Sanji

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*** Narra Sanji***

Hacía días que el estúpido cabeza de musgo no se separaba de _________ y cuando trataba de acercarme a ella, él simplemente llegaba y se apoderaba de su atención, no veía algo romántico entre ellos, pues solo hablaban y aveces el, le ayudaba a entrenar, pero aquello no me convencía, en un par de días nos iríamos al punto de encuentro para empezar la batalla, y yo no había podido concentrarme, no sé si lo que sentía por _______ era lo mismo que sentía por todas las mujeres o era diferente, pero tenía que averiguarlo antes de ir a batalla.

—Hermosa _______ -Swan, te traje una rica limonada, para que descanses un rato— le dije con una sonrisa, mientras veía la suya que se iba formando en sus labios, era tan linda.

—Está entrenando, no la molestes—

Escuché la voz del marimo, tomando el vaso que ella tenía entre sus manos para volver a entregármelo, esta vez no dejaría que él se saliera con la suya, por lo que tome el vaso y volví a entregárselo a ella.

— No voy a permitir que la esfuerces demasiado—

— Ella tiene que entrenar—

— ella ya maneja muy bien su poder, déjala descansar— le replicaba una y otra vez al marimo hasta que ella se interpuso, entre los dos.

—Tomaré un descanso ¿está bien zoro? Más tarde seguimos entrenando — dijo mientras volteaba a verlo y él solo asintió mientras que a mí me veía como si quisiera matarme en aquel momento.

— Ven Sanji, ¿te ayudo a cocinar? Nuestro capitán llegará a devorar cualquier cosa, te lo apuesto—

Yo sonreí como un tonto, y le negué, mientras le ofrecía mi brazo para que caminara junto conmigo hasta dentro de la cabaña, fuimos directo a donde estaba la cocina improvisada y yo la dejé cerca en un asiento que se encontraba ahí poniendo su vaso en la barra que estaba a un lado.

— Tienes que descansar, esa bestia te tiene entrenando como si fueras no sé qué, relájate preciosa _______ y disfruta de tu limonada—

Le sonreí de nuevo para adentrarme a la cocina, donde hacía lo que mejor hago y lo que me apasiona hacer.

Sentía su mirada sobre mi, y mi cuerpo comenzaba un ligero temblor, aunque lo controlaba pues en la cocina sabía que no había nadie mejor que yo.

De vez en cuando volteaba a verla y ella estaba ahí, bebiendo de su limonada y regalándome una hermosa sonrisa.

—donde lo dejé— murmure solo para mí, pero ella tenía buen oído, que me preguntó si algo pasaba.

—No, solo no encuentro uno de los condimentos, pero recuerdo haberlo dejado aquí, pero no está—

Ella se puso de pie para acercarse y con una linda sonrisa hablo, era tan perfecta —dime cómo es, y te ayudaré a encontrarlo—

Dijo y yo solo pude asentir — está en un recipiente de vidrio, es de un color rojizo—

Con esas especificaciones ella comenzó a buscar y yo de igual manera, que de un de repente la vi subir a una mesa para buscar en la parte de arriba.

Se levantó en las puntas de los pies ¿por qué no había ultilizado su poder? Me pregunté mientras veía como aquella mesa improvisada comenzaba a temblar, que de la nada, la base se zafó de uno de los bordes y su cuerpo iba cayendo.

No dije nada y corrí hasta ella evitando que fuera a caer, atrapándola con mis brazos, pero mi posición no fue la mejor que ambos caímos, ella sobre mi, y mis brazos enrollando su cuerpo, prefería que yo me lastimara a que ella le pasara algo.

The Perfect Dose  || Zoro, Sanji y tú ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora