Dame una oportunidad

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Después del divorcio, Yakko se encontraba emocionalmente vulnerable. A pesar de los errores cometidos y del dolor causado, aún había un remolino de sentimientos que no podía ignorar. Buster, por su parte, no había dejado de pensar en Yakko ni un solo día. La culpa lo consumía, pero al mismo tiempo, no podía negar que seguía profundamente enamorado de él.

Unos meses después de la separación, Buster decidió que no podía seguir así, viendo a Yakko desde la distancia, sabiendo que aún lo amaba. Tomó valor y fue a buscarlo. Tocó a la puerta de Yakko, su corazón latiendo con fuerza en el pecho. Yakko, sorprendido al verlo, abrió con una mezcla de sorpresa y desconfianza.

—Yakko… —comenzó Buster, con la voz temblorosa—. Sé que lo que pasó destruyó muchas cosas, pero no puedo seguir así. Te amo, y no he dejado de pensar en ti.

Yakko lo miró fijamente, sus emociones una maraña de confusión. Había amado a Buster, pero el precio de eso había sido demasiado alto. El divorcio, el daño a su familia, y la distancia con sus hijos aún eran heridas abiertas que dolían profundamente. No obstante, una parte de él seguía sintiendo algo por Buster.

—No sé si alguna vez podremos volver a lo que teníamos, Buster —respondió Yakko, con la voz cargada de tristeza—. Hemos causado tanto daño, especialmente a Max… No puedo simplemente olvidar todo eso.

Buster dio un paso más hacia él, desesperado por hacerle entender sus sentimientos.

—No estoy pidiendo que olvides. Sé que cometimos errores, pero Yakko, te amo. Si todavía hay algo en ti que siente lo mismo, podríamos intentarlo de nuevo, esta vez haciendo las cosas bien. No más mentiras, no más engaños.

Yakko suspiró, debatiéndose entre su razón y sus sentimientos. Había tanto en juego, y aunque una parte de él quería darle una oportunidad a Buster, otra parte dudaba de si valía la pena arriesgarse de nuevo.

—Necesito tiempo, Buster —dijo finalmente—. No puedo tomar una decisión ahora. Tengo que pensar en mis hijos, en mí mismo. Ya hemos causado suficiente daño. Si realmente me amas, tendrás que esperar.

Buster asintió, con los ojos llenos de esperanza y tristeza.

—Esperaré todo el tiempo que necesites. No voy a rendirme, Yakko. Esta vez, lucharé por ti de la manera correcta.

Con esas palabras, Buster se retiró, dejando a Yakko con un torbellino de pensamientos. El futuro era incierto, pero una cosa era segura: el amor, por más complicado y doloroso que fuera, seguía siendo una fuerza poderosa que los unía, aunque ahora la decisión recaía en las manos de Yakko.

Sombras del engaño Donde viven las historias. Descúbrelo ahora