INMARCESIBLE | @cybervico

2018

07 de Julio 2018

El cielo estaba cubierto de nubes, pero el ambiente en el estadio vibraba con la energía de los espectadores. El silbido del árbitro marcaba el inicio de uno de los partidos más esperados de la temporada. Benja estaba en la cancha, y yo me encontraba en la grada, como siempre, animándolo. Pero hoy, algo era diferente. Un escalofrío me recorrió la espalda, y no sabía si era por el frío o por la tensión en el aire.

A mi lado, Luca no paraba de moverse en su asiento. Estaba lesionado, nada grave, pero lo suficiente como para dejarlo fuera del juego. Lo conocía demasiado bien, sabía que le frustraba ver el partido desde la distancia. Pero también sabía que su inquietud no solo se debía a la lesión. Su mirada estaba fija en el campo, pero no en el equipo. Estaba enfocado en una persona.

Valentín Simone.

El nombre de Simone había estado resonando en cada esquina de nuestra ciudad. No solo por su habilidad en la cancha, sino por su actitud arrogante y la forma en que parecía manejar todo a su antojo. Pero había algo más. Algo que me hacía sentir una atracción inexplicable hacia él, una curiosidad peligrosa.

—Tendrás que tener cuidado con Simone —murmuró Luca, sin mirarme pero como si estuviera leyendo mis pensamientos.

—¿Por qué dices eso?.

—Porque no es alguien que deberías querer conocer —su voz sonaba tensa, y eso solo hizo que mi curiosidad aumentara.

El partido avanzaba, y cada vez que Simone tocaba la pelota, mi atención se desviaba hacia él. Sus movimientos eran fluidos, controlados, y había algo en su forma de dominar el campo que me intrigaba. Mientras lo observaba, una parte de mí deseaba no apartar la vista. Pero otra parte, una más pequeña, sentía la mirada de Luca clavada en mí.

El juego se intensificaba. Benja estaba dando todo de sí, pero Simone parecía estar un paso adelante de todos. Y entonces, en un contragolpe rápido, lo vi enfrentarse a mi hermano. Simone se movió con una facilidad casi insultante, dejando a Benja detrás de él antes de disparar directo al arco. Gol.

El estadio visitante explotó en gritos de celebración, pero yo solo podía mirar a Simone. Su sonrisa arrogante mientras se daba vuelta para encontrarse con mis ojos fue como una corriente eléctrica. Sentí un nudo en el estómago, pero no era de enojo. Era algo mucho más complicado, algo que no quería admitir.

Luca notó el intercambio. Lo vi tensarse a mi lado, sus nudillos blancos de apretar el borde de su asiento.

—Te lo advertí —dijo entre dientes, su tono bajo pero cargado de frustración.

Intenté ignorarlo, pero el peso de sus palabras me siguió todo el camino a casa.

Esa misma noche, como todos los años, se organizaba el evento benéfico del club en el que estaba lleno de gente importante, la élite del fútbol. Mientras caminaba por el salón, buscaba a alguien entre la multitud. Y entonces lo vi. Valentín, rodeado de personas que lo miraban como si fuera intocable.

Mi corazón latía con fuerza, y antes de darme cuenta, mis pies me llevaban hacia él. Había algo magnético en su presencia, algo que me empujaba a acercarme, aunque sabía que era una mala idea —. Hola, soy Bianca —dije, sintiendo el peso de cada palabra.