La noche caía sobre el regimiento como un velo oscuro, envolviendo el campo de entrenamiento en una atmósfera de anticipación.Los faroles iluminaban el paisaje, proyectando sombras largas y misteriosas sobre el suelo. El aire estaba cargado de una brisa cálida y pesada, que soplaba suavemente, meciendo los árboles lejanos que hacían crujir las ramas.
En el corazón del regimiento, los edificios de concreto, pintados de un tono verde militar, se alzaban como fortalezas, testigos silenciosos de la disciplina. Algunos de ellos albergaban las habitaciones de los oficiales, mientras que otros servían como cuartos de baño y salas de tiro, donde los soldados perfeccionaban su puntería.
En un rincón de este complejo, el capitán Choi se recostaba contra una pared, su figura envuelta en la sombra.
Su hábito de fumar era evidente en las colillas de cigarros que se acumulaban junto a sus botas, testimonio de su prolongada presencia.
En ese momento debería estar en la cama. Sin embargo, permanecía allí como un alma en pena, perdido en sus divagaciones, mientras las horas corrían lentamente envolviendo su regimiento en un manto de oscuridad.
Por la tarde había recibido la llamada del Coronel Park Jihoon, quien en un tono brusco le anunció que su comitiva militar llegaría la mañana siguiente. Que se preparara.
Eso, aunado a los demás acontecimientos ocurridos en la última semana, habían acentuado el mal humor del capitán, tornándolo más huraño y gruñón que de costumbre.
Un hecho en específico y una persona en particular lo enfrascaba en un torbellino de pensamientos imprecisos: el nuevo recluta y el altercado en los baños.
Necesitaba encontrar una explicación lógica a su impaciencia cada noche, cuando se sentaba frente al teléfono, esperando con un ansia enfermiza, la llamada del subteniente Jeong Yunho para comunicarle el estado de salud de Wooyoung.
-Todo es culpa del café.
La falta de sueño le estaba jugando una mala pasada.
-¡TODO EL JODIDO MUNDO! ¡LÁMANME LAS BOLAS!
-¿Yo también puedo? -preguntó Mingi apareciendo desde una esquina.
-Parece que tienes un radar en el culo -se quejó San mirándolo de lado-. Siempre apareces en el peor momento.
El teniente encendió un cigarro y se recargó en la pared con expresión divertida. -Por lo que veo... ya pasaste al siguiente nivel de locura, ahora hablas solo...
-Teniente Song -amenazó-. No estoy de humor.
-Lo normal ¿no? -dijo levantando las cejas-. ¿Qué te dicen?, ¿Te responden?
-¿Dónde dejaste a tu gusano?
-Oye, no te pases -advirtió mosqueado-. Tiene nombre.
-Le agradezco que te tenga tan ocupado... eres bastante pesadito cuando te lo propones.
-Seonghwa pasa la noche en la Unidad Médica... -comentó mirándolo de soslayo para ver su reacción-. El sub teniente Yunho me dijo que mañana dará de alta a Wooyoung, la herida casi cicatriza por completo y no es necesario que siga en revisión, eso sí, no debe hacer esfuerzos físicos por un tiempo.
-Bien por él -dijo San dando una pitada al cigarro, con aire despreocupado.
-¿Es todo lo que dirás?, pensé que tal vez...
-¿Tú, pensando? -rió amargamente-. Esa sí es una novedad.
-Puedo estar equivocado -concedió Mingi apoyando la cabeza en la pared, esquivando la actitud de mierda de San y suspiró inocente-. Algunas cosas son fáciles de malinterpretar... Ciertas... actitudes...sospechosas...
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El Último Refugio
FanfictionEn un mundo devastado por la amenaza mutante, el capitán Choi San lidera el regimiento con mano de hierro. Su misión es clara: erradicar la amenaza y restaurar la esperanza. Pero cuando Jung Wooyoung, hijo del gobernador y recluta novato, se une a s...