Capítulo siete

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Fluke despertó a una suave luz diurna que se filtraba por la pared curva de cristal y con el recuerdo instantáneo de lo sucedido la noche anterior, lo que hizo que girara la cabeza en la almohada para comprobar el otro lado de la cama.

El corazón recuperó su velocidad normal al descubrir que estaba solo; la única señal de que había compartido la cama durante la noche era la leve marca que podía ver en la almohada y el modo en que Ohm había apartado la sábana al levantarse.

Entonces, la sugerencia de un sonido del otro lado de la puerta del dormitorio le recordó lo que lo había despertado.

Se levantó y corrió hacia el cuarto de baño, y al hacerlo fue consciente de que aún llevaba puesto el top blanco con el que había pasado casi todo el día anterior.

Sin ningún tipo de agradecimiento, pensó que Ohm había mostrado un extraño brote de sensibilidad no desnudándolo por completo.

El día anterior lo había destrozado con brutalidad, por lo que un ínfimo vestigio de humanidad al no despojarlo de toda su dignidad no hacía que lo apreciara más.

Se metió en la ducha con el cabello protegido con una toalla blanca y frunció el ceño ante la cantidad de mandos que había.

De pronto unos chorros de agua lo golpearon desde todas partes, haciendo inútil el intento de detenerlos apretando los botones.

Jadeó al sentir el impacto de agua. La sensación fue tan intensa que lo hizo bajar la vista a su cuerpo, casi esperando ver que, de algún modo, había sufrido una alteración física, pero lo único que vio fue su silueta normal, y de piel pálida.

Pero aceptó que, por dentro, donde de verdad importaba, había cambiado.

En un solo día se había convertido en un hombre diferente. Sin ilusiones bobas sobre el amor y el romance, y que se había visto obligado a enfrentarse a la fría realidad... que no se necesitaba amor o romance para entregarse por completo a los placeres de la carne.

Sólo hacía falta el deseo de alargar la mano y tomarlo cuando estaba ahí delante. Mean era de esa manera. También su hermano Earth. Veían, deseaban, tomaban. Si estaba al alcance de la mano, ¿por qué no? Bien podía aceptar que se había incorporado a esas filas, porque allí de pie, dejando que la ducha le infligiera esa tortura, podía tratar de convencerse de que había sido chantajeado para meterse en la cama de Ohm, pero jamás sería verdad.

Lo había querido, había dejado que él lo viera, Ohm había tomado, y ya estaba. Qué presentación fabulosa a la realidad de la vida.

Bernice entraba desde la terraza cuando Fluke salía del cuarto de baño enfundado en el albornoz.

Sintiendo una oleada de timidez, tuvo ganas de regresar al baño a esconderse hasta que el ama de llaves se hubiera marchado, pero ya era demasiado tarde.

—Kalemera, —lo saludó con una sonrisa el ama de llaves—.

Es un día precioso para desayunar fuera ¿no le parece?

—Perfecto —Fluke logró devolverle la sonrisa—. Gracias, Bernice —añadió con cortesía.

Cuando la mujer abandonó el dormitorio, salió a la terraza con las manos en los bolsillos del albornoz y se encontró con una luz radiante y el estimulante aroma a café y tostadas.

Al oír crujir a su estómago, comprendió que estaba hambriento.

De pronto se quedó quieto. Por alguna razón inexplicable, no había esperado encontrar a Ohm sentado a la mesa preparada para el desayuno.

Culpable o InocenteWhere stories live. Discover now