Jimin caminaba por las calles de Busan, sumido en la penumbra de una noche fría que envolvía la ciudad con un manto de sombras y secretos. Busan, a simple vista, siempre le había parecido un lugar pintoresco; sus edificios de arquitectura tradicional y las farolas dispersas daban una apariencia nostálgica. Pero esa noche, víspera de Halloween, el aire mismo parecía diferente. Cada callejón oscuro y cada esquina desierta poseían un matiz distinto, como si el tiempo hubiera retrocedido y la ciudad mostrara su verdadero rostro uno desgastado, siniestro y cargado de historias enterradas bajo capas de silencioLas farolas emitían una luz titilante, como si intentaran advertirle de algo o, peor aún, como si no quisieran exponer lo que se ocultaba en la oscuridad. Las hojas secas crujían bajo sus pies, y el susurro del viento traía consigo murmullos casi imperceptibles, como si las almas que habitaban en leyendas quisieran hacerle saber que no estaba solo. Aquella atmósfera densa lo rodeaba, avivando en su mente las historias que su familia solía contarle de niño, aunque él siempre se había reído de ellas, de la devoción y el fervor religioso con el que sus padres insistían en advertirle sobre el mal
En Busan, Las historias de lamentos y fantasmas no eran raras, pero el rumor que más asustaba a los
habitantes era la famosa leyenda del Clan Jeon. Los rumores de aquel clan maldito, cuya sangre se decía que aún corría por las venas de Busan, siempre provocaban una mezcla de burla y escepticismo en él. La leyenda aseguraba que Jeon Sangmin, el antiguo líder, había sido un vampiro de una belleza irreal, tan seductora y letal que sus víctimas caían en sus brazos sin dudar, entregándose a un abrazo que las despojaba de toda gota de vida. Los relatos contaban que su mirada era tan intensa que hasta las mujeres más devotas sucumbían a su encanto, rompiendo sus votos y condenándose al vacío eternoAsí mismo, hombre y mujeres, aseguraban que los Jeon poseían una belleza casi sobrenatural, diseñada para seducir y atrapar a sus víctimas, desangrándolas hasta que no quedara una sola gota de vida
A pesar de que los habitantes de Busan aseguraban que habían acabado con el clan en una noche de fuego y furia, el rumor persistía en que uno de los hijos de Jeon Sangmin había escapado, llevando consigo la maldición de su sangre. Pero para Jimin, todo aquello no eran más que cuentos antiguos, historias desgastadas para asustar a los niños y controlar a los ingenuos. Él, criado para ser temeroso y devoto, había
aprendido a arrodillarse en plegarias interminables al amanecer y al anochecer, siguiendo los rituales de su familia, quienes creían que aquellas oraciones serían su escudo contra el mal. Sin embargo, para él, esas costumbres no eran más que supersticiones arcaicas. Sonreía con desdén al recordar las palabras de sus padres 'Un hijo sin perdón de Dios es quien se aleja del camino'. En el fondo, él sabía que ellos consideraban sus escapadas nocturnas como una provocación, un desafío a las enseñanzas con las que lo habían criadoSumido en estos pensamientos, llegó finalmente a la casa de Taehyung. Su amigo lo recibió con una sonrisa cómplice, el rostro iluminado apenas por la luz tenue de una vela que parpadeaba, proyectando sombras fantasmales en las paredes. El ambiente en la casa era pesado, casi ritual, como si ambos estuvieran a punto de romper un juramento tácito, ambos se adentrarían en lo prohibido, en una fiesta que burlaba el miedo y la superstición de su ciudad natal
Y sin que Jimin lo supiera, más allá de la puerta cerrada, en algún rincón oculto por las sombras de la noche, alguien lo vigilaba. O, mejor dicho, alguien siempre lo había estado vigilando
Desde la penumbra, aquellos ojos oscuros y predadores, que parecían beber la luz en lugar de reflejarla, observaban el caminar del rubio hasta que cruzó el umbral de la casa. Solo entonces, cuando Jimin ya estaba a salvo dentro, aquella presencia se retiró silenciosa, asegurándose de que su destino se había cumplido sin interferencias
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sinners; km au
Fantasy¿Qué era el amor, si no un pecado sublime? Jimin nunca había conocido aquella devoción, que decían se sentía como un veneno dulce en las venas, un vínculo eterno que superaba la vida y la muerte, no, hasta que lo conoció a él... ¡ ACLARACIONES ! ☆}...