𝐀 𝐓𝐇𝐄 𝐆𝐋𝐎𝐑𝐘 𝐅𝐀𝐍𝐅𝐈𝐂𝐓𝐈𝐎𝐍
━"¿Qué tanto debo ganar para poder ser feliz?"
𝗗𝗢𝗡𝗗𝗘 el pasado se vuelve un oscuro presente y Seulki busca proteger a la persona que más ama sin importar qué.
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chapter thirteen.
pasado.
Recordaba al hombre de mediana estatura mirándola, apoyado sobre uno de los tantos muebles decorando la habitación.
Su cara desagradable, la frente arrugada junto con sus ojos sucios y oscuros. Su nariz ancha, la boca torcida, su cuello corto y gordo. Aquellas manos gruesas, grandes y ágiles, que arremangaban su camisa de elegante vestir.
De carácter antipático y serio, exigente y bruto, mentiroso y cobarde, presumido y orgulloso.
Tenía tantas palabras para describirlo. Ninguna en buen sentido.
No recordaba la última vez que aquel hombre le mostró una buena actitud, acción o palabra. Incluso sentimiento.
Era violento. Irracional, sombrío y hostil, completamente insensible. Un hombre hipócrita, distante de su familia. Incluso era feo. No tenía ni una sola gracia.
¿Como es que su madre se había fijado en el?
¿Dinero? Ella ya lo tenía todo, incluso más que el. ¿Dependencia? Quizás, el siempre fue un hombre manipulador.
Seulki no entendía, realmente no lo hacía. ¿Por qué un padre disfrutaría tanto del sufrimiento de su hija? No tenía ningún sentido.
La pequeña figura débil de la joven se removió en su lugar. Sintiendo el frío traspasar por sus pantalones tras haberse sentado sobre el suelo.
No le incomodó. De hecho, buscó distracción para el constante ardor en sus brazos.
Sintiendo pequeñas gotas bajar por su rostro. No eran lagrimas, para nada. Era sangre que caía desde el corte ubicado por arriba de su ceja.
Sus ojos perdidos en algún punto del sucio suelo, mientras las manos temblorosas cubrían sus oídos en un vago intento de callar los gritos que seguían en su cabeza.
Ni siquiera se percató cuando una figura pequeña se plantó frente a ella. Cubriéndola con su sombra y observándola con sorpresa.
La pequeña Dong-eun, en condiciones similares a la chica tirada en el suelo como si fuera basura, la miraba atónita. Ahora comprendía por qué no había estado presente en la anterior golpiza que le dieron. Y quizás era la misma razón por la cual tampoco la había visto la semana entera.
Siendo tan inocente y compasiva, se dejó caer a un lado de la chica. No tan cerca para sobresaltarla pero si lo suficiente para que supiera que estaba allí.
