10. Decisiones y distancias

22 4 0
                                    

Slow dancing in a burning room - John Mayer


Cassandra

Parece que mi mente y mi cuerpo no están coordinados; mi mente pide salir corriendo y no cagarla, pero mi cuerpo solo pide volver a sentir esa electricidad que provoca Sebastián, y es justo lo que consigo. Vuelvo a besarlo y esta vez coloco mis brazos alrededor de sus hombros para impedir que se aleje. El beso no es suave, es apasionado; puedo sentir tantas emociones en él. Sebastián me aleja de él, noto que mira detrás de mí. Volteo y veo a Nils; ni siquiera escuché cuando la puerta se abrió. Nils me miraba fijamente, su expresión demostraba mezcla de sorpresa y algo más oscuro que me ponía la piel de gallina.

—Lo siento, no quería interrumpir —dijo Nils, pero su tono era más frío de lo habitual. Sus ojos seguían fijos en mí.

Mis mejillas aún me arden; una mezcla de culpa y desconcierto me invade mientras los ojos de Nils siguen clavados en los míos. Mi mente grita que diga algo, pero las palabras simplemente no salen. Las manos de Sebastián siguen en mi cintura, cálidas, fuertes, y a la vez, el recordatorio de lo que acababa de ocurrir.

—No pasa nada —dijo Sebastián con su tono tranquilo, rompiendo el silencio incómodo. Su mirada seguía siendo un refugio, como si nada ni nadie pudiera perturbarlo. La sonrisa que me ofreció fue suficiente para devolverme un poco de calma, aunque sabía que las cosas estaban lejos de solucionarse—. Igual ya deberíamos entrar; hace frío afuera y no quiero que Cass se enferme.

Nils no respondió de inmediato. Sus ojos permanecían fijos en mí, como si esperara algo, como si quisiera que dijera algo que lo devolviera al lugar que había ocupado antes. Pero no podía.

Finalmente, Nils dio un paso hacia un lado.

—Adelántense. Entraré en un momento.

—Nils, yo... —comencé, pero él levantó una mano para detenerme.

—De verdad, no pasa nada —repitió, pero esta vez el tono de su voz era seco, cortante.

Intenté insistir, pero Sebastián me tomó suavemente de la mano, guiándonos hacia el interior del bar, dejando a Nils atrás.

Nils

Ayer en la noche fue una mierda. Tenía ganas de reclamarle infinidad de cosas a Cassie, pero sabía que eso no solucionaría nada, al igual que partirle la cara a Sebas, aunque eso me hubiera ayudado a sacar todo el coraje que traía dentro. Me fui sin avisar, no pensaba torturarme viéndolos juntos.

Los toquidos en la puerta de mi habitación me sacan de mis pensamientos. Le digo que pase y veo a Blair acercarse a mí. Le hago un gesto para que se siente junto a mí, dejando un pequeño espacio entre nosotros.

—¿Ayer te sentiste mal? —veo cómo está nerviosa, ya que siempre que lo está juguetea con sus manos.

—Tenía un fuerte dolor de cabeza, así que regresé a la casa para descansar.

Sus ojos color miel me miran con curiosidad. No puedo evitar sonreír. Blair es todo lo contrario a Nate: es tímida y tierna, mientras que su hermano es un torbellino.

—¿Es por Cassie y Sebas?

Mi sonrisa inmediatamente desaparece y es sustituida por una mueca.

—No, ¿por qué crees eso?

—Bueno, es evidente que a ti te gusta Cassie, al igual que es evidente que a Sebas le gusta ella... —duda en seguir hablando, pero lo hace—. Además, parece que ellos se llevan bastante bien y se tienen mucho aprecio, ayer estuvieron juntos todo el tiempo.

Ilusión a distanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora