33

2K 386 183
                                    

Hani caminaba con la mayor tranquilidad del mundo, se dirigía a llevar unas nuevas hierbas de té a la cocina principal. Al pasar junto a unas doncellas, logró escuchar la conversación que mantenían entre ellas.

—¿No se siente pesado el ambiente en este palacio? Hace un mes, la concubina Seo Yeji dio a luz a un varón, pero lamentablemente nació muerto. Incluso hay rumores de que fue culpa del Consorte del General, ya que castigó a uno de sus sirvientes, lo que provocó el parto prematuro.

—¿El niño nació ya muerto?

—Sí, el médico mencionó que el bebé era débil, pero es curioso, ¿no ha habido un número considerable de muertes desde que llegó el consorte?

—Se rumora que la razón es que el consorte no pudo dar a luz a un hijo del General y lo perdió; por ello, lanzó una maldición al palacio para que no nacieran más niños. Por eso murió la concubina Kim, quien esperaba un hijo.

—¡Oh dioses! ¿No es ya suficiente con la muerte de las madres? La muerte de la concubina Han debe haber sido culpa de ese hombre; seguramente la mató para quedarse con el pequeño príncipe, ya que él no puede tener un hijo propio.

Hani frunció el ceño y apareció frente a las dos doncellas, quienes se sobresaltaron al reconocerla, dándose cuenta de que serían castigadas. La doncella personal cruzó los brazos y levantó las cejas, mientras las otras dos tragaban saliva en silencio.


Yoongi soltó un florero de porcelana que se estrelló contra el suelo, convirtiéndose en pedazos. Emitió un suspiro largo y profundo, mirando hacia Choi MinHo, quien estaba ocupado añadiendo leña a la estufa para mantener cálido a su señor. Al oír el sonido de la rotura, el soldado se puso de pie y se acercó para limpiar, pero Yoongi lo detuvo.

—No, déjalo así... ¿No ha pasado demasiado tiempo para que regrese el General? Ni siquiera he recibido una carta. Dime qué has investigado al respecto, no sea que me estén ocultando los escritos. Ya han sido cinco meses desde su partida.

—No mi señor, el cartero no ha venido, he ido personalmente a recibirlo.

Ambos lograron ver como ingresó una Hani echa una furia, caminando a zancadas con el nuevo frasco de hojas de té de jazmin, ella parecía murmurar algo en bajo, MinHo se le acercó.

—¿Por qué hablas sola?

—Estas sirvientas del palacio están difundiendo rumores y le han dado a mi señor el apodo de 'el fantasma del palacio del General'; incluso afirman que mi señor está maldito. ¡Malditas sean, tablas no desarolladas! —exclamó con desprecio por lo que había oído—. Pero no se preocupe, mi señor, he ordenado que les den diez golpes con una varilla en las pantorrillas.

—Bien hecho—, felicitó el alfa. Ambos sonrieron y chocaron las manos en un gesto de orgullo total.

—Supongo que ya han empezado a circular rumores sobre mí; no importa, que digan lo que quieran. No es como si mi esposo tuviera una reputación intachable; nos complementamos perfectamente.

—Mi señor, usted no ha matado a nadie. ¡Usted no es el asesino de ese bebé! ¿Por qué piensan que pueden decir cualquier cosa? Fue culpa de esa mujer que, por hablar mal, recibió el castigo de la vida.

Yoongi le ofreció solo una media sonrisa; en ese momento, escuchó pasos firmes. MinHo se volteó y, al observar que la señora Kim intentaba entrar y levantar la mano hacia su señor, la detuvo colocando su espada sobre el pecho de ella, bloqueando su avance.

—Min Yoongi, ¿cómo te atreves a actuar contra un ser inocente?—¿Un ser inocente? 

Yoongi suspiró, recogió un fragmento de porcelana rota y lo acomodó entre sus manos, haciendo una mueca de desinterés hacia la intrusa

Sukha||Taegi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora