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La dinámica entre la familia Pindter era de lo más normal de la vida, por las mañanas la Sra Isabel, una mujer muy amable y risueña se dedicaba a preparar todo en la cocina para atender a su esposo e hija. Todo debía quedar a la perfección, Alberto, que era un importante economista de la ciudad, leía de manera tranquila el periodico, sobre todo las secciones de economía y política.

Por su parte, Karime procuraba estar en el tiempo récord para llegar completamente bonita a su primera clase. Antes muerta que llegar desarreglada y sin maquillaje al colegio.

Esa mañana, había quedado con Gala Montes de estar lista a las 7:30 AM para prepararse para el gran día, tomando un par de hotcakes que estaban en la mesa y dando un enorme trago al café comenzó a despedirse de sus padres.

—Ma, ya me voy.

—Espera mi amor, tu papá aún no está listo.

—No mami hermosa, vendrán por mí.

—Kari hija, ¿regresaste con Sian?

—No me digas eso por favor, no lo soporto —intervino el hombre moreno de lentes sin dejar de mirar su periodico.

—En realidad vendrá una amiga, quedamos en irnos juntas —respondió rápidamente a la cuestión de su papá—. Ni loca vuelvo con ese.

—¿Dania? —cuestionó otra vez la Sra. Isabel sin dejar de voltear los hotcakes que estaba preparando. La pelinegra se estaba poniendo muy nerviosa al respecto.

¿Acaso su madre se había enterado de lo que había sucedido la noche anterior? Nunca le hacía tantas preguntas.

—No, es otra amiga —se limitó en decir.

—Cariño, sabes que puedes contarnos cualquier cosa, ¿cierto? —otro balde de agua helada le cayó de repente de forma metafórica al escuchar esas palabras.

Oficialmente estaba sucediendo algo, su padre nunca se involucra en darle consejos. Incluso cuando trató de presentarle a Sian, no hizo el intento por conocerlo.

—¿Ocurre algo?

—Nada en particular —su mamá la miró sonriendo, se vio descubierta—. Ten bonito día, mi amor.

Karime estaba a punto de cuestionar una vez más sobre la situación, sin embargo, el sonido de la moto acercándose a la casa la puso alerta, debía irse. Les lanzó un beso tronado a sus padres después de colocarse la mochila negra que estaba en la sala. Sin sobrerreaccionar, siguió caminando hasta la entrada aún cuando sentía la presencia de su madre, al parecer era demasiada la curiosidad de saber quién era esa supuesta amiga.

Suspiró para no perder la postura, nunca le molestaba explicarle a su mamá sus cosas pero esta vez era demasiada la insistencia. Se giró para mirarla.

—Mamá, ella es Gala Montes.

—Por supuesto que la conozco, que carita tan bonita, muy de muñequita. Siempre voy a comprar en la Librería Montes. Muy amable tu mami.

—La Sra Isabel casi siempre nos visita, es una cliente de años —explicó la chica que ya se había bajado de la moto.

Esta vez Karime se sintió fuera de la conversación, no esperaba que su madre ya tuviera una previa conexión con la deportista. Usualmente cuando las personas se conocen se estrechan la mano en forma de saludo pero la chica más alta fue recibida por un gran abrazo por parte de la madre de la porrista.

—Tenemos que irnos, ya es tardísimo —Karime dijo de repente para evitar que las demás comenzaran una conversación larga y tendida. Gala daba la impresión de ser la típica chica que escucha a una señora durante horas porque le da pena interrumpirla.

Tren de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora