Capítulo 13: Desplazamientos y Tensiones.

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La madrugada era oscura, y las estrellas parecían un manto lejano, ajeno a la rutina y al cansancio acumulado en mis ojos. A las doce en punto, el autobús aguardaba en la entrada de la escuela, iluminado solo por los faros que cortaban el aire helado. Los guías estaban acomodando a los estudiantes, pero parecía una tarea lenta; había tantos que casi no cabíamos todos. Sentía el frío colarse por la chaqueta, y un extraño nerviosismo me agitaba el pecho al escuchar a lo lejos la voz del conductor, llamando los nombres uno a uno para ingresar.

Primero llamaron a Hoseok y a Jimin, quienes, apenas escucharon sus nombres, lanzaron miradas emocionadas mientras avanzaban hacia la entrada. Les seguí con la vista, y poco después el conductor mencionó el mío. La fila avanzaba lentamente mientras yo permanecía de pie, intentando no mostrar mi incomodidad.

Claro, todos hablaban y bromeaban en el autobús como si esto fuera una excursión común y corriente, pero tú y yo sabemos, pequeño científico, que no es así. Con los dedos fríos, desbloqueó la pantalla y, sin pensar mucho, comencé a escribir:

Nota 14: Química con Kim..

"El nerviosismo se me mete en los huesos como si fuera una reacción exotérmica, liberando calor y tensión a medida que se aproxima el momento de abordar. Todo en mi interior está en constante agitación, como si mis partículas estuvieran chocando unas con otras."

Pequeño científico, esta vez fui más sutil con mis referencias químicas, yo no creo que aún no entiendas... ¿o todavía? Dios!!!

Cuando al fin escuché mi nombre, guardé mi móvil en mi mochila y levanté la mano entre los murmullos, y Hoseok y Jimin soltaron una pequeña risa desde sus asientos. Subí al autobús y, oh sorpresa, el lugar estaba a reventar. Estudiantes parados, uno pegado al otro en el estrecho pasillo, como si cada centímetro de espacio se hubiera llenado de murmullos, suspiros y miradas curiosas.

Avancé, esquivando un par de mochilas tiradas en el camino, y me encontré con Jimin, quien ya estaba acomodado en un asiento junto a Hoseok. Mis amigos parecían estar bien, pero el autobús... Dios, estaba completamente lleno. Incluso había al menos diez estudiantes parados, tratando de no tropezar con los que ya estaban sentados y, honestamente, tenía la sensación de que ni siquiera iba a haber espacio para mí. El conductor dio entonces una orden clara, como si se cansara de ver tanto alboroto y rezagados:

—Vamos, siéntense rápido, encima de sus guías o alguien de confianza —dijo el conductor con tono de impaciencia, girándose para mirarnos. Su voz sonaba molesta—. ¿O quieren que los deje aquí?

El problema, pequeño científico, es que yo seguía parado. Suspiré, aguantando el calor que empezaba a sentirse ahí dentro, y miré a mi alrededor, buscando algún hueco. Podía sentirme cada vez más atrapado en medio de tantos, y, como si el conductor me señalara directo a mí, su voz resonó fuerte:

—Ey, niño, siéntate ya. No quiero a nadie parado, ¿me oíste?

Mis pies se congelaron; la idea de sentarme encima de alguien, encima de cualquiera, no era precisamente algo cómodo. Busqué con la mirada a Jimin, intentando encontrar algún tipo de ayuda o señal, y él, con una sonrisa que prometía complicidad y problemas al mismo tiempo, alzó las cejas. Taehyung estaba cerca, y podía sentir sus ojos en mí, como si estuviera esperando el momento perfecto para... Dios, no. ¿En serio voy a hacer esto?

Apenas iba a abrir la boca para protestar cuando sentí una mano firme en mi muñeca. Mi piel se erizó.

Era Taehyung.

—Aquí tienes espacio —susurró, su tono bajo y claro, como si solo fuera un hecho inevitable.

Me quedé quieto, como si la idea de sentarme sobre él fuera demasiado para procesar. Pero antes de que pudiera pensarlo, o negarme, Taehyung tiró suavemente de mi muñeca, atrayéndome hacia él. Sentí su mano calurosa a través de mi chaqueta y, en menos de un segundo, estaba cayendo, literalmente, sobre sus piernas. Me guió hasta su regazo, sin perder el control, haciéndolo ver tan fácil que parecía haberlo hecho mil veces. El calor de su cuerpo, su firmeza... no había escapatoria.

—¿Cómodo? —preguntó, y su voz baja rozó mi oído, creando un temblor que me recorrió todo el cuerpo.

"¿Cómodo? Dios, pequeño científico, ¿qué era esto?", pensé, y traté de acomodarme sin éxito, sintiendo cada mínimo espacio de mi cuerpo que estaba en contacto con él. No sabía ni a dónde mirar, y cuando al fin levanté la vista, noté que Jimin nos observaba, una sonrisa socarrona en su rostro que parecía gritar "lo sabía".

Y ahí estaba yo, sentado encima de Taehyung, mis piernas rozando las suyas, el calor de su cuerpo contra el mío. Intenté, con todas mis fuerzas, ignorar cómo sus manos se acomodaban en mis caderas para darme estabilidad, y cómo, al mínimo movimiento, el contacto entre nosotros se volvía casi... explosivo.

Taehyung dejó escapar una pequeña risa. Podía verlo por el rabillo del ojo, estudiándome, como siempre lo hacía ese jodido rubio.

Parecía divertido, como si disfrutara de la lucha interna que yo estaba teniendo. Y, al mismo tiempo, había algo más en su mirada, algo que no había visto antes. Era un brillo que oscilaba entre ternura y algo... más oscuro.

—No te preocupes, Jungkook —susurró con esa calma que solo él tenía—. Aquí, estás seguro. Recuerda que le prometí a tu padre... cuidarte como si fueras mío.

—Sí, sí... solo... —murmuré, sin saber ni cómo explicarle lo incómodo y, al mismo tiempo, lo tentador que era estar tan cerca de él. Su perfume me envolvía, y el calor de su cuerpo contrastaba de manera inigualable con el frío de la madrugada que sentía afuera.

Quise fingir que podía mantener la calma, pero era imposible. Mis manos estaban tensas sobre mis rodillas, y cada vez que él se movía, aunque fuera levemente, el roce me hacía cerrar los ojos un segundo, tratando de no... bueno, de no perder el control. Sentía su respiración, el peso de su mano sobre mi muslo, una presencia firme que parecía querer recordarme que estaba justo ahí, a centímetros de sus labios, sus ojos, su piel.

El trayecto se alargó. Mis pensamientos, que normalmente corrían libres, estaban atrapados en una maraña de imágenes, ideas y sensaciones. Sentía su mirada recorrerme de vez en cuando, y cuando me atrevía a mirarlo de reojo, esos ojos profundos parecían estar estudiándome, como si intentaran descifrar cada uno de mis pensamientos, como si quisiera leer cada palabra de lo que escribía en mi libreta cuando nadie más miraba.

En algún momento, el peso del cansancio comenzó a ganar. Las voces en el autobús se mezclaban con el vaivén de la carretera, y, sin saber cómo, mis ojos se cerraron. Podía oír la respiración de Taehyung, lenta y rítmica, una especie de invitación a que me dejara caer, a que me rindiera y descansara... sobre él.

Antes de darme cuenta, estaba dormido...

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⏰ Última actualización: Nov 12 ⏰

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