Capitulo VII: Promesas

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Izquierda, derecha, izquierda, recto, salto, izquierda, derecha

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Izquierda, derecha, izquierda, recto, salto, izquierda, derecha. No había trayectoria, solo se trataba de huir y atrapar. Compartían varias cualidades, las vitales en aquel momento eran la rapidez y la astucia. Pero también tenían dificultades en común, como intentar mantener el anonimato mientras corrían. Para desgracia del hombre, ella conocía aquella parte del bosque como la palma de su mano, y él no podía sacar ninguna ventaja de ello, sólo seguirla. Sin embargo, a veces la vida no es justa con las personas adecuadas y por esa razón fue que Blanca Nieves cayó en una trampa, una que ella misma había preparado horas antes para atrapar algo de comida. Se elevó por los aires bruscamente en una red y río con pesar al recordar que muchos años atrás ya se había enfrentado a una situación similar. Guardó silencio, su persecutor no había visto lo ocurrido y pasó de largo por debajo de ella. Cuando estaba a punto de cortar la soga que la mantenía en alto, apareció el ladrón que había dado por perdido y se detuvo. Éste la miró con diversión y se acercó caminando mientras estiraba los brazos con pereza.

–Blanca Nieves –pronunció su nombre con sorna.

–Will Scarlet –dijo ella.

El ladrón se sorprendió, era la primera vez que la veía en persona y no se estaba ocultando. Ella y su príncipe, David, eran la gran leyenda del Bosque Encantado. No pensaba que tan famosísima persona fuera capaz de reconocerle, pero no lo exteriorizó, aunque su curiosidad le obligó a preguntar.

–Dudo que mi fama me proceda, así que ¿de dónde tenemos el gusto?

–De donde vengo sois un emblemático personaje.

Will había estado en muchos fantásticos lugares, laberintos, bosques, islas, reinos, y toda tierra con magia en ella. Conocía un lugar también, donde la magia no era más que un mito, pero no le agradaba demasiado hablar de él. Optó por no seguir con el tema, a pesar de que le intrigaba. Ella le miraba con una media sonrisa, demostrando total seguridad, como si supiera exactamente el paso que él daría, como si tuviera un perfecto plan de escape; sin embargo estaba quieta. Will no se sentía cómodo y eso ya era decir mucho, ¿por qué sentía que ella se encontraba en una mejor posición?


Tal vez habría sentido terror si la sensación no fuera familiar. Ser transportada con magia de un espacio a otro era deslumbrante, como si se dividiese en miles de pedazos y cada uno saltara al vacío solo. Entonces, de pronto, todo volvía a unirse de golpe y ya estaba en otro lugar. Era casi doloroso. Como la angustia de ver la espina antes del pinchazo.

Estaban en una enorme habitación, magnificas cortinas de terciopelo rojo tapaban la vista a través de los enromes ventanales que estaban a un lado de la pared. En el centro, una mesa de madera tallada se robaba la atención, pues sobre ésta, una gran cantidad de raros artilugios reposaban. Atrás había un aparador de madera y bronce que guardaba en sus estantes toda clase de libros extraños, vasos de cristal, lujosa vajilla y un servicio de plata. Copas de oro en diferentes tamaños y con distintos tipos de joyas adornándolos se posicionaban a un costado, junto a seis esferas de cuarzos meticulosamente puestos en posiciones específicas. Habían tablas con runas, pirámides de diamante y baritas mágicas perfectamente posicionadas una al lado de la otra, frascos con colores exuberantes y contenidos misteriosos y espeluznantes. Justo al lado y a penas visible por la majestuosidad del enorme mueble, había una mampara de cristal con objetos que no supo distinguir bien.

Perdida | Once Upon a TimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora