TRES

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El primer día de clases en Pyonguk no comenzó como esperaba

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El primer día de clases en Pyonguk no comenzó como esperaba. Todos los estudiantes parecían ya conocerse, riendo y hablando como si no existiera un nuevo intruso en su pequeño mundo. Caminé por los pasillos intentando ignorar las miradas fugaces que me lanzaban, esas que gritaban "extraño".

Mientras buscaba mi casillero, que parecía imposible de encontrar en este laberinto, alguien pasó corriendo a mi lado, chocando ligeramente conmigo.

—¡Oye! —exclamé, tratando de no perder el equilibrio.

El chico que me había empujado se detuvo y se giró hacia mí con una sonrisa despreocupada. Era más alto que yo, de cabello oscuro y con un aire de carisma que parecía atraer a cualquiera.

—¿Eres nuevo, cierto? —preguntó, inclinando la cabeza mientras me miraba con curiosidad.

—¿Cómo lo sabes? —respondí con cautela.

—Oh, créeme, aquí nadie es nuevo. Todos hemos estado atrapados en este lugar desde siempre. —Se rió y me tendió la mano. —Jay, por cierto. Bienvenido al infierno.

No pude evitar sonreír ante su tono sarcástico mientras estrechaba su mano. —Jungkook. Gracias, supongo...

—Entonces, Jungkook, ¿ya te has perdido? Porque aquí es tradición que los nuevos pasen al menos una semana vagando sin rumbo.

—No exactamente. Solo estaba buscando mi casillero. Es el 112... o eso creo.

Jay soltó una carcajada y señaló hacia el otro extremo del pasillo. —Estás en el ala equivocada. Vamos, te llevo.

Mientras caminábamos, Jay no dejó de hablar. Parecía disfrutar de su propio monólogo, comentando todo y todos a nuestro alrededor con un tono burlón pero entretenido. Para cuando llegamos a mi casillero, sentí que había aprendido más sobre la escuela en esos cinco minutos que en toda la orientación.

—Ahí lo tienes, Jungkook. —Hizo una exagerada reverencia y luego me dio una palmada en la espalda.

—Por cierto, si necesitas algo, búscame. Estoy en la mesa del fondo en la cafetería. No te preocupes, no cobramos por sentarte con nosotros... mucho.

Aunque su actitud era relajada, había algo reconfortante en su presencia. Tal vez este lugar no sería tan malo después de todo.

🧛

El incidente ocurrió al día siguiente, cuando fui a la cafetería para almorzar. Después de recorrer la fila, logré conseguir una bandeja con algo que parecía comestible. Apenas había dado unos pasos para buscar una mesa cuando escuché un ruido detrás de mí.

—¡Cuidado! —gritó alguien, pero fue demasiado tarde.

Un impacto en mi espalda me hizo tambalearme y antes de que pudiera reaccionar sentí un líquido tibio resbalar por mi remera. Miré hacia abajo y vi sopa y arroz esparcidos por todas partes.

—¡Oh, no! ¡No puede ser! —Una voz desesperada me hizo voltear. Frente a mí estaba un chico de cabello castaño claro, que sostenía una bandeja vacía con ambas manos y una expresión de horror en su rostro. —¡Lo siento muchísimo! Soy un desastre. No sé cómo pasó esto.

Suspiré mientras me quitaba la bandeja de encima, intentando mantener la calma. —Bueno, al menos no es sopa caliente...

Él soltó una risa nerviosa y empezó a buscar servilletas como si su vida dependiera de ello. —Por favor, déjame compensarte. Te invito lo que quieras, de verdad. Esto es culpa mía.

—No te preocupes, creo que ya estoy acostumbrado a los desastres. —Intenté bromear.

Me miró con ojos llenos de culpa y luego sonrió tímidamente. —Soy Park Bogum, por cierto. Si te sirve de algo, prometo no volver a derramar sopa sobre ti.

—Jeon Jungkook. Y si eso es cierto, entonces estamos en paz.

Ambos reímos, y aunque mi camisa estaba arruinada, descubrí que su torpeza no era algo que pudiera odiar. Más bien, era una de esas cosas que lo hacían encantador.

🧛

Un par de días después del incidente en la cafetería, Bogum insistió en presentarme a su grupo de amigos. "Son geniales, bueno... la mayoría", me dijo mientras caminábamos hacia una de las bancas en el patio.

Allí, junto a Jay y un par de chicos más estaba alguien que destacaba por su presencia llamativa. Era bajo pero con un porte lleno de confianza. Su cabello rubio resaltaba bajo el sol y sus ojos brillaban con una mezcla de curiosidad y juicio.

—Oh, así que este es Jungkook, el chico nuevo del que tanto hablas, Bogum. —El tono de su voz era tan chispeante como burlón, como si me estuviera evaluando.

—Eh... sí, soy Jungkook —respondí, sintiéndome un poco expuesto bajo su escrutinio.

—Park Jimin —dijo mientras cruzaba las piernas y me miraba como si ya supiera todo sobre mí—. Bogum no deja de hablar de cómo arruinó tu almuerzo. Es un desastre, ¿no? Aunque, bueno, eso lo hace entrañable.

—Gracias por recordármelo, Jimin —murmuró Bogum entre dientes.

Jimin rió de una manera contagiosa y jugueteó con una pulsera en su muñeca antes de mirarme de nuevo. —Así que... ¿te está gustando Pyonguk o ya quieres escapar?

—Es un cambio... grande, pero creo que sobreviviré —respondí, esforzándome por sonar seguro.

—Oh, seguro que sí. Especialmente si estás con nosotros. Bueno, conmigo al menos. —Se encogió de hombros con una sonrisa que no dejaba claro si estaba bromeando o hablaba en serio.

Aunque Jimin tenía una actitud descarada y un aire de superioridad, no era desagradable. Su honestidad era refrescante, incluso si a veces parecía que disfrutaba demasiado provocando a los demás.

Así fue como conocí al trío que se convertiría en una constante en mi vida en Pyonguk: Jay, con su magnetismo natural; Bogum, con su torpeza adorable; y Jimin, con su chispa innegable. Tres personalidades completamente distintas, pero de alguna manera, juntos eran el equilibrio perfecto.

 Tres personalidades completamente distintas, pero de alguna manera, juntos eran el equilibrio perfecto

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Escarlata | KTH + JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora