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"Bonita, ¿entonces no llegará tu papá hoy por la madrugada?" Le urgía que tu progenitor se hiciera cargo de su hijo pequeño. Sus planes no podían esperar y menos cuando se realizaron meticulosamente. "Tengo entendido que sí. El bebé mandón dos solo lo dijo por molestar." Un suspiro aliviado salió del chico y no pasó desapercibido. "Bebé, ¿por qué la urgencia de irte? ¿Acaso odias a mi hermanito?" Bromeaste. "No es eso, bonita. Solo que quiero tenerte para mi y solo para mi. ¿Me puedes culpar por eso?" Se acercaba a ti peligrosamente. "No, amor. Sé que soy genial y por eso merezco que me lleves cargando a mi habitación." Unos brazos fuertes y grandes te hicieron abandonar la sala.

Como en su primer encuentro, se abrió la puerta de tu habitación mientras un beso lleno de deseo pasaba por esta. Tsukishima la cerró con cuidado pero sin descuidar tus labios. Ama los clichés, como ya sabes. Te cargó y toqueteó tus muslos y trasero como si no lo hubiera hecho en semanas. Muy apenas podías seguirle el ritmo, estaba especialmente extasiado. "Bebé, bebé... ¿estás bien?" Nunca había estado así de emocionado, no que recuerdes. "Te necesito ya mismo. ¿Puedo meterla ahora?" Tenía una carita de necesitado tan linda, que no podías negarle nada. Ni siquiera se detuvo a retirar su playera, se encargó de desnudarte por completo. Él solo bajó la cremallera de su jean y sacó su polla palpitante y dura. "Me dices si te incomoda, bonita." No estabas tan preparada para recibirlo pero unas cuantas palabras sucias de su parte bastaban para mojarte.

"No sabes lo mucho que deseaba esto al ver tu carita por mi pantalla." Se había vuelto un especie de rol jugar con el cómo iniciaron esta relación. "¿Qué deseabas hacer conmigo?" Decir que estabas caliente era poco. Pero Tsukishima no se quedaba atrás. Uno peor que el otro. Podrían venirse con solo escuchar los gemidos del que tienen enfrente. "Verte desde aquí era mi principal objetivo." Susurró en tu nuca. Su posición favorita era en cuatro, solo si volteabas tu preciosa carita para verle fijamente mientras entra y sale a su antojo. "¿Ah sí? Demuéstramelo, bebé." Su reto favorito había iniciado. Siempre que lo desafiabas, lo hacía mejor que antes. Algo que nunca podía faltar en el sexo con él eran las provocaciones. Le encantaba poner a prueba que tan caliente estabas por él. "Podría, pero yo nunca pierdo." La cereza del pastel era su batalla en ver quién hacía venir primero al otro. Casi siempre perdías y caías ante su largo pene y sus hábiles dedos. Hoy no ibas a perder en tu cancha. "Estás jugando sucio, Tsukishima." El rubio había empezado a disminuir la velocidad de las embestidas para hacerlas más profundas. No cederías a su juego para dejarlo ganar. "En mis últimos videos, pensaba en tu linda cara mientras me tocaba." Que TÚ le hablaras así de sucio era su debilidad. Sabía que era algo que te daba mucha pena. Cuando hacías esto, lo volvías más que loco, se ponía tarado, estúpido, lo embobaba completamente. Aún a cuatro patas, tomaste una de sus manos que sostenía tu cadera para posarla en tu seno derecho. Definitivamente Kei perdería esta batalla. Tenía a su diosa vuelta un desastre y él era la causa. ¿Qué más daba darle el gusto a su bonita y perder ante ella?

"Bebé, ¿estás segura de que no me hiciste un amarre?" Una risa en bajito salió de ti al igual que lo hacía el miembro del hombre. "¿Por qué lo dices, mi amor?" Ahí ibas con apodos lindos. Si bien ya estaba acostumbrado, seguía siendo algo tan irreal que de tu boca salieran esas palabras. "Porque me tienes venerando todo tu entorno. No miento si te digo que estoy a tus pies y a tu completa disposición. En serio amor, haz conmigo lo que quieras y yo estaré feliz." Ahora te preguntabas cuándo se había hecho tan cursi. Estabas apunto de regresarle las palabras lindas cuando escucharon un auto parquear en la cochera. No se habían percatado de la hora que era por estar entretenidos en otra cosa. Rápidamente buscaste una de tus pijamas en tu armario y te la colocaste. Afortunadamente para Tsukishima, él solo tenía que subir el cierre de su pantalón.
Fingieron estar en la sala del segundo piso, viendo una película inocentemente.

"Pensé que ya estaban dormidos." La cabeza de tu padre hizo aparición asomándose por el marco de la entrada a la sala. "Tu hijo no nos dejaba hacerlo. Se robó a Kei para el solo hasta que cayó rendido." Dijiste ofendida haciendo reír al más viejo. "Bueno, me quedo tranquilo con que hagas a mis dos bebés felices, Kei." Se acercó al rubio para estrecharle la mano en seña de aprobación. "¿Tienen planes para mañana? Podríamos dar un viaje en el helicóptero." Tomó asiento a tu lado en el otro sofá. "¡Hace mucho que no lo hacemos! Cuando estaba en preparatoria lo hacíamos religiosamente cada mes." Querías compartir esa experiencia con Tsukki. Él por su lado, no puedo evitar sentirse insuficiente. Tú nunca habías fanfarroneado acerca del dinero de tu papá ni de nada. Era como si fueras como el chico, pero ya no lo veía así. De cierta forma esto lo hizo pensar más en el plan que tenía para horas más tarde. Ahora no sabía si era común para ti cenar en el restaurante que le había costado la mitad de todos sus ahorros. En ese pequeño momento de silencio, llegó a pensar que hasta construirte algo como el Taj Mahal se quedaría corto para lo que tú vales. "Muchas gracias por la invitación, señor. La cosa es que..." Tu progenitor claramente entendía la indirecta y más si el muchacho hablaba con tantas pincitas. "Oh, no pasa nada. Pero a la próxima no me pueden rechazar la invitación." Siguieron platicando por no más de una hora. Cuando dieron por finalizada la charla, el más grande se dirigió a su habitación y ustedes a la tuya.

"Amor mío, sé que te pido mucho, pero, ¿crees que podamos irnos a mi departamento antes del amanecer?" Kei estaba deicidio a hacer el día perfecto para ti y nada iba a impedirlo, ni siquiera tu flojera. "Bebéeeeee..." Un puchero salía de tu boca mientras te aferrabas más al torso del rubio. "Está bien, pero despiértame tú." Un besito en la frente fue la respuesta de Tsukishima. Con tu consentimiento y disposición nada podría arruinar el gran día.

Como se encontraban a menos de tres horas del departamento del chico, tuvieron que salir de tu casa poco antes del amanecer. Tiempo era algo que no se podían dar el lujo de desperdiciar. El camino estuvo silencioso, ambos somnolientos pero Tsukishima se estaba convirtiendo en más nervios que persona. Otra cosa que le preocupaba era la impresión que tuvieras de su nuevo hogar. Sentirse menos no era propio de él, pero todo cambia cuando quieres darle todo de ti a alguien. Quería demostrarte que está a tu altura.

"Llegamos, bonita." Dijo mientras aparcaba el auto. Se tomó unos minutos para contemplar tu carita dormida. Seguía sin saber cómo fue que tuvo la dicha de terminar así. "Cárgame." Ordenaste. El muchacho no tuvo otra opción más que llevarte en brazos hacia su piso. Era la tercera vez que Tsukishima visitaba el lugar, aún no estaba del todo amueblado, pero tenía lo indispensable para vivir cómodamente. Para ti era la primera, pero llena de sueño y cansancio, no pudiste apreciarlo bien. Terminaste de desconectarte del mundo al ser posada en una suave cama.

P☆rnstar - Tsukishima KeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora