Capítulo 23: Tocar y temblar

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—¡Estás pisándome!

—¡¿Yo?! Tienes el pie demasiado pequeño, Oliver. Parecen dos tapas de botella

—Rylan no sabe agarrarme bien, esto es una pérdida de tiempo

—Yo soy el que guía, Samantha, no puedes moverte s tu antojo

—Henry, eres malo bailando

—Eso es porque me toca con un chico con cara y voz de niña, porcelana. No fastidies

Faye apretó los labios escuchando las quejas de sus alumnos; ese viernes, los había emparejado para comenzar con una clase de baile pero al parecer no congeniaban con la persona que tenían en frente y debía hacer algunos cambios, el tema era que no sabía cual y de qué manera.

Movió la cabeza, los dejaría así, al fin y al cabo recién llevaban cinco minutos tomados de la mano y sin dar un paso correcto de baile. Podían mejorar con el correr de los días.

Antes de caminar otra vez hasta su equipo de música, le dio una rápida mirada a Yoko, la castaña estaba sentada en un viejo sillón en forma de cubo al lado de Gary y susurraban cosas solo para ellos. Se preguntó qué, porque Yoko apenas entró dijo que ella no bailaría pegada a ninguno de los chicos y por eso prefería darle ideas a Gary mientras él escribía algo.

Puso la música nuevamente y todo salió igual. Apenas juntaron los cuerpos, comenzaron los pisoteos, los gritos por el trabajo mal hecho y los reproches por culpar al otro en un paso mal dado.

Manteniendo la calma, se acercó al grupo de seis y se detuvo frente a ellos.

—No es muy difícil, solo los chicos guían y las chicas los siguen. Kristen, ¿por qué te separas de Kyler apenas comienza la música?

—¡Porque vive pisándome! Uno de sus pies es como cuatro de Rylan o Henry. No quiero seguir bailando con él.

—En mi defensa...

—No tienes defensa, Jons —lo cortó Faye y el chico pateó algo inexistente en el suelo— Rylan y Samantha, ¿cuál es su problema?

—No confío en él. No me sostiene bien y parece que va a tirarme al suelo. Quiero a Henry

—Siempre, nena —murmuró Henry alzándole las cejas y guiñándole un ojo— Yo también quiero cambiar. Oliver me toca mucho

—¡No es cierto! —se defendió Oliver sonrojado porque el chico mentía y solo para molestarlo.

—Bueno, bueno... A ver, ven Henry —lo llamó Faye y el chico inmediatamente se puso frente a ella— Guiarás y te seguiré, ¿de acuerdo? —el chico asintió al momento que colocaba una mano en la cintura de Faye y el otro brazo lo estiraba para unirlo con el de la pelinegra— Observen... eh, Apasra, pon la música —la llamó con diversión para que Yoko, además de hacerlo, la observara.

La castaña alzó la vista al escuchar su apellido. Entrecerró los ojos, Henry y Faye estaban demasiados pegados que parecían uno solo. Bufó algo por lo bajo y con lentitud hizo lo que la pelinegra le dijo.

Cuarenta segundos. Cuarenta segundos exactos contó Yoko desde un costado al ver a Faye junto al cuerpo de su mejor amigo. Cuarenta segundos en que no se quitaron la mirada de encima y de vez en cuando Henry le guiñaba un ojo.

Curvó sus labios hacia arriba y se cruzó de brazos, estaban brindando un espectáculo cual pareja enamorada y eso le generaba algo en su interior  una sensación rara de molestia y nueva que golpeaba su pecho.

Cuando Henry giró el cuerpo de la pelinegra y terminó de pegar la espalda de ella contra su pecho, estiró su brazo y detuvo la música. Todos los pares de ojos fueron a parar sobre ella.

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⏰ Última actualización: Nov 15 ⏰

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Lenguaje del amor - FayeYokoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora