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Detestaba mentir pero debía hacerlo, con el coraje que sentía en el momento en que su ex novio le avisaba que estaban terminando, se le ocurrió la brillante idea de inventar que empezó a saliendo con alguien del colegio.

—¿Por qué dije qué era de la prepa? —la chica daba tantas vueltas por su habitación que estaba a nada de hacerle un pequeño agujero en el piso, habían pasado horas desde que se metió en ese enredo—. ¿Y si busco a una persona? Si intento ligar con alguien, se va a enterar este perro infiel —Karime se recostó en la cama matrimonial que estaba decorada de rosa mientras cubría con sus delgadas manos el rostro tan rojo lleno de vergüenza—. Que difícil es mi vida.


Todos en el colegio se habían enterado de la ruptura de la pareja más popular de ese lugar, el capitán del equipo de fútbol había sido desplazado del corazón de la porrista más conocida del lugar. Usualmente a Karime le molestaba que en los hombres recayera la victimización de las rupturas pero esta vez prefirió parecer una desalmada al supuestamente haberlo terminado por otro, el futbolista al menos fue amable en no desmentir los rumores, al final él sabía que le iría peor si decía que había dejado a Karime Pindter por una aventura.

La protagonista de nuestra historia se encontraba observándose en el espejo que estaba pegado en su casillero gris, siendo estos los únicos que no seguían la estética ya que mayormente las cosas de la colegio destacaban por ser dominadas por el rojo y de vez en cuando la combinación con el negro. ¿Colegio estadounidense? No, pero era privada y de alguna otra forma debía de adecuarse al estatus social que pedían sus clientes al pagar tan altas colegiaturas.

Un ligero golpe en el casillero B-13 sacó a la chica de su rutina diaria de concentración, la realizaba a diario debido a que el psicólogo le había recomendado hacerla para que su TDA no complicara en sus actividades.

Al observar quién era el idiota que andaba molestándola, se encontró con unos ojos verdes que la observaban detalladamente, era su ex novio.

—Hey, ¿cómo estás gatita? no te había visto en estos días —Sian le dedicó un beso en la frente sin previo aviso—. ¿Cómo te has tomado la ruptura?

—De maravilla cariño, la realidad es que nos hizo muy bien dejarnos ir —Karime respondió sonriendo, debía ser políticamente correcta aún cuando le explotaba el coraje en todo su ser cuando veía esa cara de mustio.

—Kari, ¿y dónde está ese chico tan afortunado? El tiempo pasa y no veo a nadie cerca de ti —el chico se giró a su alrededor para observar a todas las personas que se encontraban en ese pasillo de paredes color marfil—¿o será que me tiene miedo? ya sabes, me quitó a mi chica.

Pindter solo giró sus ojos con gran desdén, más idiota no podía ser el deportista que todo el tiempo se la pasaba usando esa chamarra del equipo.

—En realidad aún no hacemos pública la relación, seguimos conociéndonos.

La pelinegra tomó sus libros para posteriormente cerrar el casillero abruptamente, muy cerca de la cara de Sian, caminó disimuladamente hasta unos casilleros que se encontraban debajo de las escaleras principales mientras buscaba en sus redes sociales alguna florería popular en su ciudad. Un pulso bastó para esperar que alguien respondiera su llamada.

—¿Hola? Necesito un ramo de tulipanes para el próximo viernes por la tarde —la porrista trató de hablar disimuladamente para no llamar la atención de los demás, sabía que si alguien se daba cuenta, sería la burla de toda la colegio—. ¿Aceptan transferencias?...Karime Pindter, por favor.



Las clases ya habían terminado pero el equipo de animadoras debían quedarse hasta tarde para empezar con las nuevas rutinas para las competencias locales, no era difícil saber que año tras año las hermanas Pindter eran las responsables de esos trofeos colocados en las vitrinas del colegio, Karime sentía una gran responsabilidad debido a que su hermana mayor, había dejado todo un legado en la institución pero ella quería dejar su propia marca personal. Tal vez esa era la verdadera razón por la cual se esforzaba día a día haciendo y dirigiendo cada rutina para su equipo, no le importaba tanto lo que opinaran los demás, ella iba por los reconocimientos. Contar un seguimiento estricto de movimientos y pasos se había vuelto en su obsesión pero sabía que eso le ayudaba a encontrar la perfección que tanto buscaba, sin embargo, sus problemas socialmente amorosos estaban carcomiendo su atención y paz. Tenía que encontrar a la persona perfecta para conseguir la fase final de su etapa en la preparatoria.

Tren de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora