EL DESIERTO DE LOMENTA

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Siguiendo las marcas de los neumáticos de la camioneta de Resto sobre la carretera de tierra mojada, Lua caminaba y caminaba y a unos pocos días ya se encontraba recorriendo las dunas del desierto de Lomenta. Un desierto vasto y solitario que se extendía tan lejos como alcanzaba la vista. Este desierto no estaba formado por arena, sino por una tristeza profunda que envolvía todo a su alrededor.

Una vez ahí, Lua empezó a encontrarse perdida en medio de ese vasto desierto, sin saber cómo salir. Al rato, mientras deambulaba entre sombras grises, notó algo inusual en el cielo. Nubes oscuras se reunían y, poco a poco, comenzó a llover. Al principio, Lua se sorprendió y se preocupó, pero pronto se dio cuenta de que esas lágrimas del cielo eran como una ayuda divina.

Cada gota de lluvia que caía tocaba su corazón y lavaba las penas que lo envolvían. Lua decidió aprovechar esa lluvia de consuelo y la transformó en fuerza para seguir adelante. Con cada paso que daba, las lágrimas del cielo le proporcionaban un alivio, ayudándola a atravesar el desierto de Lomenta.

Durante su travesía, la pequeña se encontró con otros niños que también estaban perdidos en ese desierto emocional. Juntos, compartieron la lluvia reconfortante y encontraron consuelo en la compañía mutua. Descubrieron que la tristeza se hacía más llevadera cuando se enfrentaban a ella juntos.

A medida que Lua y sus nuevos amigos avanzaban, la lluvia persistente comenzó a transformar el desierto, haciendo brotar pequeñas flores de esperanza. El paisaje que una vez fue sombrío se iluminó con colores vibrantes, y la tristeza que los había atrapado lentamente se disipó.

Ya se podía ver el final del desierto y a continuación el camino de barro y, en él, como seguían las huellas de los neumáticos de la camioneta. Lua y sus amigos se dieron cuenta de que aunque la lluvia no podía borrar completamente las cicatrices del desierto, sí podía ayudar a que nuevas oportunidades y momentos felices florecieran en sus vidas.

Juntos, aprendieron que enfrentar la tristeza con valentía y apoyarse mutuamente podía convertir incluso el desierto más oscuro en un jardín lleno de esperanza. De esta manera, los niños que estaban perdidos en el desierto pudieron volver a sus casas con sus familias y nuestra valiente Lua seguía esas huellas en busca de sus amigos.

LA BRILLANTE AVENTURA DE LUADonde viven las historias. Descúbrelo ahora