DIEZ

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La noche anterior estuvo plagada de incógnitas

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La noche anterior estuvo plagada de incógnitas. Los señores Kim hicieron todo lo posible por comprender mi situación, aunque las respuestas parecían estar tan lejos como siempre. Soñaba con eventos futuros, fragmentos desconcertantes que se materializaban en la realidad de formas impredecibles. Aquellas visiones, que al principio parecían sueños al azar, ahora se sentían como un rompecabezas cuyo significado me eludía. Mi sangre, aparentemente especial, seguía siendo un misterio incluso para Taehyung, que me observaba con una intensidad que me hacía sentir como un objeto de estudio.

El sonido de la alarma rompió el silencio de la madrugada, arrastrándome de vuelta a la vigilia. Eran las seis de la mañana. Mi mano, pesada por el letargo, se extendió para silenciarla. A diferencia de otras noches, no había tenido pesadillas. Ninguna visión distorsionada perturbó mi descanso y esa breve tregua se sintió como un regalo inesperado.

Mis padres ya habían salido para su nuevo trabajo, ubicado a una hora del pueblo. La rutina parecía haberse acomodado a su ausencia, pero esa mañana estaba lejos de ser normal.

—Si no despiertas, llegaremos tarde.

La voz resonó desde la penumbra de mi habitación. Salté de la cama alarmado y mis ojos buscaron rápidamente al intruso. Taehyung estaba allí, apoyado contra el marco de la ventana, su expresión una mezcla de diversión y seriedad. Su presencia me dejó desconcertado.

—¿Qué haces aquí? —murmuré, aún intentando sacudirme el sueño mientras intentaba peinar mi cabello desaliñado con los dedos.

—Entré por la ventana —respondió con calma, señalando el marco como si fuera algo completamente natural.

—No pregunté cómo entraste —le repliqué, cruzándome de brazos—. ¿Por qué no tocaste el timbre?

Una sonrisa perezosa curvó sus labios y el brillo en sus ojos dejó entrever que mi desconcierto lo divertía.

—Podría haberlo hecho —dijo encogiéndose de hombros—, pero no quería interrumpir tu sueño. Te veías tranquilo.

Su tono casi protector me dejó sin palabras. Había algo en la forma en que lo dijo, algo que no podía identificar del todo. Intenté recuperar la compostura mientras me levantaba de la cama.

—¿Y eso por qué? —pregunté con cautela, sintiéndome vulnerable bajo su escrutinio.

—Mis padres me pidieron que te cuidara.

Me congelé en mi lugar, su declaración golpeándome con fuerza. El desconcierto se reflejó en mi rostro.

—¿Cuidarme? —repetí incrédulo—. ¿Por qué necesitaría eso?

Era cierto que recientemente había sido atacado por un vampiro, pero los Kim habían solucionado el problema rápidamente, asegurándose de que no representara una amenaza nunca más. Ese episodio oscuro parecía pertenecer al pasado, pero Taehyung no compartía mi optimismo.

—No es el único vampiro rondando estas zonas —dijo con frialdad—. Hoy iré contigo.

Su tono no dejaba espacio para discutir. Suspiré resignado. Abrí el armario y saqué unos pantalones grises y un suéter azul, dejándolos sobre la cama antes de girarme hacia él.

—Espera en la sala mientras me cambio —le indiqué, señalando la puerta con una inclinación de cabeza.

Taehyung alzó una ceja, y la sonrisa traviesa que se formó en sus labios encendió una alarma en mi mente.

—No tengo problema con mirarte.

Mis mejillas se encendieron al instante. La vergüenza y el desconcierto me invadieron, y sólo pude responder señalando la puerta con más énfasis.

—¡Fuera!

Su risa resonó mientras salía de la habitación, ligera y despreocupada, como si mi incomodidad fuera un entretenimiento para él. Aún después de que se marchara podía escuchar sus carcajadas en el pasillo, lo que solo aumentaba mi frustración. Cerré la puerta y me apresuré a prepararme, tratando de ignorar el calor en mi rostro.

Cuando bajé, con mi mochila colgando de un hombro, encontré a Taehyung observando mi sala. Su mirada recorría cada rincón, como si estuviera catalogando cada detalle. Me dio la impresión de que estaba inspeccionando el lugar, buscando posibles amenazas, aunque quizá solo intentaba entender más de mi vida.

—¿Nos vamos? —pregunté para romper el incómodo silencio.

Taehyung asintió y al salir vi su auto. Era un vehículo oscuro y elegante, demasiado lujoso para el entorno modesto de mi zona. Sabía que llamaría la atención en la escuela y eso era lo último que quería.

—¿Iremos en eso? —pregunté, señalando el auto con evidente incomodidad.

—¿Qué tiene de malo? —respondió, cruzando los brazos y alzando una ceja.

—No quiero atraer miradas —admití, bajando la vista.

Taehyung me estudió por un momento, luego ladeó una sonrisa. —Cualquier otro chico se hubiera emocionado, no incomodado.

Entonces me crucé de brazos también. —Yo no soy como cualquier otro chico.

—Ya lo veo.

Resignado, subí al auto. El trayecto transcurrió en un silencio tenso, roto solo por una pregunta inesperada.

Al llegar, las miradas se volvieron hacia nosotros, los murmullos aumentando con cada paso que dábamos. Taehyung caminaba a mi lado con una confianza arrolladora, ajeno a las miradas curiosas. Yo, en cambio, sentía el calor subiendo a mi rostro.

—¿Estás bien? —preguntó, su tono bajo pero cargado de interés genuino.

Asentí, aunque la atención de los demás seguía siendo abrumadora. Sin embargo, en medio de todo, la presencia de Taehyung era como un escudo. Por primera vez, no sentí miedo de enfrentar las miradas.

—Nos vemos luego, Jeon Jungkook —dijo antes de separarnos, su voz suave pero firme, como si esas palabras fueran más que una simple despedida.

Asentí, sintiéndome extrañamente seguro.

Asentí, sintiéndome extrañamente seguro

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Escarlata | KTH + JJK (RESUBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora