9. Raven y Aladdin

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CASSANDRA

Siempre he creído que la base de una buena relación es la comunicación. Pero justo ahora, la violencia no suena tan mal. Sebastián es una de las personas más inteligentes que conozco, pero es un perfeccionista de primera, y estoy segura de que he envejecido cinco años en este momento.

—Sigo creyendo que algo está mal con mi trabajo —dice por quinta vez, y yo reprimo mis ganas de darle un golpe—. ¿Puedes volver a revisarlo?

Ahora me mira con ojos de súplica, como un cachorrito que quiere atención.

—Sebastián, lo he revisado cinco veces, y en todas te he dicho que está perfecto —le quito la computadora de las manos y la escondo detrás de mí—. ¿Ahora puedes alimentarme? En verdad, muero de hambre.

Escucho la carcajada de Sebastián que hace eco en su habitación. Se inclina hacia su cama, donde estoy sentada, sin entender qué le causa tanta risa.

—¿Cómo quieres que te alimente, Cass? —me pregunta, con una sonrisa burlona y una ceja enarcada.

Y es entonces cuando me doy cuenta de que ha malinterpretado mis palabras. Algo que sé de él es que siempre le encuentra un doble sentido a todo, incluso a cosas que ni siquiera sabía que podían tener algún tinte de perversión.

Siento cómo el calor se apodera de mi cuerpo, subiendo hasta mis mejillas, que deben estar rojas ahora.

—Eres un maldito pervertido —lo empujo para levantarme, pero él me toma de la muñeca y quedo frente a él. Sigue sentado en la silla de su escritorio y ahora yo estoy entre sus piernas.

—Vale, vale, perdona. Supongo que es algo muy cultural. En México somos muy así.

—¿Pervertidos? —Él se ríe de nuevo y niega con la cabeza—. Porque, si es así, debo tener más cuidado.

—Mal pensados, Cass. Ser pervertido es algo mío; no puedo culpar a mi país por eso.

—No sé si me gusta estar sola en una habitación con un pervertido —intento que mi comentario suene preocupado, pero sonrío por el tono cómico de la conversación.

—Puedo demost... —La puerta de su habitación se abre y Harry nos mira con curiosidad.

—¿Interrumpo algo? Porque, si es así, puedo volver en un par de horas.

Me alejo de Sebastián y me acerco a Harry, haciendo un ademán para que se agache y poder susurrarle al oído.

—De hecho, acabas de salvarme de un pervertido —le digo, provocándole una risa.

—No creí que fueras esa clase de persona, Sebas —le dice Harry, con un tono de decepción.

...

Todos los departamentos de la universidad tienen que organizar alguna actividad para el Día de la Cultura, con el objetivo de recaudar fondos para los equipos deportivos y otros eventos importantes de la universidad. No pensé que sería tan complicado cuando me ofrecí para ser parte de la organización: hay muchas cosas que comprar y el presupuesto es limitado. Mi departamento decidió que una fiesta de Halloween sería una buena manera de recaudar dinero; un chico de tercer año ofreció el bar de un amigo para el evento. Decidimos hacer una preventa de boletos para controlar la cantidad de personas que podrían asistir. Una semana después de anunciar la fiesta, todos los boletos estaban vendidos.

—Cassie —me dice Nadine, extendiéndome las llaves de su auto—, ¿me podrías ayudar bajando los adornos que están en mi coche?

Voy al estacionamiento y comienzo a sacar las cajas de adornos del auto. Son al menos diez cajas llenas. Bajo las primeras cuatro, e intento cerrar la puerta, pero me cuesta trabajo. Veo unas manos quitándome las cajas. Probablemente Nadine envió a alguien para ayudarme.

Ilusión a distanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora