Persuasión

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Un pensamiento estuvo dando vueltas sin parar en la mente de Tam, «¿Como es posible que no haya visto a ninguna mujer en todo el tiempo que he estado?»

La mirada expectante de Canek estuvo todo el tiempo puesta sobre Tam, intentando descifrar que tenía tan perdido a su femin.

«La voy a soltar, la voy a soltar».

     —Canek, ¿acaso aquí no hay mujeres? Todas las parejas de los otros machos son varones al igual que yo.

Canek ladeó su cabeza en señal de ignorancia.  —¿Que son mujeres? —pregunto —.

     —Son las hembras que gestantes de vida en su interior.

     —Tu eres una hembra, mi hembra —dijo enfatizando la última frase—.

En el rostro de Tam se dibujó una sonrisa traviesa en señal de comprensión. No es como si las mujeres fueran desagradables para Tammy, si no, más bien le resultaba gracioso haber llegado a un universo en donde no existen las mujeres como tal.
Entendió entonces la respuesta de la serpiente.

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Este mundo no dejaba de maravillar al humano femil; el súper sol ardiente de energía viva, pura y luminosa llenaba de vida cada hebra de su cuerpo, no quemaba ni exudaba. Simplemente era una energía que reabastecia su cuerpo.

Las tres superlunas en el firmamento nocturno no eran la excepción, ellas brillaban en una tenue luz cálida, y las estrellas palpitantes daban la sensación de estar contemplando una comunicación divina  con cada parpadeo.
Para Tammy todo parecía irradiar vida y vibrar en armonía con él desde el inmenso sol hasta unas simples rocas; algo que nunca había sentido el mundo de donde provenía.
Admirar cada parte de aquella naturaleza no parecía satisfacerlo.
Tam quería saber más.
Pronto el hambre de conocimiento empezó a invadir su conciencia, recibiendo impulsos desde lo más recóndito de su ser. Algo lo estaba llamando, ese algo quería ser descubierto.

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Canek esa serpiente negra e intimidante observaba desde una esquina con sigilo a su hembra grabando cada movimiento, por pequeño que fuese, en su mente.

Canek se había percatado de lo pensativo que se encontraba su femin últimamente. Temía que fuese a abandonarlo para regresar con su tribu.
Ese pensamiento desencadenó su naturaleza posesiva, tanto así que dejó de salir a cazar para vigilar a su hembra.
Canek era consciente que su hembra poseía una belleza exótica de pies a cabeza, y que también podía tener a cualquier hombre bestia a sus pies; reconocer tal cosa solo empeoró sus celos.

Su hembra recién se acaba de dar un baño refrescante en el manantial de agua dentro de la cueva.

Su instinto pedía a gritos tomar a su femil en brazos y marcar su cuerpo, pero su hembra le impedía imponerse sobre él.
Por lo tanto lo único que podía hacer es persuadir.

...

La  cueva estaba apenas iluminada por la luz de las plantas luminiscentes que flotaban en el manantial. Tammy se encontraba de pie frente al agua, mirando hacia la profundidad de este, distraído en sus pensamientos. Su figura, envuelta en sombras, parecía ajena al suave eco de los pasos que, despacio, se acercaban por detrás.

De pronto, sintió el leve roce de una mano fría que, apenas rozando, se posaba en su espalda, deslizando lentamente los dedos hacia arriba por la columna, hasta detenerse entre sus omóplatos. Era un toque suave, como una caricia que no pedía permiso pero que tampoco exigía nada. Solo anunciaba una presencia, un deseo implícito.

Tammy se tensó de inmediato, sorprendido, antes de cerrar los ojos y exhalar. Tam permitió quedarse quieto por un par de segundos, dejando que esa mano continuará su recorrido, avanzando hasta sus hombros y luego descendiendo nuevamente, como si lo envolviera con una calidez casi eléctrica a pesar de la temperatura fría. Luego, esa misma mano se desplazó hacia su cintura, rodeándola con delicadeza, atrayéndolo suavemente hacia el cuerpo que ya estaba justo detrás de él.

La respiración pausada de Canek cayó sobre su oído, cálida, cargada de un anhelo silencioso. —¿Tammy puedo? —susurró, en un tono bajo y profundo, como si cada palabra acariciara el aire entre ambos—.

Sin abrir los ojos, Tam sonrió y asintió, entregándose al calor y a la promesa de aquel abrazo que apenas comenzaba.
Canek pegó por completo su pecho a la espalda de Tam, mientras esté apenas estaba colocándose sus prendas de vestir. Al sentir la docilidad de su femin él empezó a recorrer el cuerpo dócil de Tam con deseó.

La suave piel de Tam se  erizaba ante el contacto frío de Canek.

Canek abrazo el cuerpo esbelto sintiendo cada latido de este. Y apresuradamente  susurro: —Mi cuerpo y corazón te desean de forma inexorable.

Sus manos empezaron a recorrer la piel de su pareja suavemente.
Y con delicadeza comenzó a deslizar cada una de las telas dejándolo completamente desnudo. Luego con suma delicadeza, lo cargó en sus brazos y lo llevó hasta el nido que ambos compartían, nido que con tanto amor había construido.

Después de colocar a Tam en el nido Caneck se enderezó para contemplar la figura de su hembra. Un halo divino envolvía a Tam intensificando su sensualidad hasta cruzar límites más allá de los recuerdos heredados de Canek. Canek quedó totalmente aturdido por tal belleza; el éxtasis nubló su mente.
La imagen de su compañero se grabó indebidamente en su memoria un recuerdo eterno de su amor.
Su mirada se encendió reflejando algo similar a un brasero encendido. Las suaves curvas en  el cuerpo de su pareja, la textura de la piel y el aroma que emanaba del mismo  dasato un éxtasis indescriptible en él. Al momento Canek a un aturdido, fue invadido por una corriente de placer inimaginable, su parte baja se irguió de forma dolorosa haciéndolo sisear adolorido.

Ambos admiraron el cuerpo desnudo del otro por un par de minutos inexplicablemente largos.

La tensión del momento se rompió cuando ambos atacaron la boca contraria, sonidos acuosos causados por la intensidad del beso cargado de fluidos llenaron la cueva. Canek usaba su lengua bífida para explorar la boca de su amante. Él estaba reclamando cada rincón de esta.
La falta de aire los hizo cortar el frenético beso dejando una línea de saliva espesa conectando las bocas de ambos.

Sus miradas se entrelazaron creando una corriente electromagnética que los unía; ambos odservabaron en el otro un brillo especial.

Los ojos de Canek bajaron hasta posarse en los labios húmedos de Tam, beso la comisura de estos en busca de continuar. Pronto sus labios descendieron por el cuello de su femin dejando un rastro de saliva cargada con su olor.

El contacto gélido de canek, antes extraño para Tam gradualmente se fue convirtiendo en una fuente de calor.
Tam se sentía amado, también, se sentía flotar en un océano de sensaciones desconocidas, pero deseadas.

Jamás se cruzó por su mente experimentar un placer tan intenso.

El Roce de los labios de Canek hacían que Tam soltara sonoros gemidos excitando más y más a La serpiente.


¡Les traigo un nuevo capítulo! ¡Espero les guste!🥺

Y si no, igual estoy dispuesta a recibir críticas.😌

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⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

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Entre accidentalmente al nido de la serpiente malvadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora