_______ se puso la prenda que Liam le había traído encima de los vaqueros y se recogió el pelo en una trenza al costado de la cara. Faltaban diez minutos para que él pasara a buscarla para ir juntos al partido y ya comenzaba a ponerse nerviosa.
El ruido de las llaves que se estrellaban contra el cuenco de barro hizo que su corazón se acelerara y cuando vio a Liam junto a la puertaventana de la terraza jugando con Elvis, un hormigueo le recorrió todo el cuerpo.
—Has sido puntual —dijo ella y así anunció su presencia.
Liam dejó a Frank en el suelo y se dio media vuelta. Lo primero que notó en ella no fue la sudadera de los Falcons que le llegaba casi hasta las rodillas, sino la trenza que caía sobre su hombro derecho. Un escalofrío subió por su espalda. Era la primera vez que la veía peinada de aquella manera y su imagen le trajo a la mente los crímenes del Asesino de las Flores. Le pareció estar viendo a cada una de las víctimas en el rostro de _______. Con aquella trenza se parecía aun más a las cuatro muchachas asesinadas.
—¿Liam, qué sucede? —Avanzó hacia él. Estaba pálido.
—Nada, nada. —Le tocó la trenza—. Es solo que es la primera vez que...
_______ lo comprendió todo entonces. Al instante se quitó la bandita de goma que le sostenía la trenza y comenzó a deshacérsela.
—Lo siento. —Le temblaban las manos—. Ni siquiera me he dado cuenta. —Se soltó el cabello primero y luego se lo recogió en una cola de caballo en lo alto de la coronilla.
—No es culpa tuya, pero me ha causado una extraña impresión verte con esa trenza —explicó mientras recobraba la calma.
—Lo sé. —Quiso sonreír, pero no pudo—. ¿Por qué no nos vamos? Se nos va a hacer tarde.
—Tienes razón. —Comenzó a desabrocharse la camisa—. ¿Dónde has dejado mi sudadera de los Falcons?
—Sigue en la bolsa. —Desvió la mirada de su torso desnudo—. Te la traeré.
Se alejó a paso firme y regresó con la prenda un par de segundos después.
—Aquí tienes —le dijo e intentó mantener sus ojos castaños a la altura de su rostro. Fue hasta donde estaba Frank y le acarició la cabeza mientras él terminaba de ponerse la prenda. Lo observó por el rabillo del ojo mientras lo hacía y cuando finalmente terminó de ponérsela _______ descubrió que aquel atuendo, que le quedaba demasiado ajustado, lograba perturbarla tanto o más que su torso desnudo.
—Vamos —dijo él y se movió para permitirle el paso a _______—. Frank, pórtate bien.
El perro lo miró y dio un gran bostezo.Antes de que el montacargas se cerrara se oyó un revuelo en el pasillo.
—¡Liam, espera!
Una pareja joven corrió hasta ellos.
—¡Mónica, Jessie! ¿Cómo estáis?
—Bien, veo que vais al partido —dijo el hombre al observar sus atuendos—. Nosotros también.
—Así es. —Pasó su brazo por el hombro de _______—. Unos amigos nos consiguieron las entradas.
—Hola, _______. Los señores McKey nos comentaron que vivías en el loft de Liam —dijo Mónica y la saludó con un beso en la mejilla—. Mi nombre es Mónica y éste es Jessie, mi marido. —Jessie estrechó la mano delgada de _______ con fuerza.
—Un placer conoceros —dijo con una sonrisa.
—¡Qué novia más bonita te has conseguido, detective! —dijo Jessie mientras le guiñaba el ojo.
—¿Verdad que sí? —respondió Liam y la apretó contra él.
_______ reprimió las ganas de darle un pisotón solo porque tenían compañía. Se lo reservaría para cuando estuvieran a solas.
—Podemos ir en nuestro coche, si queréis —sugirió Jessie mientras abandonaban el edificio—. Después de todo, vamos al mismo lugar.
—¿Qué dices, cariño? —Liam tenía una sonrisa de oreja a oreja instalada en su rostro.
_______ le lanzó una mirada asesina.
—Por mí está bien, cariño —dijo y exageró la última palabra.
—Subid entonces —gritó Mónica mientras abría la puerta del acompañante.
Liam se dio prisa y abrió para ella la puerta ubicada detrás del conductor.
_______ entró sin siquiera mirarlo y se sentó en un rincón con los brazos cruzados. Él rodeó la parte trasera del automóvil y se acomodó a su lado.
—¿Cuánto tiempo hace que eres novia de Liam? —preguntó Mónica mientras se daba la vuelta.
_______ miró a Liam y le hizo señas para que respondiera él a su pregunta; después de todo la idea de inventar que tenían una relación amorosa había sido suya.
—Un par de meses.
—¿Y ya habéis decidido probar la convivencia?
—Así es. —Miró a _______ y le tomó la mano; ella intentó que no lo hiciera, pero no pudo hacer nada cuando Liam se la llevó a la boca y la besó—. _______ y yo no queremos vivir ni un minuto separados.
Los ojos negros de Mónica se abrieron asombrados.
—¡Qué romántico! —Miró de reojo a su esposo que estaba concentrado en conducir—. Jessie y yo pensábamos lo mismo cuando nos caFrankos, luego tuvimos a nuestra pequeña Priscilla y las cosas cambian cuando llegan los hijos —dijo con tono melancólico.
—Supongo que sí —respondió _______ y trato de soltar su mano.
—Tú y Jessie hacéis una pareja estupenda —comentó Liam y apretó más fuerte la mano de _______.
—También _______ y tú.
Sus ojos se encontraron y por un instante, solo por un instante, creyeron que lo que Mónica acababa de decirles era verdad. Estaban fingiendo que estaban enamorados y sin embargo parecía que había poco de engaño detrás de aquella farsa. ¿Acaso los demás veían lo que ellos no? ¿Estarían tan ciegos como para no aceptar que lo que los unía era más que el deseo y la necesidad de proteger y ser protegida?
_______ se preguntó qué pasaría por la cabeza de Liam en aquel momento mientras sus ojos verdes perforaban los suyos.
Liam se moría por descubrir qué se escondía detrás de aquella mirada castaña cada vez que posaba sus ojos en él. Deseaba conocer cuáles eran los sentimientos de _______, comprobar si eran iguales a los suyos.
—Hemos llegado —la voz chillona de Jessie los trajo de nuevo a la realidad.
_______ logró zafarse de la mano de Liam cuando el automóvil se detuvo. Se bajó antes de que él pudiera protestar. Ya fuera, él se acercó por detrás y la sujetó de la cintura.
—No olvides que somos novios y que hacemos una pareja estupenda —le susurró él al oído.
—No lo olvido —le respondió ella e intentó, al menos, poner un poco de distancia entre su espalda y el pecho de Liam.
Los cuatro caminaron hacia una de las entradas laterales del estadio en medio de una gran masa de público. Liam seguía sujetándola de la cintura a medida que avanzaban y _______ solo deseaba que aquella tortura llegara a su fin lo antes posible. Fingir que tenía una relación con Liam Payne se estaba conviniendo en un arma de doble filo para ambos. Sentía que, en cuanto se quitaran las mascaras, la ficción superaría ampliamente a la realidad.
No había nada que ella pudiera hacer para evitar lo que sucedería si seguían con aquel juego. Lanzó un suspiro, la verdad era que tampoco quería hacerlo.
Se acomodó la chaqueta y verificó que el nudo de la corbata estuviera en su lugar. Había ensayado lo que le diría una y mil veces. Aun así, no podía evitar sentirse nervioso. Se secó el sudor de la frente que caía debajo de su gorra de béisbol y dio un par de golpes en la puerta.
Cuando por fin la tuvo enfrente la adrenalina comenzó a correr a través de sus venas. Contó hasta cinco en un intento por calmarse; lo que menos quería era asustarla. Nada podía arruinar aquel momento: su momento.
Saco la identificación y se la mostró.
—Soy Ronnie Walter, trabajo para la Comisión de los Derechos de los Animales. —Había repetido aquellas palabras tantas veces en su cabeza que hasta podía llegar a creer que lo era realmente.
—¿Qué desea? —preguntó la joven escudada detrás de la puerta.
—Estamos realizando una encuesta a todas las personas que tienen mascotas. —Le sonrió—. ¿Un perro, un gato o un canario tal vez?
—Tengo un perro. Se llama Bongo —respondió con recelo.
—Bonito nombre. —Sacó unos papeles del maletín que había dejado en el suelo—. Me gustaría hacerle unas preguntas, señorita...
—Lisa Rogers.
Sabía muy bien cuál era su nombre, solo deseaba que ella se lo dijera.
—Muy bien, señorita Rogers. No querría robarle su tiempo, pero debo hacer mi trabajo. Sé que la mayoría de las veces solo molesto y la gente tiene razón en poner mala cara cuando llamo y les digo que quiero hacer unas cuantas preguntas.
Ella asintió y lentamente abrió la puerta.
—¿No nos hemos visto antes? —preguntó cuando lo miró mejor. Pero la gorra que cubría casi la mitad de su rostro no dejaba mucho para ver.
—¿Quién sabe? ¡Quizá nos conocimos en otra vida!
Lisa Rogers esbozo una sonrisa tibia.
—¿Le llevarán mucho tiempo sus preguntas, señor Walter?
—Unos cuantos minutos, Lisa. —Apoyó el brazo en el marco de la puerta—. Puedes llamarme Ronnie.
Ella se sonrojó.
—Si realmente te molesta que haga esto, solo dímelo. Puedo decir que no encontré a nadie en casa y...
—No, tienes razón. Solo haces tu trabajo. —Abrió más la puerta—. Ven, pasa. ¿Te gustaría tomar algo fresco? Tengo té helado recién preparado.
Una sonrisa plena de satisfacción se instaló en su rostro mientras entraba.
—Me encantaría...