Me volví hacia Emma, su rostro pálido y sudoroso. Sus ojos, llenos de terror, buscaban mi mirada. Para tranquilizarla, le dije: -Te ves hermosa. Y comencé a buscar a nuestra madre.
La campana de la puerta resonó, cortando el silencio.
-No lo puedo creer que ven mis ojos si es la mismísima duquesa en persona - dijo Lady Amanda con una sonrisa tensa.
En eso se acerco Amanda mejor conocida como lady Amanda, con un rostro afable y una sonrisa estudiada, se acercó a nosotras
-Ha Lady Amanda, cuánto tiempo sin verla. ¿No gustas acompañarme con un té mientras esperamos? - dijo, alzando una mano enguantada.
Lady Amanda, con los labios apretados y un brillo de hielo en sus ojos, respondió: -No, gracias. Dígame, ¿Qué hace la duquesa afuera de su palacio?
La duquesa, sin inmutarse, respondió: -Una tiene que salir de vez en cuando, y qué mejor que acompañada de mis hijas, ¿no lo cree?
Lady Amanda, con la voz temblorosa, dijo: -Si lo creo. Pero ¿por qué está aquí? No me malinterprete, puede llamar a cualquier modista a su casa y con gusto irán.
La duquesa, con un leve movimiento de cabeza, respondió: -Si lo sé, pero mis hijas querían venir por sus vestidos para el baile de la reina, así que me pidieron que las acompañara.
Lady Amanda, con un rostro pálido, dijo: -Irá a la fiesta de la reina.
La duquesa, con una sonrisa triunfante, respondió: -Por supuesto que sí. Ella misma me invitó.
La duquesa, con una sonrisa fría, respondió: -Por supuesto que sí. Ella misma me invitó.
Un silencio gélido se extendió por la sala. Los susurros, como un viento frío que recorría la espalda, se intensificaron.
-Yo escuché que no salía - dijo una voz.
-Yo oí que no recibía invitaciones, ni gente - dijo otra.
-Pero se dice que fue a ver al rey - dijo una tercera.
-Bueno, ¿Qué les parecieron los vestidos? ¿Les gustan? - dijo, con un tono forzado.
Emma, con los ojos húmedos y un nudo en la garganta, respondió: -No mama, quiero ir a otra tienda. No me siento cómoda aquí.
Elí, con una mirada tímida, dijo: -A mí me gustó, pero las mangas y el cuello son incómodos. Sr. Iris, ¿cree que podría modificarlos antes del baile?
El Sr. Iris, con una sonrisa amable, respondió: -Si, por supuesto. Será un placer. Se los enviaré cuando estén listos.
Buena fue un gusto hablar con uste lady Amanda, -con una sonrisa tensa, dijo.
Una vez que salimos del establecimiento, nos dirigimos a otra tienda. Así estuvimos hasta que se hizo de tarde.
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LA DUQUESA
RandomLa pluma de la escritora se deslizaba sobre el papel, dejando atrás un rastro de tinta que revelaba los secretos y rumores de la corte. La duquesa, conocida por su belleza y elegancia, había sufrido otro episodio de su misteriosa enfermedad. Los sir...