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Las eternas vacaciones por fin acabaron y con ellas las ganas de morir por parte de la menor de los Pindter. El primer día de clases siempre le permitía tener el gusto de llevar un outfit digno de ella porque después solo debía usar el simple uniforme de porrista, por más bonito que fuera, solía hacerla sentir como un viejo retrato colgado en la pared, sin embargo, estaba consciente que esa ropa le daba un gran estatus en la preparatoria.

Ser la líder de las porristas era un gran poder dentro de la escuela, tenía la voz para hacerles saber a los demás lo que si y lo que no, podía salir de clases las veces que fueran necesarias sin ser afectada en las calificaciones, pero sobre todo, todos hablaban sobre ella, ayudándole en su seguridad, no había nadie que le dijera algo malo en su cara. La mayoría del tiempo estaba rodeada de muchas personas aunque sabía que sus verdaderos amigos eran: Jawvy, Eduardo, Luigi y Dania. Los demás solo estaban por conveniencia. Tenía demasiadas cosas por hablar con ellos.

—Hey —Eduardo sacudió a Karime suavemente desde los hombros, era un pequeño saludo local que tenían entre amigos, usualmente entre los chicos era más pesado pero con ellas, debían ser más tranquilos.

Todos observaban a la capitana de porristas.

—¿Ocurre algo?
—¿Le dices tú o le digo yo? —Jawvy mostraba una cara de molestia, su mandíbula estaba haciendo una gran presión en él, de verdad era la primera vez que lo veía demasiado molesto—. Tiene que saberlo.

A esas alturas, Karime ya estaba preocupada con sus amigos, no comprendía.

—Ven Kari, vamos a hablar —el chico pelinegro que tenía la misma altura que ella, la tomó de la mano para llevarla al descanso de las escaleras que llevaban al siguiente piso. Los demás estudiantes sabían que si algún jugador del equipo de fútbol o porrista se paraban en ese lugar, significaba que todos debían irse de ahí o pasar muy rápido al siguiente nivel.

—¿Por qué todos traen una actitud rara conmigo? —Karime ya no soportaba la tensión que había en la mirada de su mejor amigo mientras se sentaban en una pequeña banca de madera que estaba pintada de rojo.
—No sé como decírtelo pero ahí te va, en una fiesta que asistió Jawvy en Acapulco, fueron varios de la escuela y entre ellos, tu adorado noviecito. Al principio se le hizo extraño que estuviera ahí porque sabemos que él no asiste a ese tipo de lugares y sobre todo que todos nos habíamos quedado con la idea que se quedaría en Guadalajara pero Jaw dice que vio a S entrar a una de las habitaciones con una chica...se estaban besando con gran intensidad. Jaw cree que esta chica puede —Pindter interrumpió la conversación con la misma intensidad con la que se levantó de la banca, sentía como todo a su alrededor se veía invasivo, sabía que le estaba pasando lo peor, le pegaban en su ego.
—No digas más, no me interesa saber. Me tengo que ir.
—Kari, tienes que escuchar
—Ya te dije que no, fin de la conversación.

Sin más que decir, se marchó sin importarle dejar a su mejor amigo en ese pasillo.

Durante uno de los recesos que tuvo Karime, se encontraba rodeada de todos sus amigos y conocidos en una de las mesas de la cafetería, además de sus personas de confianza, tenía a sus conocidos—los cuales ella sabía que eran falsos con su actitud amistosa—pero debía convivir con ellos por ser parte de las porristas y del equipo de fútbol. Su visión se convirtió en negro al sentir como unas manos rodeaba sus ojos, conocía perfectamente esas manos.
Sin mucho entusiasmo, las tomó para separarse lentamente de ellas, al hacerlo notó al dueño de estas, eran de su novio.

Sian.

Cuando se acercó a ella para tomar asiento a du lado, pudo notar como siendo el primer día ya estaba usando la típica chamarra de piel de color negra con rojo que tanto usaban los deportistas de la escuela. ¿No tenía más ropa? Era el primer día de clases, no era necesario.

Tren de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora