-¡Pfff! ¡Pollo al curry! -murmuró Wooyoung, rodando los ojos con ironía-. ¡Tarta de frutas! ¡Ja ja! ¡Me estaba engordando como un pavo para cenarme en navidad!
La ebriedad lo hacía reír, pero su risa se desvaneció pronto. Caminaba por los corredores oscuros, tambaleándose, y debía detenerse de vez en cuando para sostenerse de las paredes.
Se sentía mareado, la vista se le borroneaba y todo giraba a su alrededor. Un pinchazo en la herida del vientre lo hizo cerrar los ojos con fuerza.
-Maldición -gruñó, apretando los dientes.
Sí que estaba ebrio. La resaca ya se anunciaba, su cráneo latía y sabía que la mañana siguiente sería un infierno. Pero después de todos los acontecimientos de la última semana, necesitaba relajarse.
Cuando las náuseas lo atacaron, se apresuró por el pasillo que parecía extenderse infinitamente como un laberinto interminable.
No sabía a dónde iba.
***
El agua tibia caía sobre el escultural cuerpo desnudo del capitán San, envolviéndolo en una sensación de calor y relajación.
El vapor se elevaba desde la ducha, creando un velo de niebla que rodeaba su figura.
La luz tenue del baño, filtrada por las lámparas de techo, bañaba el espacio en un ambiente íntimo y tranquilo. Las paredes verdes, parecían absorber el sonido del agua, creando un silencio que solo se rompía por el golpe del líquido contra las baldosas.
San se encontraba en uno de los últimos cubículos de uno de los baños, sosteniéndose con una mano sobre las cerámicas frías, sus ojos cerrados. El sonido del agua era como un bálsamo para sus nervios tensos.
Había tenido un día infernal y una ducha caliente era lo mejor para dispersar sus pensamientos. El olor a jabón y champú llenaba el aire, recordándole momentos más tranquilos.
Ahora que el Coronel Park y el capitán Kang estaban en su regimiento, su poca paciencia pendía de un hilo.
Y eso que le dijo Mingi hacía algunas horas, que luego no se quejara cuando viera feliz a Wooyoung con otro... era lo que más lo atormentaba.
La imagen de Wooyoung sonriendo a otro hombre le provocaba una sensación de malestar en el estómago.
Debía mantenerse alejado de su recluta por el bien de ambos.
No estaba del todo seguro que Wooyoung lo ayudaría. No tenía por qué hacerlo. Él lo había golpeado el primer día... y luego le había amenazado en incontables ocasiones... ¿por qué esos deseos intensos de volver el tiempo atrás?
No pudo seguir torturándose. La puerta de entrada se abrió con un estruendo, y los pasos pesados que siguieron hicieron que San levantara la cabeza.
Una risa peculiar resonó en el aire, y su ceño se frunció, irritado por la interrupción. Cerró el grifo y se envolvió la cintura con una toalla, recordando que había dejado su ropa afuera.
Wooyoung se arrastró hasta los lavabos y se sostuvo con ambas manos para no caer.
Se observó en el sucio espejo que cubría la pared. Su reflejo era desastroso: cabello desordenado, mejillas rojas por el alcohol y ojos encendidos con una mirada risueña.
-¡La cucharaca, la cucharaca! ¡Ya no puede caminar! -cantaba divertido-. ¡Porque no tiene, porque le faltan las patitas de atrás! -Su voz resonaba en el silencio del baño.
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El Último Refugio
FanficEn un mundo devastado por la amenaza mutante, el capitán Choi San lidera el regimiento con mano de hierro. Su misión es clara: erradicar la amenaza y restaurar la esperanza. Pero cuando Jung Wooyoung, hijo del gobernador y recluta novato, se une a s...