DOCE

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Era el final de la última clase y el campus comenzaba a vaciarse poco a poco

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Era el final de la última clase y el campus comenzaba a vaciarse poco a poco. Después del extraño encuentro en el laboratorio de química, mis pensamientos se enredaban entre la fascinación y la confusión. No solo por Taehyung, sino también por esa sensación persistente de que la familia Kim y quienes los rodeaban escondían algo mucho más profundo y misterioso.

Recogí mis cosas y me dirigí a la salida del edificio, cuando escuché mi nombre. Al girarme, vi a Baekhyun y Jay caminando hacia mí, ambos con sonrisas.

—¿Qué tal, Jungkook? —saludó Baekhyun mientras se acercaba—. Escuché los rumores de que Kim Taehyung y tú se han vuelto cercanos. ¿Todo bien?

Estaba a punto de responder, cuando de repente, Taehyung apareció a pocos metros de nosotros. Sus ojos brillaban con ese peculiar tono dorado que ya había llegado a reconocer. Se acercó con pasos seguros y una expresión tranquila, pero al posar su mirada en Baekhyun y Jay, ambos cayeron en un incómodo silencio, como si algo en él los descolocara.

—Jungkook, ¿puedo hablar contigo? —preguntó ignorando por completo el desconcierto de mis amigos.

Baekhyun y Jay intercambiaron miradas antes de sonreír forzadamente y despedirse.

—Nos vemos mañana, Jungkook —dijo Baekhyun, con un tono extraño, casi reverente, antes de alejarse rápidamente junto con Jay.

Cuando quedamos solos, Taehyung me miró con esa expresión que parecía penetrar mi alma.

—Quiero mostrarte algo, si confías en mí —dijo, con una suavidad que me hizo sentir una inexplicable mezcla de curiosidad y aprensión.

La proposición me tomó por sorpresa, pero la fascinación pudo más que la cautela. Asentí y le devolví la mirada.

Con una sonrisa que mostraba un atisbo de misterio, me hizo una señal para que lo siguiera. Caminamos en silencio hasta llegar al límite del campus, donde un sendero se adentraba en un bosque cercano. El aire fresco me envolvía mientras las sombras de los árboles danzaban alrededor de nosotros.

—¿A dónde vamos? —pregunté, mirando el entorno, cada vez más intrigado.

Taehyung sonrió. —No podremos llegar caminando.

Antes de que pudiera preguntar más, Taehyung se giró de espaldas y se inclinó levemente, como invitándome a subirme. Lo miré desconcertado, pero su mirada tranquila y segura me hizo confiar en él. Asentí, y con un poco de nerviosismo, subí a su espalda, aferrándome a sus hombros.

—Sujétate bien, mono araña.

En el momento en que lo hice, el mundo cambió. Sentí cómo nos deslizábamos entre los árboles con una velocidad que me quitó el aliento. El viento golpeaba mi rostro mientras las hojas y las ramas se convertían en un susurro lejano. Era como volar, pero con los pies aún firmemente en el suelo. Mi corazón latía rápido por la emoción y aunque mi mente intentaba procesar lo imposible que era aquello, mi cuerpo confiaba en él.

El aire era más frío en lo alto de la colina donde Taehyung me había llevado. La vista desde ahí era impresionante: el sol apenas asomaba entre las montañas, bañando el paisaje en tonos dorados. Pero no podía concentrarme en eso. Todo mi enfoque estaba en él. En lo que estaba a punto de revelarme.

Taehyung se detuvo y se giró hacia mí. Su expresión estaba tensa, pero sus ojos brillando con ese dorado hipnótico no me permitían apartar la mirada.

—Sabes que soy diferente, ¿verdad?

Asentí, inseguro de qué decir. Había tantas preguntas en mi cabeza, pero ninguna encontraba las palabras adecuadas.

—Te lo advertí, Jungkook —continuó, con un tono casi amargo—. Esto no es algo que deberías saber. Pero tú insistes… y yo no sé cómo alejarte.

Sus palabras me dejaron sin aliento. Quería preguntar qué significaba eso, pero antes de que pudiera hacerlo, Taehyung dio un paso atrás, hacia la luz del sol que comenzaba a tocar el claro donde estábamos.

—Mira bien. Esto es lo que soy.

Con un movimiento lento, se quitó la chaqueta juntona su remers y dejó que el sol bañara su piel. Al instante su cuerpo comenzó a brillar. No era sudor ni un reflejo. Era como si su piel estuviera hecha de millones de cristales, reflejando la luz en un espectáculo imposible de describir. Era hermoso.

—¿Ves esto? —preguntó, extendiendo las manos hacia mí. Su tono era frío, casi acusatorio—. Esta es la piel de un asesino.

Me quedé paralizado. Quería negar lo que decía, pero no podía encontrar mi voz. Él continuó:

—Cada parte de mí está diseñada para ser una trampa. Mi apariencia, mi voz, incluso mi forma de caminar. Todo está hecho para atraer… para cazar. —Sus ojos se clavaron en los míos—. Y tú, Jungkook, no eres más que una oveja perdida en medio de un bosque lleno de lobos.

—No eres un monstruo —murmuré finalmente.

Taehyung dejó escapar una risa amarga y negó con la cabeza.

—¿Cómo puedes estar tan seguro? No me conoces. No sabes de lo que soy capaz.

—Tal vez no, pero sé lo que he visto —respondí, mi voz ganando fuerza—. Y lo que veo es alguien que lucha contra lo que es. Eso no es de un asesino. Es de alguien que quiere proteger.

Por un momento, pensé que había dicho algo que lo lastimó. Su expresión se suavizó, pero sus ojos seguían cargados de dolor.

—Eres tan terco como lo imaginé.

Quizás en ese momento compartido descubríamos no solo los secretos del mundo, sino aquellos que habíamos guardado en lo más profundo de nosotros mismos.


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Escarlata | KTH + JJK (RESUBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora