2020

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27 de Enero 2020

Luego de que Luca me confesara que había terminado con Aime, todo cambió entre nosotros. Aquella barrera invisible que siempre nos había mantenido a raya se desvaneció. Lo que comenzó como pequeños gestos y miradas furtivas se transformó rápidamente en algo más. Cada vez que estábamos cerca, la atracción era palpable, como una corriente que no podíamos controlar. Sabíamos que no debíamos, que las consecuencias serían devastadoras, pero al final, terminamos cediendo a lo inevitable.

Nos veíamos a escondidas, siempre en la sombra de la culpa y el miedo de ser descubiertos. No podía dejar de pensar en Luca, y él tampoco podía alejarse de mí. Sabíamos que estaba mal, que Benja jamás nos lo perdonaría, pero la atracción era más fuerte que cualquier otra cosa. Cada encuentro era un riesgo, pero lo valía. Nos escabullimos en fiestas, después de entrenamientos o en cualquier momento en que Benja no estuviera cerca.

Hoy era mi fiesta de cumpleaños número 18. Había gente por todos lados, el ruido de la música llenaba la casa, y las luces titilaban mientras la gente bebía y reía. Intenté disfrutar la fiesta como cualquier otra persona, pero mi mente estaba en otra parte. Sabía que Luca estaba ahí. Sabía que, en algún momento de la noche, encontraría una manera de estar a solas conmigo, como siempre.

Desde lejos, nuestras miradas se encontraron. Sentí ese tirón en mi pecho, esa sensación que me indicaba que iba a suceder, que el riesgo sería mayor esa noche.

Cuando la mayoría de la gente estaba distraída con la música y las risas, me escabullí hacia la parte más alejada del jardín, un rincón donde las luces no alcanzaban y las sombras nos ofrecían protección. Mis manos temblaban mientras lo esperaba, pero ese nerviosismo era parte de la adrenalina que siempre sentía cuando estábamos a punto de vernos.

No pasó mucho tiempo hasta que lo vi acercarse. Luca caminaba con esa seguridad que me volvía loca, pero también con cautela, asegurándose de que nadie lo viera. Cuando llegó a mi lado, no dijimos nada. El silencio entre nosotros era cómplice, cargado de intenciones.

—Feliz cumpleaños, Bi —murmuró mientras me rodeaba con sus brazos y dejaba un beso en mi cuello, ese que me hizo estremecer.

—Gracias... —respondí, sintiendo cómo mi cuerpo respondía al suyo sin poder evitarlo.

Su cuerpo me empujó suavemente contra la pared de la casa, y en ese momento, todo desapareció. La música, la fiesta, el miedo. Solo existíamos él y yo.

—No podemos seguir haciendo esto —dije, aunque mis manos ya estaban enredadas en su cabello, atrayéndolo hacia mí.

—Lo sé —susurró contra mis labios antes de besarme. Ese beso era intenso, profundo, y cargado con la urgencia de alguien que sabía que esto no debía estar sucediendo, pero que no podía detenerse. Mi corazón latía con fuerza, y todo en mí gritaba que era una mala idea, pero no me importaba.

Sus manos recorriendo mi cintura con una desesperación que ambos compartimos. Las líneas que nunca cruzábamos comenzaban a difuminarse cada vez más. El deseo nos consumía, y yo no podía detenerlo.

Sus labios bajaron por mi cuello, y el mundo alrededor se desvaneció. El peligro de ser descubiertos solo añadía más emoción al momento. Estábamos demasiado atrapados en lo nuestro como para escuchar cualquier otra cosa.

—¿Qué mierda crees que estás haciendo con mi hermana? —la voz de Benja irrumpió como una explosión.

Me separé de Luca en un segundo, mi corazón latiendo desbocado. Benja estaba parado frente a nosotros, su mirada llena de incredulidad y rabia. Sabía que no había escapatoria, que esta vez no había manera de ocultar lo que habíamos estado haciendo. Nos había visto —. Benja —intenté hablar, pero mi voz salió en un susurro, ahogada por la culpa.

INMARCESIBLE | @cybervicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora