Capítulo Ocho

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Un sonido despertó a Fluke cuando la tranquila luz del amanecer se filtraba por la ventana. Siguió tumbado durante unos segundos haciendo un esfuerzo por acostumbrarse al desconocido entorno.

Luego recordó y el corazón le dio un brinco.

Giró la cabeza en la almohada y vio que el otro lado de la cama estaba vacío. Se incorporó de golpe y se apartó el cabello de la cara. Volvió a escuchar el sonido y entonces vio a Ohm, que estaba de espaldas al otro lado de la habitación.

Ya estaba vestido con uno de sus trajes oscuros y se estaba colocando el reloj en la muñeca. Estaba tan guapo que el cuerpo de Fluke respondió al instante, en cuanto captó el olor a hombre limpio que impregnaba la habitación e indicaba que acababa de ducharse.

La repentina intimidad de su situación le provocó de pronto una oleada de timidez. Se dio cuenta también de que estaba desnudo bajo la fina sábana y la agarró del borde para subírsela hasta la barbilla antes de encontrar la fuerza para poder hablar.

—¿Qué... Qué hora es? —preguntó con voz ronca.

Al ver que los hombros de Ohm se ponían tensos al escuchar su voz, Fluke se mordió el labio inferior. Tal vez no se sentía todavía cómodo con su nueva situación, pensó.

—Las cinco en punto —respondió él sin girarse—.

Vuelve a dormirte. Es demasiado pronto para que te levantes.

—Tú estás levantado —señaló Fluke.

Ohm no dijo nada. Extendió los dedos para agarrar el teléfono móvil y lo guardó en el bolsillo de la chaqueta. Fluke empezó a darse cuenta de que no quería mirarlo. Que la rigidez de sus anchos hombros se repetía en los movimientos de sus dedos y que tenía la mandíbula en tensión.

—Estoy a punto de marcharme —anunció él de pronto. Fluke parpadeó lentamente—. Tengo unos asuntos que atender en Roma y mi avión me está esperando. Quédate a pasar el resto del día aquí si quieres. Cuando desees regresar a Londres, díselo a Lukas y él avisará al helicóptero para que venga a buscarte.

Cada palabra, cada fría y calculada palabra que se le clavaba como un

cuchillo, llevó a Fluke a reconocer lo que estaba haciendo: se lo había llevado a la cama y ahora se estaba distanciando de él. Ohm Thitiwat le estaba haciendo saber sin palabras que aquella partida de madrugada marcaba el final de lo que sea que habían compartido.

Fluke comenzó a temblar y cerró los ojos haciendo un esfuerzo para contener el dolor que sentía.

—No me hagas esto, Ohm.

Él se giró entonces y le lanzó una mirada breve.

—No supliques, Fluke. Es indecoroso.

¿Suplicar? Fluke abrió los ojos justo a tiempo de verlo girarse de nuevo.

Cada centímetro de él desprendía una contención tal que sintió que se mareaba.

—No estoy suplicando —aseguró con un sollozo herido—. ¡Acabamos de acostarnos!

—Ha sido un error. No tendría que haber pasado.

—Pero ha pasado.

—Así es —Ohm parecía ahora muy interesado en lo que había en el interior de su cartera— , y no volverá a suceder.

—¿Y ya está? —Fluke se abrazó las rodillas y se las llevó al pecho—. ¿Me haces el amor y luego me apartas a un lado como si mis sentimientos no contaran?

Escándalo MillonarioWhere stories live. Discover now