12. La Retirada

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El silencio era absoluto. Nadie se atrevía a respirar.

Soldados, reclutas, tenientes y cabos habían quedado petrificados en su sitio, sus ojos fijos en Wooyoung.

Obviamente que Youngie compartía el desconcierto, frunció el ceño confundido y negó débilmente hacia Yunho, Bennie, Seongie y Mingi que ahora le lanzaban miradas interrogantes.

Él no tenía conocimiento de nada y lo que menos esperaba era que San, luego de permanecer encerrado como una ostra por días, saliera de la nada a decir esos disparates. ¿Qué diablos se proponía su capitán?

El rostro del Coronel Park Jihoon era un poema. Su boca estaba abierta, dos dientes de oro brillando en su interior.

-¿Hijo... del gobernador de Seúl? -preguntó tragando duro.

El capitán Choi asintió, colocándose a su lado.

-Cometió un grave error, Coronel -gruñó-. El joven al que casi acaba de atacar, es hijo del respetable Señor Jung Taehwan -se inclinó para susurrarle-. Es decir: mi querido suegro...

El Coronel dio un brinco y abrió grande los ojos, palideciendo.

-¡¿Jung Taehwan es tu suegro?! ¡Imposible!

-Así es -dijo San orgulloso, y lo aferró del brazo-. A mi oficina -ordenó-. El gobernador está al teléfono... ¿Lo hará esperar, mi Coronel? -se burló, su sonrisa cruel y divertida.

San arrastró al Coronel con pasos firmes, pero se detuvo antes de llegar a la salida y se volteó hacia el grupo de estatuas.

-¡Teniente Song! -llamó, autoritario.

-¡Mi capitán! -se enderezó Mingi, llevando una mano a su frente en gesto de respeto-. ¡A sus órdenes!

-¡Encárguese del responsable de iniciar la pelea!

Lee Minho boqueó y se adelantó, pero Seonghwa lo interceptó con rapidez, tomándolo del cuello del uniforme.

-Ah, no, chiquito, ni lo sueñes -susurró malicioso-. Te quedas aquí, ¡fuiste tú!

San asintió hacia Mingi y luego sonrió mirando a Wooyoung, su expresión dulce y cariñosa.

-Y tú, amorcito, acompáñanos.

Yunho pellizcó el trasero de Wooyoung.

-Ey... creo que te habla a tí.

Wooyoung dio un respingo.

-¡¿Qué? ¿Quién? ¿Por qué? ¿Cuándo? ¿Dónde?! -preguntó atropelladamente y se apuntó a sí mismo haciendo un puchero-. ¿Yo?

Seonghwa lo empujó desde atrás.

-¡Sí idiota! ¡Tú! -dijo fingiendo una sonrisa-. ¡Muévete!

Wooyoung no se movía y el capitán San temía que sus planes se desplomaran al suelo.

Durante su misterioso encierro, había estado devanándose los sesos por encontrar una salida, y ahora que la había hallado, su hermosa sabandija no le seguía el juego.

-Wooyoung -gruñó, apretando los dientes y abriendo los ojos en advertencia-. Ven, tu padre quiere saludarte, 'cariño'.

-Ve con ellos -Le susurró al oído Bennie-. Y recuerda que nos debes muchas explicaciones.

Wooyoung rompió su estoicismo y aceleró el paso hacia la salida, bajo la mirada intensa y escrutadora de Yeosang, cuya mandíbula se apretaba en una mueca de rabia contenida.

El Último RefugioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora