||C#10: Mm, Okay||

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Si me dejas caer, no te preocupes, yo te hundiré en mi abismo: MissingP

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Si me dejas caer, no te preocupes, yo te hundiré en mi abismo: MissingP.

||BEYAZ||

Solo tenía un trabajo, encontrar al príncipe Kaplanlar y llevarlo de regreso, pero no, ahora me encuentro sujetando su pequeño cuerpo entre mis brazos, y viendo a un hombre con maderas incrustadas en todo el cuerpo, obviamente ya está muerto. Es igual a su madre. Ese pensamiento entre orgulloso y confuso, se forma en mi cabeza sin permiso. Mi lealtad está con la reina, pero durante estos años ella ha hecho cosas terribles, fuera y dentro de la familia Kaplanlar, cosas con las que no estaba de acuerdo, pero que tuve que aceptar de todas formas. La lealtad ciega e inconsciente no puede llamarse lealtad, simplemente es fanatismo retorcido. Mi lealtad no acepta la crueldad de la reina, sino que la comprende.

Le doy un último vistazo alrededor y no puedo evitar suspirar y moverme hacia mi auto a unos metros del lugar. Es mejor sí nos marchamos antes de que los demás italianos mafiosos lleguen y se den cuenta de que no soy el comprador que ellos esperaban, solo tome su forma. Una vez dentro mi cabello se torna rubio y mis ojos grises, originalmente los tenía verdes, pero a los quince me cambiaron, es algo que tiene que ver con mi poder, los que tenemos más de un don tenemos ojos grises.

Dejo al niño recostado en el asiento trasero y en pocos minutos nos encontramos en la carretera. Sería bueno tener la habilidad de Kelebek, si no fuera porque él me envió al lugar que localice con mi habilidad de buscador, tendría que haber viajado hasta aquí. No puedo creer que este mocoso se haya movido desde Turquía a Italia. Lo peor de todo es que no fue a nada más y nada menos que a una familia mafiosa qué se centra más que nada en la trata de personas. Los humanos son realmente un desperdicio de oxígeno.

Sí fuera por mí, los extinguiría a todos.

Luego de unas horas conduciendo por la carretera llegó al centro de la ciudad, no demoro en guardar mi auto en el estacionamiento del edificio, luego tomo al niño y me muevo hacia la habitación que tuve que pagar.

La recepcionista del hotel me sonríe apenas me ve, para ella el niño en mis brazos se ve como una chaqueta, mi habilidad no solo me permite cambiar de forma, también puedo hacer que los demás cambien, pero solo como objetos, y más que un cambio físico, es una ilusión.

Una vez en la habitación dejo al niño sobre la cama, seguramente le tomará otro par de horas así que hasta eso voy a darme un baño y pedir algo de comer, él va a estar hambriento cuando abra los ojos.

—Pido bañarme primero, me siento bastante incómodo—dice una voz somnolienta—, espero me hayas traído algo de comer, ¿me compraste ropa? No puedo andar con lo mismo otro día más.

—No soy tu niñera, mocoso—escupo con molestia, viendo como se sienta en la cama y se estira un poco.

—No fue eso lo que pregunté—Me da una mirada indiferente.

Oscuridad gris.©#1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora