¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Al despertar, se percató de que se encontraba en la casa de Suguru.
-Suguru... ¿qué ha pasado? ¿Por qué estoy aquí?-se frotó los ojos, notando que llevaba puesta ropa limpia.
-Eso me gustaría saber a mí. Según mi hermanito, estabas gritando aquí afuera mientras te agarrabas de las rejas. Luego te caíste-reprochó, sin antes mencionar lo más importante. -Para ayudarte, Megumi se lastimó la rodilla y eso... podría ser grave.
No quería ni mirarlo, aunque fuera su mejor amigo; lo más importante era la salud de su hermanito.
-No sé qué me pasó, de verdad no lo recuerdo. Perdona si te causé algún problema.
Aún con jaquecas, no tenía claro qué había hecho la noche anterior.
-No es tanto por mí, sino por mi hermanito-le acarició el cabello, tratando de no ser tan severo con el albino.
-¿Dónde está tu hermanito? Quiero pedirle disculpas.
Debía poner los pies en la tierra y comportarse como un joven de 18 años, no como alguien melancólico que se presentó en la casa de su amor platónico a gritar.
-Puedes disculparte más tarde; hoy es su primer día en la escuela.
Se sentó a su lado en la cama, habiendo alejado ya sus manos.
-¿Qué, acaso no iba a la escuela? Pero si ya estamos a mitad de año.
-Lo que sucede es que Megumi es muy frágil; cualquier herida o travesura de los otros niños puede afectarlo seriamente.
Con un nudo en la garganta, respondió mientras bajaba la mirada.
-Mi papá quiere mantenerlo encerrado entre estas cuatro paredes, temeroso de no volver a verlo-levantó la mirada con esfuerzo, mostrando una sonrisa cálida como siempre. -Tuvo que suplicarle para que lo dejara ir a la escuela, asegurándole que no se acercaría demasiado a los otros niños y que tendría mucho cuidado.
-Parece un pajarito enjaulado-dijo, una comparación que puede parecer tonta, pero que resulta muy acertada.
-Satoru, sabes... vivo con el temor de que algún día alguien lo empuje sin querer o mientras juega-apretó los labios.-No quiero verlo en un cajón, Megumi es todo para mí, es mi hermanito, es mi otra mitad.
-Oye, tranquilo-se acomodó rápidamente para ofrecerle un abrazo reconfortante.-Si es tan valioso para ti, también lo es para mí. Aunque no tengo hermanos, puedo intentar cuidar de tu hermano como si fuera mío.
-Satoru, no sé qué haría sin ti.
Durante el abrazo, se sintió querido por el albino, quien siempre lo escucha y lo comprende; es un chico excepcional.
Por supuesto, Gojō es perfecto junto a Suguru, ya que sus abrazos son cálidos y sus palabras también, porque lo quiere tanto que haría lo que fuera por él, incluso verlo con otra persona.