Voces

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Narra Severus:

-Tiene que ayudarla, profesor –me dijo en voz alta.

-¿Qué pasa? –pregunté mientras corría hacia ella.

-Oye voces... dice que oye voces... se está volviendo loca, lleva cerca de una semana así. Antes era menos frecuente, ahora es a todas horas. Por favor... ayúdela –me suplicó con los ojos llorosos.

-¿Voces? Juliet... dime que oyes –le pedí en voz baja.

-Vete de aquí... tú no... -los llantos aumentaron. No sabía cómo reaccionar.

-Tienes que hablarme.

-No puedo... -dijo con la voz entrecortada.

-Dime que oyes, ahora –mi tono de voz cada vez era más estricto, no soportaba verla así, la situación me estresaba. Intenté recurrir a la legeremancia, pero no escuchaba nada dentro de su mente... me habían bloqueado el paso.

-Quiere que vaya con él, que vaya con él, que vaya... -repetía constantemente, con las manos arañándose la cabeza. – ¡ME ESTOY VOLVIENDO LOCA! –gritó, apartándose los pelos de la cara y mirándome con ojos suplicantes –ayúdame, sácalo de mi cabeza –volvió a susurrar. Le pasaba algo grave.

-Vaya a buscar a Dumbledore, dígale que venga aquí inmediatamente –le ordené a Luna, que salió corriendo en busca de la profesora. No sabía qué hacer, no podía ayudar a Juliet si no me decía qué le ocurría.

-Quiere llevarme, tengo que ir ... -seguía repitiendo.

-Cálmate. Dime lo que oyes.

-Que vaya con él...

-Por Merlín... Juliet, mírame a los ojos –le ordené. Me obedeció sin dudarlo, clavando sus profundos ojos marrones en los míos. Estaban rojos y tenía la cara hinchada, esa tortura debía haber comenzado horas atrás. –Ahora dime lo que oyes.

-Quiere que le siga, que vaya con él... y no sé como... tengo que ir, me voy a volver loca...

-¿Quién?

-No lo sé, no lo sé... ayúdame, Severus –me dijo mientras lágrimas recorrían sus mejillas. El hecho de que me llamara Severus no me había molestado... me gustaba oírselo pronunciar. Estaba desesperada, y yo empezaba a estarlo también. Sujeté su cabeza con ambas manos y con los pulgares limpié sus mejillas. No podía hacerlo, no podía... rocé mis labios con los suyos, haciendo que se estremeciera, mientras le susurraba que todo iba a salir bien. Pero... ¿qué iba a salir bien? ¿Quién estaba dentro de su cabeza? De pronto sentí unos brazos rodear mi cuerpo. Refugió su cabeza en mi pecho para sentirse más protegida. Yo no reaccioné, no me abrazaban desde hacía más de diez años... sin embargo, a ella no le importaba. Tímidamente le comencé a acariciar el pelo, mientras mantenía la otra mano sobre su espalda... aquella espalda que había recorrido desesperadamente días atrás. No quería que nadie me viera de aquella manera con una alumna... menos mal que la mayoría de los alumnos y profesores se encontraban en el gran comedor... ¿y qué hacía Juliet ahí, entonces? Ya le preguntaría más tarde, no podía hacerlo en el estando en el que se encontraba.

Dumbledore llegó pocos minutos más tarde, quedando sorprendido al ver a Juliet abrazada a mí. Levanté la cabeza para mirarle, y vi que estaba acompañado por McGonagall. Decidí no darle importancia a que viniera con la profesora, y me ahorré preguntar el por qué.

-Oye voces –dije señalándola con un leve gesto de cabeza.

-Lo sabemos –dijo Dumbledore con gesto grave. Miraba inquisitivamente a la forma en la que la estaba abrazando. Decidí ignorar su gesto.

Loco por ella | Severus Snape y Juliet HowardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora