✰𝕋𝕙𝕖 𝕊𝕥𝕒𝕣𝕤 𝔻𝕠𝕟'𝕥 𝕊𝕙𝕚𝕟𝕖✰ || ℙ𝕒𝕦𝕝 𝕃𝕒𝕙𝕠𝕥𝕖||

Disgustos.

Estaba casi lista para mi ida a la reserva, aún estaba decidiendo que camisa usar, se sentía extraño porque jamás me había preocupado mucho mi imagen, pero el día de hoy quería verme presentable.

Aún no me decía si usar una camisa de tirantes negra o de manga color roja.

Mis nervios se hicieron presentes cuando escuche el motor de una motocicleta apagarse fuera de la casa, al final me decía por la camisa roja que resaltaba un poco mi piel junto a unos jeans negros.

Baje los escalones como si alguien me estuviese siguiendo, abrí la puerta y ahí estaba el, su mirada me recorrió de pies a cabeza logrando erizar mi piel, esbozó una hermosa sonrisa mientras en un movimiento de cabeza me invita a subir en la moto detrás de él.

—Hola, llegaste muy puntual— trate de comenzar una conversación.

—Es lo normal ¿No?, quedamos a esta hora por eso salí antes de casa— asentí con una sonrisa divertida.

—Si, es solo que no estoy acostumbrada a la gente puntual— respondí mordiendo mi labio.

—¿Puedo saber por qué?— alce los hombros con desinterés mientras subía detrás de él.

—Bueno, Charlie a pesar de ser el jefe suele ser un poco informal con los horarios, Bella es casi una copia de él y cuando salí con Jacob siempre llegaba una hora tarde o... en ocasiones no llegaba— dije con pena al recordar aquellos momentos que ahora me causaban molestia.

—Pues es un gusto ser el primer afortunado puntual que llega a tu vida— solté una risa mientras Paul arrancaba.

El camino fue rápido, aunque el chico trataba de manejar con precaución podría decir que le fascinaba la adrenalina.

—Llegamos— bajo de la moto ayudándome a repetir su acción— primero tengo que pasar por algo, ven— me invito a entrar a su casa.

Con un poco de pena entre junto a él, la casa como ya había dicho, era pequeña pero estaba muy bien ordenada y era muy linda.

—¿Cuantos años me dijiste que tenías?— pregunté con curiosidad.

—No te lo dije, pero tengo diecinueve – volteó con una sonrisa ladina— ¿Tu cuantos tienes?.

—Yo tengo diecisiete— alzo las cejas con fingida sorpresa.

—Creí que tenías cuarenta— golpee de manera amistosa su brazo mientras ambos reíamos.

—¿Y vives con tus padres?— me golpe internamente cuando vi su semblante alegre pasar a uno incómodo.

—No, vivo solo— respondió fríamente, me sentí pequeña ante su tono de voz, el pareció notarlo porque siguió hablando— Te contaré después.

Lo espere en su pequeña sala mientras él subía a su habitación.

—Esto es lo que estaba buscando— escuche su voz mientras bajaba por las escaleras.

—¿Que es?— pregunte aún sin ver a qué se refería.

Se acercó a mi entregándome un collar, del delgado hilo negro colgaba una pequeña pero hermosa piedra morada transparente.

—Lo hice para ti, ayer que regresaba a casa encontré esa piedra, creo que es un cuarzo y me recordó a ti, tiene algo que me hizo recordarte, tal vez sea su color— esbocé una sonrisa tímida recordando que mi color representativo era el morado y saber que Paul de alguna manera lo percibía me alegraba profundamente.

—Gracias Paul, es hermoso— sin contenerme mas me lance a sus brazos con alegría siendo bien recibida por el.

—Me alegra que te haya gustado, pensé que tal vez era algo muy básico y poco lujoso— note en su mirada un poco de miedo, simplemente pude sonreír de oreja a oreja.