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Tres muchachos jóvenes en un modesto departamento es algo que puede sonar muy caótico, pero la realidad era que el trío de amigos se llevaba bastante bien en el tema de la convivencia.

Yuta se encargaba de cocinar las tres comidas y regar las plantas del balcón.

Panda fregaba todos los trastes y limpiaba la cocina, nevera y gaveteros.

Toge limpiaba el baño, la sala de estar y sacaba la basura a diario.

Cada quien era responsable de lavar su ropa y limpiar su propia habitación. Las compras las hacían los tres juntos con una enorme lista de supermercado que era revisada al menos dos veces y los recibos de los servicios eran divididos entre tres.

Apenas tenían un par de meses compartiendo piso, pero todo estaba fluyendo muy bien. Yuta se había adaptado a sus dos acompañantes sin problemas y al parecer ellos a él también, aunque hasta ahora, el callado Toge no le había dirigido la palabra en ningún momento, pero sí que le saludaba con la mano o le hacía algún gesto para agradecer o sugerir algo cuando la situación lo ameritaba.

"Es buena señal", le comentó Panda una vez mientras seleccionaban el atún que iban a comprar, "a veces ni siquiera voltea a mirar a la gente".

Podía ser que, a su manera, Toge le comunicaba lo justo y necesario, pero se notaba que todavía lo veía como a un bicho raro, cosa que ponía de los nervios a Okkotsu que era una persona muy amigable y gentil.

Por ejemplo, una noche decidió Panda que verían una película de tipo comedia en la sala de estar, sentándose los tres en el gran sofá: Toge en el extremo derecho, Yuta en el extremo izquierdo y Panda en el medio de ambos, con un gran tazón de palomitas y algunas cervezas de lata. A mitad de la película, Yuta sintió la necesidad de mirar hacia la derecha, encontrándose con dos ojos de color casi púrpura que lo miraban con recelo. Él, intentando ser amable, le sonrió a Toge con timidez, pensando que su gesto sería devuelto.

Pero Toge enseguida se puso más serio y volteó a la pantalla.

Otro ejemplo, una mañana de domingo preparaba el desayuno para los tres, cocinando unos ricos huevos revueltos con tocino y calentando unas tortillas de maíz, hirviendo también agua para el café, cuando entró Toge a la cocina con un vaso sucio en la mano.

"Buenos días, Toge, ¡el desayuno está casi listo! ¿Cómo amaneciste? ¿dormiste bien?", le preguntó con su sonrisa más amable solo para que el chico rubio saliera corriendo a su habitación con la misma velocidad que la de un cohete.

Aunque Panda le diera ánimos, Yuta se sentía como un extraño para Toge. De hecho, si el gordito amiguero no estaba en casa, el rubio se escondía en su habitación y no salía ni aunque hubiese un terremoto, solo para no tener que cruzarse con Okkotsu.

"¿Será que le caigo mal? No sería raro... yo soy un completo extraño, acabo de llegar de otra ciudad y no me conoce de nada", pensaba una tarde que regresaba del trabajo, abriendo la puerta de la entrada de la casa con cautela, por si acaso Toge andaba por ahí y no así no asustarlo.

Casi no hizo ruido al abrir, pasar y cerrar la puerta, pero cuando quiso atravesar la sala de estar tuvo que hacer mucho esfuerzo para no chillar de la impresión o algo: Toge estaba de pie sobre una esterilla de Yoga, de espaldas a él, con sus audífonos puestos y la tele encendida con un video de Youtube que tenía a una mujer haciendo el guerrero pose uno.

Toge en ningún momento se percató de que Yuta había llegado de trabajar.

El chico imitaba la postura de la señora, con sus brazos hacia arriba, las caderas hacia adelante y las piernas separadas, una estirada hacia atrás, la otra flexionada. Toge tenía una franela blanca que le quedaba grandísima y un short para hacer deporte color azul índigo, que contrastaba con el tono de su piel y la verdad no dejaba mucho a la imaginación del pobre Yuta.

Volver a Amar ♥ Yuta x TogeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora