Capitulo VI: Dolor

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Al ver como aquella mujer desaparecía junto con su más grande enemigo, un profundo sentimiento de culpa invadió al Capitán Garfio

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Al ver como aquella mujer desaparecía junto con su más grande enemigo, un profundo sentimiento de culpa invadió al Capitán Garfio. Pero se le pasó rápido al mirar a la rubia que estaba inconsciente a sus pies, cada vez estaba más cerca de lo que quería. Esperaba que no pasara mucho tiempo para reencontrarse con el Ser Oscuro, la alimaña que le había arrebatado la posibilidad de amar.

A veces se preguntaba hasta qué punto...

Dicen que los pensamientos son más rápidos que la luz, pero aquel certero golpe en la cabeza del pirata había sido tan sorpresivo, que lo noqueo antes de que pudiera halagarse a sí mismo. Henry se quedó con dos tablas pertenecientes a la caja de madera con la que le había dado al Capitán. Este había caído sobre la espalda de Emma, provocando una mueca de culpabilidad en el rostro del príncipe. Se lo quitó de encima y lo arrastro del cuello de la chaqueta hacia una bodega cercana, donde minutos antes había estado para comprobar su disponibilidad, corrió y repitió el proceso con Emma. Los miró sin poder creer lo que tenía frente a sí. La ladrona que había osado robar en el castillo de la reina saliendo victoriosa, y al temido Capitán Garfio, Killian Jones, el hombre más buscado de los mares. Ella tenía la mejilla rasmillada, y le corría sangre del pómulo derecho, no había sido nada caballeroso golpearla con una tabla, y aquello fue lo que provocó la reacción de Henry. El pirata estaba limpio, había caído sobre ella, pero al niño le satisfacía saber que al despertar lo atacaría horrible dolor de cabeza.

No le importó que por sus manos corriera sangre, sólo debía quitar a Roland aquellas terribles lianas que apresaban su cuerpecito. Las lágrimas bajaban por sus mejillas, y el dolor que las espinas le causaban al jalar, era un leve pellizco en comparación a lo que estaba sintiendo por dentro. Su expresión rabiosa acompañaba a los gruñidos impotentes. No podía quitar la maldita cosa.

-Papá...

-Ahora no Roland, estoy intentando quitar...

La enredadera se separó y cayó mágicamente al suelo. Como si de desatar un simple nudo se tratara, pero la comprensión llegó rápido a Robin y mientras abrazaba a su hijo miró hacia atrás.

Allí, imponente la Reina Regina se alzaba en todo su porte y miraba con desprecio a sus hombres, que ahora más que anonadados estaban asustados. El hechicero había sido demasiado para ellos, pero tener a la poderosa bruja y soberana del Bosque Encantado, no era algo menor. La conocía, una vez no tanto tiempo atrás la había visto en su tierra natal asesinar a dos hombres sin siquiera tocarlos. Avanzó imponente, los caballeros negros tras ella marchando tal coreografía planeada y se detuvo frente a él, ahora observando a Robin que se paraba rápidamente, con ira contenida.

-Mi reina -dijo él con una leve inclinación- Robin de Locksley.

-Robin Hood, el príncipe de los ladrones, no es necesario tanto decoro.

-¿En qué puedo servirle?

-Estáis muy lejos de vuestro bosque ¿no es así? Sherwood -suspiró-, bonito lugar para ser estafado -el ladrón no se inmutó, ella continuó-, os han visto con un niño, mi hijo.

Perdida | Once Upon a TimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora