XIII

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La mañana siguiente fue sombría y fría, un reflejo del caos emocional que Jungkook llevaba dentro. Su ojo morado le recordaba la violencia de la noche anterior, y cada vez que se miraba al espejo, la sensación de impotencia lo invadía. Intentó concentrarse en las tareas diarias, pero su mente estaba nublada por el dolor y la confusión.

Al final del día, cuando se encontraba en el campo, escuchó risas que provenían de un grupo de trabajadores. Al acercarse, pudo ver a Seokjin en el centro del círculo, rodeado de hombres y mujeres que reían a carcajadas por sus chistes. Seokjin era un alfa robusto, con una sonrisa deslumbrante y una energía contagiosa que iluminaba el ambiente. Jungkook sintió una mezcla de admiración y desdén; aunque Seokjin era un gran alfa, había algo en su actitud que lo hacía sentirse incómodo.

-¡Vamos, no puede ser tan difícil! -decía Namjoon, señalando a un grupo de trabajadores que intentaban levantar un pesado bulto de trigo-. ¡Ustedes son más fuertes que esto! ¡Un poco de esfuerzo!

La forma en que Namjoon dirigía a los demás era firme, pero había un trasfondo de desprecio en su tono. Jungkook sintió un escalofrío recorrerle la espalda cuando recordó las palabras de Taehyung sobre su lugar como omega. Observando a Namjoon, se dio cuenta de que había algo en su forma de interactuar con los omegas que era distante, casi despectiva.

A pesar de su simpatía y buen humor hacia los hombres, su mirada se volvía fría y cortante cuando se trataba de omegas. Jungkook sintió su estómago revolverse al darse cuenta de que, aunque todos parecían disfrutar de la compañía de Namjoon, los omegas no eran parte de esa diversión. Había una jerarquía tácita en el aire, una línea que separaba a los omegas de los alfas que se sentían superiores.

-¿Te das cuenta de que este bulto es más pesado que el último? -dijo uno de los hombres, riendo-. No creo que podamos levantarlo.

-Si no pueden, tal vez deban pensar en cambiar de oficio -replicó Namjoon con una sonrisa, pero Jungkook notó que su mirada se desvió hacia él de una manera que le hizo sentir pequeño.

Era como si Namjoon evaluara a los omegas, buscando debilidades, y eso lo incomodó aún más. Aunque la mayoría reía, Jungkook sintió que había una corriente de desprecio sutil que no podía ignorar. Se dio cuenta de que, a pesar de la risa, los omegas en el grupo eran tratados con una especie de desdén, como si su valor dependiera de su utilidad en el trabajo.

La interacción continuó, y Jungkook se sintió un extraño en un mundo que no le pertenecía. La broma y la camaradería fluían, pero él se sintió atrapado entre la admiración por la fuerza y el carisma de Seokjin, y el miedo a ser objeto de su desprecio.

Cuando el grupo terminó su tarea y Namjoon comenzó a hablar con Taehyung sobre la cosecha, Jungkook se retiró a un lado, incapaz de soportar más. La escena se volvió un recordatorio cruel de su lugar en ese mundo, de lo insignificante que se sentía en medio de tanto poder y desprecio.

Se sintió dividido. Por un lado, quería admirar a Namjoon, porque era un alfa fuerte y carismático, pero por otro lado, el temor a su mirada y su juicio lo mantenía alejado. A medida que los días pasaban, su deseo de ser aceptado crecía, pero también la desesperación por no poder encontrar su lugar.

Esa noche, mientras se sentaba en su habitación, recordando la interacción de ese día, Jungkook sintió cómo la tristeza lo envolvía nuevamente. No solo estaba atrapado entre Taehyung y sus propios demonios, sino que ahora Namjoon representaba una nueva forma de dolor. La soledad se hizo más pesada, y la lucha por encontrar un sentido a su vida parecía una batalla imposible.

Mientras se acurrucaba en su cama, las lágrimas comenzaron a caer, y Jungkook se dio cuenta de que no solo estaba lidiando con el dolor físico, sino que su alma también estaba marcada por la desesperanza y la pérdida. Sentía que su futuro era oscuro y que las expectativas de los demás lo aplastaban, dejándolo sin aliento en un mundo donde ser un omega era más una condena que un regalo.

Sin un camino claro hacia la redención, Jungkook se encontró nuevamente en el abismo de la tristeza, preguntándose si alguna vez podría encontrar un lugar donde perteneciera realmente, o si siempre sería un paria, un omega que no encajaba en ninguna parte.

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