4. Universidad.

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Sebastián.

—Creí que ya te habías olvidado de Cassandra, solo hablaron dos meses y después de eso ella te ignoro por lo que hiciste.

Alex tenía razón, ya habían pasado casi tres meses desde la última vez que hablamos. Estaba a una semana de irme a Canadá, todo iba tal y como lo había planeado.

—Solo le mande un mensaje para saber cómo está, eso es todo.

—Un mensaje que ella no responderá, debes ser realista. Es probable que ella ya se haya olvidado de ti.

—¿Lo haces por qué la quieres ver? —pregunto curioso.

Sí.

—No.

Me miro por un momento y sonrió.

—Por supuesto que sí, quieres conocerla en persona —afirmo.

—Deja de decir estupideces y mejor ayúdame a ordenar mis cosas, se supone que a eso viniste.

Cassandra.

—¿Han visto mi celular?

Mi papá sale de la cocina con mi celular en la mano.

—Lo dejaste en la isla de la cocina, debes fijarte donde dejas tus cosas.

Aquí venía el sermón.

Me acerque a él para abrazarlo y darle beso en la mejilla.

—Te prometo que voy a ser precavida —le sonrió a mi padre, él niega con la cabeza y me entrega el celular.

—Tu celular sonó hace un momento, deben ser tus amigos. Dile a James que debe manejar con cuidado.

Mis papás seguían preocupados por el viaje que íbamos a hacer para ir a la universidad, los tres habíamos decidido viajar en carretera. El camino era de casi dos días, claro que íbamos a hacer algunas paradas, conocer algunos lugares y disfrutar del viaje.

—Tranquilo papá, los tres nos vamos a estar turnando para manejar y haremos algunas paradas para descansar —le dije para intentar calmarlo—. De cualquier forma, te avisare como vamos.

Él asintió y se dirigió de nuevo a la cocina donde se encontraba mi mamá.

Me senté en el sofá de la cama y revisé mi celular, para mi sorpresa no era James ni Lara quien me había mandado mensaje sino Sebastián. Preferí ignorarlo, no es que no me interesara saber nada de él, simplemente no sabía cuál era el caso de escuchar su explicación. Era una amistad que no iba a llegar a ningún lado, lo mejor para ambos es que cada uno siguiera por su lado.

...

El viaje había sido una pésima idea, James y Lara pelearon todo el viaje para ver quien ponía las canciones, en qué lugar íbamos a comer o quien iba a manejar. Ellos y la palabra desastre eran lo mismo.

Aprete mis manos en el volante, ya estaba harta de sus gritos y discusiones absurdas.

—Dejen el maldito celular y no quiero escuchar un grito más —les dije, irritada.

Al parecer funciono. Ambos sabían que cuando me metía en sus discusiones era por dos razones; la primera: porque si seguían alguno de los dos iba a herir a la otra persona y la segunda: porque me habían hartado, era muy difícil que la segunda pasara, pero cuando ocurría ninguno de los dos debía decir nada.

—Solo quiero aclarar que no fue mi culpa —susurro Lara, frunciendo el ceño.

—No me importa de quien haya sido la culpa, el plan era tener un viaje tranquilo y ustedes solo pelean.

Ilusión a distanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora