11: Feliz cumpleaños.

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Nikolai dejó su mochila en su lugar mientras buscaba con la mirada a sus amigos

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Nikolai dejó su mochila en su lugar mientras buscaba con la mirada a sus amigos. No los había visto en la entrada, por lo que supuso que ya habían llegado, pero al parecer no era así.

Se iba a dar a la tarea de buscarlos, pero escuchó unos pasos detrás de él, y al darse la vuelta para comprobar quién era, se dió cuenta de que Sigma acababa de llegar.

—Llegaste temprano —mencionó el bi-color, sorprendido —. Creí que vendrías a la escuela con Fyodor.

—¿Por qué lo dices como si fuera un milagro? —el albino se cruzó de brazos —. Espera. ¿Por qué creías que vendría con Fyo?

—Porque siempre están juntos —respondió —. Además pensé que ibas a felicitarlo por su cumpleaños y-

—¿Cómo que cumpleaños? —preguntó, algo alarmado —. ¡¿Cómo que mi Dos-kun cumple años hoy?! —tomó a Sigma por los hombros y lo sacudió —. ¡¿Y apenas me vienes diciendo?! —lo volvió a sacudir.

—¡Cálmate, Nikolai! —el contrario lo tomó de los hombros, deteniéndolo —. Aún no ha llegado, por lo que puedes felicitarlo cuando llegue, así que no te pongas a-

—¡Felicitarlo no es suficiente, Sig! Tengo que darle un regalo —llevó su mano a su barbilla, pensando en alguna idea —. ¡Ya sé! —tronó los dedos al pensar en algo —. Le voy a hacer una fiesta sorpresa. Es simple, pero es lo único que se me ocurre.

—¿Una fiesta? No creo que a Fyodor le gusten las fiestas...

—Pues le tendrán que gustar por hoy —tomó a su amigo del brazo —. Ven conmigo. Necesito que me ayudes a planear todo.

♢♧🂱♧♢

—¿Por qué teníamos que venir con él?

Sigma estaba cruzado de brazos mientras que él y Nikolai se encontraban afuera del 3°D, el grupo donde se encontraba Dazai. Obviamente, a Sigma no le agradó la idea, pues el castaño nunca había sido de su agrado.

—Lo necesitamos para algo —buscó con la mirada al chico —. ¡Oye, Dazai! —alzó la voz para llamar su atención.

El nombrado volteó hacia la puerta del aula, encontrándose con ambos albinos buscándolo, aunque Nikolai era el único que parecía querer su presencia.

Se acercó a los dos, con una ligera sonrisa en su rostro. Ya se hacía una idea de para qué lo necesitaban.

—¿Qué pasó?

—Necesitamos de tu ayuda —habló el de trenza —. Quiero hacerle una fiesta a Fyo después de clases, pero necesitaré que esté distraído.

—Así que necesitas que yo lo distraiga... Vaya, vaya —su sonrisa se agrandó —. Lo haré. Con una condición.

—¿Cuál?

Como las mariposas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora