Capitulo 4

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Miré con cierta preocupación mis uniformes

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Miré con cierta preocupación mis uniformes. A diferencia de mi antiguo instituto, en el Collie se usaban cuatro uniformes.

Mi tutora los elegía con emoción, como si hubiera sido uno de sus mayores logros, y aunque yo lo vea de manera insignificante, entrar aquel instituto era una de las cosas más complicadas.

—Están preciosos y lo mejor es que están a tu medida. —Decía con alegría mientras los ponía encima de la caja registradora para empacar.

—Sí. —Dije sin darle importancia. Después de las compras regresamos a la casa. Donde aliste mis cosas para el nuevo instituto. Estaba nerviosa.

(...)

—¡No es emocionante! Tú y yo, ¡juntos! En el instituto. Diferente clase, pero en el mismo instituto. —Decía con emoción Sian a través de la línea.

—Sí. Es grandioso. — Dije tratando de sonar emocionada.

—Nos vemos mañana. Será increíble.

—Hasta mañana. —Sian guardo silencio por un momento.

—¿Estás bien? ¿Tienes todo lo que necesitas para las clases? —Amaba que se preocupara por mí. Me hacía sentir importante.

—Sí. Nos vemos mañana. Descansa. —Finalice.

(...)

Nerviosa, miraba por la ventana del tren. Mi tutora se veía tranquila, segura de sí misma. Regresaba mi mirada a mis manos, las cuales temblaban. El tren se detuvo. Bajamos en la estación para dirigirnos al instituto; era una especie de ¿Muralla? ¿Monumento? ¿Castillo? Lo que sí tenía seguro era de su inmensidad.

En la entrada se encontraba una señora de edad acompañada de un hombre un poco más joven que ella.

—Señorita Gen. La estábamos esperando. Bienvenida al instituto Collie. —Habló la mujer. —Soy la directora Flor y él es el subdirector, el señor Hans.

—Un placer conocerlos. —Dije educadamente. 

—Se ve que es una señorita muy bien educada. —Dijo la señora causando que mi tutora sonriera aún más.

—Vamos, señorita Gen. Le enseñaré su clase y horarios para que se integre con sus compañeros. No se preocupe, señora, su hija queda en buenas manos. Nos aseguraremos de hacer de Gen una de las mejores cargueras.

—De eso no tengo duda. —Respondió mi tutora. La pareja abrió la puerta señalándome el que pasara. Mire a mi tutora quien asintió. Respiré profundamente y seguí. Adentro había jóvenes de todas las edades. Me sentía intimidada.

—Por aquí, señorita Gen. —Los seguí en silencio a la oficina de ella, donde me indicaron mis clases, horarios, y lista de materiales. Más una breve descripción del instituto.

Salí de la oficina aún más nerviosa. Pronto nos ubicarían en los grupos. A lo lejos vi a Sian quien estaba con un grupo de amigos. Me sentía avergonzada. Sostuve con fuerza mi bolso tratando de mantener la calma. Me sentía rara. Quería irme de allí.

Pronto nos ubicaron en grupos. El mío era 9.982. Me acerqué a ellos en silencio, donde varios hablaban entre ellos. Sian estaban en el grupo de guerreros avanzados en el 10.105.

A lo lejos Sian me vio. Sonriendo se acercó a mí. —No te había visto ¿Cómo estuvo el camino? —Las miradas se encontraban en nosotros. Lo podía sentir.

—Estuvo bien. —Sonreí tímidamente. 

—No estés nerviosa. Cuando sea el receso iré por ti. Espérame. —Se despidió para regresar a su grupo.

La mañana transcurrió con normalidad. En el receso Sian me busco, estuvimos juntos en ese tiempo. Eran muchas cosas y me sentía aturdida.

—Ten. —Dijo Sian alcanzándome una bebida de hielo. 

—Gracias.

—Sí, necesitas algo, solo dímelo. Mi madre habló para que pudieras entrar a este instituto, en lo personal, es bueno, pero me parece una mierda que ciertos profesores. —Dijo acabando su bebida. Entonces fue la madre de Sian quien había hablado. —Es terrible como ese imbécil que te acosó para que fueras su carguera.

Mi tutora podía mentir si era necesario para alcanzar sus objetivos. —Estaba muy asustada.

—Ahora estás aquí conmigo. Estamos juntos. Yo soy uno de los mejores guerreros. Yo te protegeré.

Sonreí ante sus palabras. Me hacía sentir segura. Un estruendo seguido de un grito bestial desgarrador se hizo presente. Las alarmas se encendieron.

"ATAQUE. BESTIA, CATEGORÍA B. ATAQUE."

—¿Sian? —Dije asustada. 

—No pasa nada. Yo estoy aquí contigo. —sonrío transmitiendo paz. 

Era inusual que entraran bestias a nuestra ciudad. Estábamos protegidos por un campo de fuerza, por supuesto este campo se alimentaba de la energía de cargueros superiores, aquellos que tenían el mayor control sobre su energía. 

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