𝗈𝗇𝖾

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La mansión estaba llena de vida esa noche. Música fuerte, luces que iluminaban la piscina en tonos de azul y violeta, y el sonido de risas y charlas mezclándose con el vaivén de la brisa. Era la típica fiesta en casa de los Cameron, grande y llamativa, el tipo de lugar donde todos querían estar, aunque la mayoría ni siquiera conocía a Rafe.

Rafe estaba junto a la barandilla del segundo piso, con una vista perfecta de toda la fiesta. Desde ahí podía ver a todos, pero se mantenía en su zona, apartado de las conversaciones y miradas curiosas. Tenía un vaso en la mano, aunque apenas había dado un sorbo; lo movía de un lado a otro, mirando el hielo derretirse, como si de alguna forma le interesara más que el ruido de abajo.

Entonces, la vio. Katherine Moss acababa de llegar, deslizándose entre la multitud con esa sonrisa tranquila que solo alguien como ella podía tener en un lugar así. Su vestido claro resaltaba contra las sombras de la fiesta, y parecía moverse como si todo a su alrededor simplemente dejara de existir para darle espacio.

Rafe la observó en silencio, intentando mantenerse serio, pero había algo en ella que le resultaba imposible de ignorar. Cada vez que aparecía, todo el lugar cambiaba. Katherine tenía esa habilidad para hacer que el mundo girara solo alrededor de ella, sin siquiera proponérselo.

Ella levantó la mirada y, como si pudiera sentir su presencia a metros de distancia, sus ojos encontraron los de él. Sonrió, un gesto apenas perceptible pero lo suficiente como para que Rafe sintiera un ligero nudo en el estómago. Antes de que pudiera reaccionar, Katherine ya había comenzado a subir las escaleras.

—Rafe Cameron, siempre en lo mas alto, ¿te estas escondiendo? —dijo ella al llegar al segundo piso, con una sonrisa juguetona en los labios.

Él dejó el vaso en la barandilla y se encogió de hombros, tratando de parecer despreocupado.

—No sé si escondido. Simplemente no me gustan mucho las fiestas, ya sabes —respondió, aunque su tono no era tan indiferente como intentaba que fuera, una gran mentira, el casi siempre organizaba las fiestas .

Katherine soltó una pequeña risa, acercándose un poco más. Estaban lo suficientemente lejos del bullicio para que sus palabras parecieran solo de ellos dos, como si el resto de la fiesta desapareciera.

—¿Entonces por qué estás aquí? —le preguntó, inclinándose contra la barandilla a su lado, sus miradas casi al mismo nivel.

Rafe bajó la mirada, sin saber qué responder. La verdad era que no tenía ni idea de por qué estaba ahí, o tal vez sí, pero no podía decirlo en voz alta. No cuando Katherine lo miraba de esa forma, como si estuviera esperando una respuesta que él aún no había descubierto.

—A veces es difícil estar solo —dijo finalmente, su voz apenas audible por encima de la música de fondo.

Ella asintió, como si entendiera lo que él quería decir, y por un momento, solo el sonido lejano de la fiesta llenó el silencio entre ellos. Era un silencio cómodo, de esos que no necesitas romper.

Kate observaba la mansión llena de gente, pero en su mente viajaba atrás en el tiempo, a un recuerdo de hacía años, cuando todo parecía mucho más sencillo. Era una de las primeras veces que sus padres la habían llevado a una reunión de los kooks, y tenía apenas ocho años. Recordaba perfectamente la emoción de caminar por los largos pasillos, siguiendo el sonido de risas y voces de otros niños.

En el jardín, bajo la sombra de un enorme roble, había un grupo de chicos más grandes corriendo de un lado a otro, jugando a las escondidas o simplemente haciendo travesuras. Kate se sintió algo intimidada, pero también curiosa, como si en ese momento todo el mundo estuviera a punto de abrirse ante ella.

Waves I Rafe cameron & JJ maybankDonde viven las historias. Descúbrelo ahora