4: El hermano menor.

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Fyodor cerró la puerta de su casa detrás de él, algo cansado

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Fyodor cerró la puerta de su casa detrás de él, algo cansado. Las últimas semanas de escuela habían sido agotadoras, y más con el proyecto que tenían pendiente.

Caminó hacia la cocina, encontrándose con Jun, su madre. Una mujer con el cabello azabache como el suyo, al igual que los ojos violeta iguales al menor, la única diferencia era que su piel era menos pálida que la de su hijo. Al notar la presencia del menor, le dedicó una sonrisa.

—¿Cómo te fué hoy? —preguntó, aún con su sonrisa.

—Como siempre. Normal —se limitó a responder —. Por cierto... Unos amigos están afuera, querían saber si podíamos trabajar aquí en nuestro proyecto y...

—¡¿Afuera?! —se acercó a su hijo —. ¿Por qué los dejas afuera? Probecitos —caminó hacia la puerta de la entrada, abriéndola.

Al otro lado de la puerta, se encontraban Nikolai y Sigma, quienes se quedaron callados al ver la figura de la mayor. La emoción con la que platicaban se esfumó y pasó a ser nerviosismo por la reacción de la contraria.

—Pasen, chicos, lamento que Fyodor los deje afuera —se hizo a un lado para dejar pasar al par —. Soy Jun, por cierto, la madre de Fyodor.

—Un gusto en conocerla —habló el albino —. Mi nombre es Nikolai, y este es mi amigo Sigma. Somos compañeros de Fyodor.

—Lo sé. Mi hijo me ha contado poco de ustedes —mencionó, regresando a la cocina —. Aunque habla más de tí, Nikolai.

El nombrado se quedó callado mientras su rostro ardía y se tornaba de un rojo carmesí. Por otro lado, las mejillas del azabache estaban medio sonrojadas por las palabras de su madre.

—Mamá...

—Oh, perdón, pero quería mencionarlo —soltó una risita inocente —. Entonces... ¿De qué trata el proyecto que van a hacer? —cambió de tema.

—Es libre. Aún tenemos que ponernos de acuerdo —respondió Sigma.

—Muy bien... Yo los voy a dejar solos, para que se concentren mejor —anunció para después subir por las escaleras —. Fue un gusto conocerlos —dijo para perderse en el piso de arriba.

Los chicos acomodaron sus cosas en la sala, preparados para comenzar con su proyecto. Tenían varias ideas, sí, pero eran tan distintas que ponerse de acuerdo sería una tarea bastante difícil. En un lado estaban las ideas de Sigma: normales y comunes, nada extraño. Por otro lado, estaban las de Fyodor: distintos temas demasiado descriptivos y que llevarían mucho trabajo (cosa que era la principal queja del de trenza debido a su falta de interés). Y por último, las ideas de Nikolai: no tenía ninguna, al menos no ninguna que fuera adecuada para un proyecto escolar.

—Por última vez, Nikolai, no vamos a hacer el proyecto sobre un show de magia —informó el de pelo bi-color.

—¿Por qué? Los shows de magia son interesantes —mostró una sonrisa.

Como las mariposas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora