CAPÍTULO 21

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Hoseok sentía que en cualquier momento se desmayaría, por lo que apretó con fuerza la bolsa que llevaba colgada y bajó del automóvil antes de siquiera considerar quedarse por más tiempo y retrasar al alfa a que llegara a su trabajo

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Hoseok sentía que en cualquier momento se desmayaría, por lo que apretó con fuerza la bolsa que llevaba colgada y bajó del automóvil antes de siquiera considerar quedarse por más tiempo y retrasar al alfa a que llegara a su trabajo.

—Vendré por ti cuando salgas —las palabras de Yoongi lo sacaron de sus pensamientos, asintiendo. 

—Gracias, por traerme y por recogerme, me gustaría evitarte tanta molestia —comentó con un rubor sobre sus mejillas, acomodando la bolsa sobre su hombro. 

—No te preocupes, llámame o mándame un mensaje si lo necesitas, traeré el celular en la mano todo el día.

—Ten un buen día, Yoongi. 

—Igualmente, Hoseokie. No te presiones, pasitos de bebé. 

La comparación le sacó una carcajada antes de cerrar la puerta, apartándose un par de pasos hacía la calzada para ver cómo el alfa partía fuera del estacionamiento. A esas alturas, se sentía cuando era pequeño y veía a sus padres irse después de que lo dejaban en su salón de clases, deseando poder ir detrás de ellos y no tener que quedarse ahí. Aguantando el intenso deseo de volver a casa, acomodó su suéter y, con una última mirada hacia el cielo, soltó un suspiro de determinación y se encaminó hacia la entrada del hospital. 

Reconoció un par de rostros y los saludó en el trayecto, sintiéndose familiar por algo tan cotidiano que hacía antes de que todo ello sucediera. Se tomó su tiempo para llegar al área y marcar su ingreso, pero tan pronto como cruzó las grandes puertas que dividía el pasillo y neonatos, fue cuando unos brazos lo envolvieron con fuerza y lo apretujaron contra un cuerpo femenino. 

—¡Dios, por fin estás aquí! —reconoció la voz de su superior y sonrió, devolviéndole el abrazo. 

—Buen día, también extrañaba estar aquí. 

—Pensé que mi mejor enfermero ya no volvería a trabajar. 

—¡Hey, estoy aquí! —otra voz se unió a la conversación, sacándole una carcajada. 

Y contrario de sus pensamientos, se sintió demasiado bien volver a su trabajo y ver a las personas que tanto cariño les tenía. Cualquier negatividad la dejó fuera del área porque tan pronto como pudo volver a ver a los cachorros en sus incubadoras, su lobo aulló por la necesidad de ayudarlos y no dudó en hacerlo. 

Se sentía bien volver a su trabajo, al lugar que lo mantenía con vida. 

 

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