Capítulo 6

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Naruto y Sasuke caminaron juntos por la pequeña aldea en silencio, sin prisas. Tras haber recorrido varios lugares y haberse divertido con las competencias, ambos sentían una tranquilidad poco común, un descanso silencioso que solo podían compartir entre ellos. El sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo con tonos cálidos de naranja y púrpura, mientras los dos se dirigían hacia una colina en las afueras, desde la cual podían observar toda la aldea iluminada por las luces que poco a poco comenzaban a encenderse.

Se sentaron en la hierba, cada uno a su manera. Naruto, con sus piernas cruzadas y su cuerpo inclinado hacia atrás, observaba el cielo con una sonrisa tranquila, mientras que Sasuke permanecía con la mirada fija en el paisaje de la aldea, sereno y pensativo.

Después de unos momentos de silencio, Sasuke, con una sonrisa apenas perceptible, rompió la quietud.

—Me acordé de algo hoy... —dijo, sin apartar la vista del horizonte—. Ese día que tuviste que ponerte esa ropa ajustada.

Naruto, quien estaba relajado y despreocupado, se tensó de inmediato, y su rostro se cubrió de un rojo intenso al recordar el incidente. No pudo evitar una risa nerviosa, mientras intentaba, en vano, mantener la compostura.

—¿T-tenías que recordarlo? —respondió, llevándose una mano a la nuca mientras desviaba la mirada—. No es como si hubiera sido algo importante...

Sasuke lo miró de reojo, con una expresión de diversión que rara vez mostraba abiertamente.

—Oh, ¿no? —contestó, con tono burlón—. Visto lo visto, parecía que sí. Fue bastante... memorable, Naruto. Ni siquiera tú podrías olvidarlo.

Naruto se llevó las manos a la cara, intentando ocultar la vergüenza que sentía. Sabía que Sasuke lo estaba provocando a propósito, disfrutando cada momento de incomodidad que le causaba.

—Bueno, bueno... Pero tú también tienes buena memoria, ¿no? Si lo recuerdas tan bien, será porque te gustó la vista —replicó, sin dejarse vencer, aunque sus mejillas aún estaban rojas.

Sasuke soltó una leve risa, una que solo Naruto podía escuchar, como si fuera un secreto compartido. Aunque su expresión permanecía serena, Naruto notó el ligero rubor en sus mejillas. Sasuke desvió la mirada, aunque el brillo de diversión en sus ojos delataba que no había perdido su seguridad.

—Eres tan tonto... —murmuró Sasuke, tratando de sonar indiferente—. Nadie podría olvidar algo tan... escandaloso.

Naruto rió más, relajándose al ver que Sasuke también tenía un poco de dificultad para mantener la seriedad. Con un tono juguetón y decidido a mantener la broma, Naruto continuó:

—Vamos, Sasuke. Puedes admitir que fue la mejor prenda que me has visto usar —dijo, con un tono descarado, sin importarle el sonrojo que aún permanecía en sus mejillas—. Después de todo, tú fuiste quien me apostó a ponérmela.

Sasuke negó con la cabeza, divertido y casi resignado.

—Si eso es lo que necesitas creer para sentirte mejor, Naruto... —respondió en un tono despreocupado, pero Naruto notó que evitaba mirarlo directamente.

Naruto se rió, dejando que el silencio volviera a envolverlos. La atmósfera era cálida y cómoda, y ambos parecían disfrutar del raro momento de paz. El rubio finalmente dejó escapar un suspiro, acomodándose sobre la hierba para mirar el cielo estrellado, permitiéndose sentirse en casa, como si no hubiera ningún otro lugar en el mundo donde preferiría estar.

Pasaron varios minutos en un silencio tranquilo, cada uno inmerso en sus pensamientos, pero con la certeza de que la compañía del otro era todo lo que necesitaban. La tensión habitual entre ellos parecía haber disminuido, y por primera vez en mucho tiempo, Naruto sintió que estaba justo donde quería estar: en un momento sereno junto a Sasuke, sin deberes, sin combates ni conflictos.

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