Orangekit salió de la guarida de Spotsleaf, observando a donde se dirigía Brownfeather. "¡Cómo se lo cuente a Rainstar!" el atigrado naranja pensó con temor.

    Tenía que descubrir qué era exactamente lo que le prometió. La siguió sin que la guerrera se diera cuenta, llevándole hasta la guarida del líder. La marrón se internó en las profundidades de la guarida, pasando entre varias plantas colgantes.

    Cuidadosamente, se colocó en la entrada, intentando captar la mayor información posible extendiendo sus orejas.

    -¿Necesitas algo, Brownfeather? -escuchó la voz de Rainstar con cansancio en esta-. ¿No puedes esperar? Spotsleaf querrá que vea como va todo en la curandería.

    -Es algo difícil de decidir, te digo yo -le advirtió-. Pero necesito que te lo vayas pensando: ¿Podría Orangekit ser un aprendiz?

    -Lo podría intentar, pero, ¿acaso saldría asegurado que pudiera ser un guerrero al final de su entrenamiento?

    -Si nadie le da una oportunidad, ¿quién se la dará? Tiene las capacidades de un aprendiz; ayer luchó con lealtad a su clan. Por favor, Rainstar -la guerrera inclinó la cabeza.

    -Necesito pensar esto. ¿Quién sacrificará todo su entrenamiento para enseñarle tácticas especiales a él? Quiero ayudarlo, pero no sé qué pensarán los demás sobre entrenarlo...

    -No hace falta lo que ellos piensen -ella replicó-. Lo haré yo misma, cueste lo que me cueste.

    -Está hecho; pero con una condición.

   -¿Y bien?

   -Entrenará para ser aprendiz, no te aseguro que lo vaya a lograr.

    -¡Claro que lo hará! Lo haré lo mejor que pueda, lo prometo -volvió a inclinar su cabeza y se fue entre las plantas colgantes.

    Orangekit notó la fricción del pelaje de su madre adoptiva con las plantas, y porque la conversación había acabado; sabía que vendría. Necesitaba salir rápido de allí. Se escondió tras unos arbustos y fue a la guarida del curandero.

    -¿Qué estabas haciendo? -reconoció la voz de Spotsleaf dirigida hacia él.

   -Oh, solo fui a tomar el aire -se apresuró a decir, gruñendo por lo bajo.

    -¿Me podrías alcanzar la cataplasma que hice antes? -nada más preguntarle, le afirmó con la cabeza y se fue a por ella.

     La noche caía sobre el campamento del Clan del Río, y Orangekit notaba como las últimas patrullas en salir volvían. La actividad en el clan iba cesando; el pequeño anaranjado escuchaba como entraban cada uno a sus guaridas, acomodándose en sus lechos de cañas. 

    Vio a su madre y notó el olor del agua del río en su pelaje. Se dirigió con rapidez hacia ella, casi estampándose y haciéndola tropezar. 

    -¡Ey, ahí estabas! -pasó la punta de su cola por su costado y la apoyó en su omóplato-. Mañana habrán buenas noticias para ti. Espero que fuera lo que querías. Pero necesito que me hagas una promesa -se detuvo y se quedó mirándolo fijamente, como si el contrario fuera capaz de ver su mirada y comprenderla-. Necesito que pares de ir al Bosque Oscuro. ¿Promesa? -alzó su cola.

    -Promesa -entrechocó su cola con la de Brownfeather después de unos largos instantes pensando en qué hacer.

    Aún no sabía como salir de ese lugar de gatos que habían cometido grandes crímenes. Pero si era ella quien le entrenaba, no sufriría ningún daño. Era la única a la que podría llamar su amiga en todo su mundo, sin contar que a veces se relacionaba con los cachorros de su propio clan. "Solo si fuera tan fácil" dijo para sus adentros, enfadado consigo mismo. "Solo me quieren entrenar para que sea más fuerte que el Clan Estelar" añadió, rabia surgiendo dentro de él. "Pero Brownfeather... Ella sabe mejor que yo, y todo esto lo hace por mi bien" tomó un respiro, agobiado en su tormenta de pensamientos. "Solo si fuera tan fácil como pensarlo..." se acomodó en su lecho en la maternidad, intentando bloquear todo lo que le causaba sentirse confundido.

☆Los Gatos Guerreros: Una Unión Estelar 2//Pasos Ambiciosos☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora