Reino

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Adrien soltó un grito de sorpresa y dolor, reaccionando instantáneamente al mordisco de Marinette. Con el movimiento repentino, la dejó caer al suelo, y Marinette se levantó, Marinette aprovechó la oportunidad para escapar. Un gran viento hizo levantar los cabellos de Adrien, Félix sabía que Adrien se descontrolaba cuando los sentimientos lo superaban. Se giró hacia Adrien con una mezcla de preocupación.

Félix: -Adrien, cálmate. No podemos permitir que tu desesperación arruine todo lo que hemos intentado proteger-

Adrien, aún agitado, miró a Félix con confusión y rabia.

Adrien: -¡No entiendo por qué no comprendes lo que estoy pasando! Estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para traer de vuelta a mi madre-

Félix, al ver el desespero en los ojos de Adrien y la determinación inquebrantable de Marinette y Kagami, comenzó a reconsiderar la situación. El equilibrio entre los mundos y el costo de recuperar a la madre de Adrien ya no parecían tan simples. La verdad era que Félix sabía más de lo que estaba dispuesto a admitir.

Félix: -Entiendo tu dolor, Adrien. Pero el precio de alterar el equilibrio es alto. No solo arriesgas la integridad de Pequeñópolis, sino también el destino de los dos mundos. Si el equilibrio se rompe, podría significar el fin de ambos. ¿No fuiste tú quien dijo que había una manera de resolver esto?-

Adrien, aún sumido en su tormenta de emociones, no parecía dispuesto a escuchar más advertencias. El viento que lo rodeaba se intensificó pareciendo casi tangible en su furia.

Félix: -¡Basta, Adrien!-

Félix iba a tocarlo, pero el viento los envía hacia atrás, haciendo que Félix suelte a Kagami, antes de que Kagami caiga al suelo, Félix, moviéndose con agilidad a pesar de su tamaño, colocó su mano justo a tiempo para amortiguar la caída de Kagami. Kagami, aterrizó suavemente en su enorme mano, miró a Félix con sorpresa y gratitud.

Marinette invocó una vez más su amuleto encantado, esta vez transformándolo en una motocicleta diminuta, lo que le permitió moverse rápidamente, alejándose. Mientras se aleja, Marinette siente las enormes pisadas de Adrien al no tener control de sí mismo.

Marinette maniobró ágilmente su motocicleta, esquivando los enormes pasos de Adrien que temblaban el suelo bajo su peso. A lo lejos, observó cómo Félix y Kagami, aún en la mano del primero, intentaban mantener el control de la situación.

Félix: (Suspira) -Sabía que era mala idea dejar nuestro reino-

Félix con su otra mano se llevó sus dos dedos hacia su boca silbando, llamando a su fénix. El fénix, un majestuoso ser de plumas doradas y rojas, apareció en un destello de luz brillante. Con un batir de alas poderosas, descendió hacia Félix, Félix se dirigió al fénix con urgencia, montando en él.

Félix, montado en el fénix, se elevó por los cielos. Con Kagami liberada en las plumas del majestuoso fénix se aferró a las plumas doradas del ave mágica.

Félix: -No puedo cambiar el curso de nuestros objetivos, pero si evitar que Adrien destruya todo a su paso. Ahora sujétate, reinita. Se pondrá un poco agitado-

Kagami, aferrándose a las plumas doradas del fénix, asintió con determinación. Con el fénix volando rápidamente, Félix se dirigió hacia donde estaba Adrien. Desde las alturas, Félix observó a Adrien, quien seguía descontrolado, sus emociones desbordándose y creando un torbellino de viento a su alrededor.

Félix: (Hacia el fénix) -¿Listo, amigo?-

El fénix emitió un rugido poderoso que resonó por todo el cielo, elevándose con una fuerza que contrarrestó el torbellino creado por Adrien. Deteniendo todo, Adrien había logrado capturar a Marinette en una pequeña jaula.

Las Jovencitas Diminutas y MilagrosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora