Fluke estaba semi agazapado entre dos enormes pilares de piedra, sobre los cuales se erguían un par de criaturas mitológicas doradas en actitud de estar a punto de lanzarse en picada.
Un escalofrío le recorrió la espina dorsal.
Tuvo que apartar los ojos de la observadora presencia de aquellas criaturas para que su mirada fija no le hiciera perder los nervios. Esos seres aterradores llamados grifos eran mitad águila mitad león, y Fluke los había visto con anterioridad en el escudo de familia que engalanaba la página web de los Natouch, junto al lema familiar: validus, superbus quod fidelis. Poderosos, orgullosos y leales. —dio —susurró, y exhaló un suspiro tembloroso.
Se sentía tan intimidado por la opulencia de aquella entrada majestuosa que las mariposas que revoloteaban en su estómago parecieron volverse locas.
El zumbido del motor del taxi que lo había llevado desde el aeropuerto se desvanecía lentamente a su espalda. Se hallaba solo bajo la débil luz del sol de febrero que se filtraba entre las ramas desnudas de los árboles. Resultaba extraño pensar que hacía tan solo una semana llevaba una vida tranquila con su tía en la toscana rural, completamente ajeno a la existencia de una sofisticada familia inglesa llamada Natouch, y más todavía al hecho de que él estuviera relacionado con aquel conocido apellido.
Todavía seguiría sin saber nada si la persona fría y distante que era su madre no hubiera hecho oídos sordos a sus súplicas y le hubiera permitido ir a visitarlo. Ante la empecinada negativa de su madre, la tía giulia decidió que había llegado el momento de revelar el oscuro secreto que llevaba guardando veinte largos años.
Y ahora Fluke estaba a punto de conocer a Oscar
Natouch, el orgulloso patriarca de la casa de Natouch, poderoso hombre de negocios y multimillonario. Marido de tres esposas distintas y padre de siete hermosos hijos. Ocho, rectificó Fluke sintiendo cómo se le ponía el estómago del revés.
¿Un hombre que había sido bendecido con siete hijos querría otro más?
Aquella era la pregunta que había ido a hacerle.
Necesitaba enfrentarse a
Oscar Natouch y saber cómo reaccionaba ante su existencia. Si se negaba a reconocerlo, sólo habría perdido un trocito más de corazón. El frío rechazo de su madre ya le había desgarrado un buen pedazo, así que el de su padre no podría resultar más doloroso.
Y también cabía la posibilidad de que estuviera preparado para darle la bienvenida.
Mordiéndose el tembloroso labio inferior, Fluke se agachó para agarrar el asa de su maleta y luego se incorporó. Recolocó los estrechos hombros en el interior de la suave chaqueta de lana y tiró de la maleta de ruedas. El corazón le latía a toda prisa y sentía una tirantez en el pecho que le dificultaba la respiración.
Cuando dio el primer paso, un escalofrío de tensión le subió por la pierna y la espalda. Durante un instante se sintió ligeramente mareado y tuvo que cerrar los ojos.
Cuando volvió a abrirlos se encontró mirando un largo camino flanqueado por árboles que debían llevar en aquel lugar muchas generaciones. No podía ver la casa debido a la pendiente del terreno, pero sabía que estaba allí, defendiendo su intimidad de los curiosos en aquel valle aislado, según indicaba la página web.
Lo único que tenía que hacer era caminar entre aquellas dos hileras de árboles hacia él, se dijo, y avanzó, consciente de que su interior estaba temblando de miedo, pero sintiendo al mismo tiempo una estremecedora emoción que corría por su sangre como el fuego.
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Escándalo Millonario
RomanceMientras fregaba suelos, Fluke soñaba con una vida mejor. Y un día su sueño se hizo realidad cuando descubrió que pertenecía a una de las dinastías más ricas del mundo. Pero el estilo de vida sofisticado y espectacular de la familia Natouch asustaba...