que mas podría sentir.

— No valgo nada y aún así gastaste tu dinero en mí, Taehyung —se mofó, aguantándose el llanto —. ¿Qué, ningún omega se quiso fijar en un viejo como tú? ¿Acaso les da asco lo que quedó de ti?

La tensión estalló de repente. Taehyung avanzó hacia él, y antes de que Jungkook pudiera reaccionar, lo empujó hacia atrás. Jungkook cayó al suelo, el impacto resonando en sus huesos. El dolor era punzante, pero lo que más dolía era la traición de Taehyung.

—¡Eres una decepción y un asco de omega! —gritó Taehyung, acercándose, su voz llena de furia—. No mereces ni un segundo de mi tiempo, ¡deberías estar agradecido, con todos tus fallos ya estuvieras muerto de haberte comprado otro alfa!

Jungkook se levantó lentamente, sintiendo cómo las lágrimas amenazaban con brotar. El dolor físico se desvaneció ante el emocional. — ¡Eres un monstruo, preferiría estar muerto a seguir viviendo aquí! —dijo con voz quebrada, aunque la ira lo mantenía erguido.

—¿Un monstruo? —Taehyung se burló, sus ojos centelleando de ira—. No estoy aquí para ser tu amigo. Estoy aquí para enseñarte tu lugar y vete haciendo a la idea de que incluso muerto permanecerás aquí, en mis tierras, Jungkook.

Con un movimiento brusco, Taehyung lo empujó de nuevo, esta vez con más fuerza. Jungkook cayó de rodillas, sintiendo cómo la desesperación se apoderaba de él. La visión se le nubló mientras el ardor de las lágrimas luchaba por salir.

—Ahora, levántate y busca que hacer —ordenó Taehyung, su voz imponente.

Jungkook miró al suelo, incapaz de encontrar el valor para enfrentar a Taehyung. —Me estás lastimando, ¿por qué te importa tan poco? ¿Por qué me trajiste aquí, entonces?

Taehyung se acercó, la sombra de su figura proyectándose sobre Jungkook. —Porque ya no tienes valor, Jungkook. Lo entregaste por un par de monedas, ¿eso hacías antes cuando tus padres no te daban de su dinero? —dijo esto con un tono helado que atravesó a Jungkook como un cuchillo afilado.

En ese instante, el menor sintió que todo se desmoronaba. No podía soportar más. Se puso de pie de un salto, la rabia y la tristeza estallando dentro de él. —¡Tú no eres quien para decidir mi valor!

Con ese grito, se abalanzó hacia Taehyung, pero el exmilitar fue más rápido. Lo agarró del brazo y lo empujó contra la pared, su rostro tan cerca que Jungkook podía ver el destello de ira en sus ojos.

—¡Deja de actuar como si fueras más de lo que eres! —rugió Taehyung, apretando su agarre —. No eres fuerte, Jungkook. Eres débil en cuerpo, mente y alma. Y demasiado patético al creer que puedes hacer algo contra mi o contra cualquier alfa. No me obligues a disciplinarte.

La lucha se detuvo, y en un momento de calma, Jungkook sintió cómo las lágrimas caían por su rostro. —S-solo quiero formar parte, ser visto, Taehyung. Quiero que me reconozcas pero... no importa que haga jamás es suficientemente bueno para ti.

La mirada de Taehyung se suavizó un instante, como si su guardia cayera, pero luego se endureció nuevamente. —Eres solo un omega, Jungkook. No mereces nada más que lo que yo decida darte, deberías agradecer que estás conmigo y no con un alfa que te obligue a hacer cosas, hay demasiados monstruos afuera que no se tocarían el corazón para apaciguarte.

Jungkook sintió que su mundo se desmoronaba una vez más. En ese momento, la habitación se llenó de una profunda tristeza, y la ira se desvaneció, dejando solo la desesperación.

—Eres el único monstruo aquí —susurró Jungkook, su voz rota, sintiendo que su corazón se hacía añicos.

Con un movimiento brusco, Taehyung lo soltó, empujándolo una vez más, pero esta vez Jungkook no se cayó. Se mantuvo erguido, aunque el dolor y la tristeza lo consumían. Sin una palabra más, se dio la vuelta y salió corriendo de la cocina, dejando atrás las risas que había deseado, el aroma de las manzanas, y la vida que nunca podría alcanzar.

Mientras corría, sintió que su corazón se rompía en mil pedazos, cada uno resonando con el eco de las palabras de Taehyung, y supo que su lucha apenas comenzaba.

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