Capítulo 1

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"Campeones"

—Bianca, ¿te podés apurar? Estamos llegando tarde —Gia, mi mejor amiga, miraba ansiosa su reloj.

—Ya terminé, Gi —me concentraba en los últimos retoques de mis pestañas.

—Tu papá nos va a matar si llegamos tarde.

—Dejá de preocuparte, vamos a llegar bien.

Agarré mis cosas y también las de Gia, apurando el paso para salir rápido de la casa. Nos dirigimos al estadio para ver el partido entre Azton y Neckenson.

Una vez en el Uber, noté que el conductor no dejaba de mirarnos a través del retrovisor. Era como si quisiera decir algo pero no se atreviera.

—¿Sos hija del rey del fútbol, no? —finalmente, se animó a preguntar, con evidente nerviosismo.

—¿Perdón?.

—Sos hija de Lisandro D'Amico. Soy fanático de tu papá —remarcó, más seguro de sí mismo—. Nos dio a todos una de las mayores alegrías.

No pude evitar sonreír al ver cómo se emocionaba al hablar de mi papá—. ¡Sí, soy yo!

El viaje duró unos treinta minutos. El tráfico estaba pesado debido a que jugaban la final del campeonato contra su clásico rival.

—Llegamos, señoritas.

Le agradecimos al chofer, quien fue muy simpático. Al bajar, nos dirigimos rápidamente hacia los molinetes de acceso, pero no logramos pasar desapercibidas. De repente, nos vimos rodeadas de periodistas pidiendo una nota, y otros preguntaban sobre mi padre.

John, el jefe de seguridad del estadio, apareció enseguida con su equipo para sacarnos de esa situación.

—Gracias, John —Gia le dirigió una mirada agradecida mientras nos escoltaban hacia adentro. John nos devolvió una sonrisa amable.

Una vez dentro del estadio, nos dirigimos al palco donde estaba Benjamin, mi hermano mayor, sentado en uno de los sillones, absorto en su celular.

—Llegar temprano no es una opción para ustedes, ¿no?.

Miré a Gia, quien me devolvió la mirada incómoda antes de codearme suavemente.

—No me ves desde hace meses y lo primero que decís es esto.

—Sí, pero prefiero molestarte —se levantó para abrazarme.

Llegamos justo a tiempo para el partido. Los jugadores estaban saliendo al campo. Desde nuestro lugar, teníamos una vista perfecta de la cancha y de la hinchada. Los cantos, los saltos, los silbidos; la euforia se palpaba en el aire. Las banderas de los colores del club ondeaban en todos los sectores. No hay nada más hermoso que un sábado de fútbol.

—Señoras y señores, damos comienzo a esta grandiosa final —se escuchó la voz del relator resonar por todo el estadio.

—Y qué mejor que un superclásico —añadió su compañero.

Los minutos pasaban y el marcador seguía 0-0 —. La va a tocar Fernández... Ahí la tiene, lo marcan dos, pisa la pelota y...

Todo el estadio contuvo la respiración cuando el equipo contrario erró un gol que parecía hecho.

—A treinta minutos del primer tiempo, el Azton de D'Amico está siendo muy superior a su rival. Yo creo que el primer gol se viene pronto.

—Amiga, no aguanto más los nervios. No quiero mirar —aparté la vista del campo, buscando un respiro.

—¡No, Bian! La tiene Theo y va hacia el área —Gia no apartaba los ojos del juego. Me uní a ella enseguida.

—Y la tiene Graco, la tira larga y... ¡Llega! —Todo el estadio se puso de pie, gritando para que siguiera adelante—. ¡Sigue Theo! Gambetea a cada rival que se le cruza, ninguno puede quitarle la pelota. Está por llegar al área... ¡y llega! En busca del gol, acomoda la pelota a su izquierda y...

—¡GOOOOOL! —gritamos a más no poder. El estadio estalló en ovaciones, y los hinchas coreaban emocionados el nombre de Graco.

—1-0, Theo Graco abre el marcador de esta final.

Theo, ¿mi novio? ¿mi casi algo? Todavía no sé las etiquetas de esta relación. Se acercó al palco donde estábamos. Señalándome, me dedicó su gol.

El segundo tiempo comenzó, y el partido se tornó más reñido. El rival llegaba con frecuencia al área, hasta que finalmente lograron empatar el marcador 1-1.

—Quedan dos minutos, Gi —murmuré, con la tensión creciendo en el ambiente—. Solo dos.

—Lo sé, amiga, lo sé —Gia no apartaba la vista del juego.
Benjamin permanecía en silencio, con los ojos fijos en el campo.

—La tiene Gómez, se la pasa a Graco, llega al área y... ¡PENAL!

La gente reclamaba lo sucedido con un rugido unánime. —El árbitro pidió VAR —anunció la voz en la televisión del palco.

—Fue algo clarísimo, Gastón. El árbitro ni debería pedir el VAR; era para cobrar directo —opinaba uno de los relatores.

El árbitro decidió no cobrar penal y añadió 4 minutos más a esta interminable final.

—Esto es cualquier cosa —Benja rompió su silencio, visiblemente frustrado.

Estos pueden ser los 4 minutos más tristes o los más felices de mi vida. No podemos dejar que este campeonato se nos vaya de las manos.

—La vuelve a tener Theo, arranca por la derecha, el genio del fútbol mundial, deja a su marca atrás... ¡Va a atajar Segoviaaaa! ¡Siempre Graco! ¡Genio! ¡Genio! ¡Genio! ¡Gooooool! ¡Gooooool! ¡En el último minuto! ¡Quiero llorar! ¡Dios Santo, viva el fútbol! ¡Golaaazooo! ¡Theoooooo! ¡Graco!

—El Azton se consagró campeón, el equipo de D'Amico campeón —la gente se abrazaba, otros lloraban de felicidad. Los fuegos artificiales con los colores del club iluminaban el cielo.

—¡Vamos, Gi! —no le di tiempo a responder, tomándola del brazo y llevándola al campo de juego.

Una vez en la cancha, corrí directo hacia Theo y me lancé en sus brazos. —¡Felicidades, campeón! —mi sonrisa no podía contenerse.

Gia apareció entre la multitud para felicitar a Theo por el logro, el único motivo por el cual me separé de él por un momento.

—¿Vieron a mi papá? —miré alrededor, buscando a mi padre entre la multitud.

—Está en los bancos de suplentes. Benja fue para allá —logré salir un poco del tumulto de personas y vi a mi padre con mi hermano, a lo lejos, sosteniendo el trofeo.

—¡Somos campeones! —corrí hacia él, emocionada.

Mi papá no dudó en abrazarme.

—¡Somos campeones, hija! —me dio un beso en la frente—. Te amo.

—Señor, ¿podría regalarnos una nota? —preguntó un periodista, y mi papá asintió—. Estamos en vivo.

—¿Cómo vio a su equipo?

—En el primer tiempo, la verdad es que nos costó conseguir el gol. Estábamos adaptándonos al juego del rival; siento que entramos un poco dormidos a la cancha. En el segundo tiempo fuimos a por todo, fuimos muy superiores, y bueno, lo demás es historia, ¿no?

Siguieron con las preguntas. Benja y yo estuvimos al lado de nuestro padre todo el tiempo.

—Esta pregunta es para ustedes —el periodista nos sorprendió a todos—. ¿Qué les genera su papá?

—Orgullo, estoy muy orgullosa de él —sonreí, sintiendo el peso de mis palabras.

—Es el mejor DT del mundo. Merecían ser campeones —Benja agregó, con convicción.

—Última pregunta y te dejamos festejar, Licha. El pibe Moretti, ¿hay alguna chance de que juegue para el Azton?

De repente, la sonrisa se me borró del rostro.

INMARCESIBLE | @cybervicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora