Shoton de Konoha

Capítulo 32: La Ley de Hojas Ardientes I

XxX ~ xx ~ XxX ~ xx ~ XxX ~ xx

Morir no fue tan malo como él pensó que hubiera sido. Pero la vergüenza, el conocimiento de su fracaso para salvar a Uzushio, ese dolor fue más fuerte que incluso cien, mil muertes. El hogar ancestral de su clan, todos los parientes valientes que perecieron tratando de defenderlo.

Se sentía como si su corazón hubiera sido arrancado de su pecho.

Lo único en lo que se consoló fue saber que algunos de sus habitantes habían escapado, que su amada Kushina estaba a salvo detrás de las paredes de Konoha.

Eso fue suficiente para que Daisuke finalmente dejara sus brazos y dejara que el Shinigami llevara su alma. Había sido una buena vida, había cosas que deseaba haber hecho diferentes, por supuesto, rara vez había alguien que viviera sin remordimientos, pero era una vida de la que podía enorgullecerse.

Lo último que recordó haber visto fue la cara de su amigo, Hiruzen tenía tanto dolor en los ojos ese día, llegando demasiado tarde y encontrando un campo de batalla lleno de cuerpos sin vida, tanto de sus parientes como del enemigo. Pero aun así, la imagen que quedó con él en sus últimos momentos fueron los rostros de su esposa e hija mientras cerraba los ojos por última vez.

Así que le sorprendió encontrar que sus ojos se abrían una vez más, mirando un entorno bastante familiar, con caras aún más familiares a su alrededor.

"Dónde... Dónde estoy?"

XxX ~ xx ~ XxX

Hiruzen dio un paso atrás, como si estuviera físicamente golpeado por la vista que tenía ante él. Sus ojos se llenaron de lágrimas, asaltados por los recuerdos de ver figuras tan familiares y queridas una vez más, una mezcla de melancolía y felicidad, así como tristeza por lo bajo que había caído su estudiante. De los ataúdes salieron tres figuras que por todos los derechos deberían descansar pacíficamente después de toda una vida de conflicto.

Kushina también pudo haber sido una estatua por lo quieta que estaba, pero lentamente su cuerpo tembló, destrozado por sollozos mientras las lágrimas caían libremente de sus ojos.

A pesar de que su exterior era un toque pálido, y el papel como arrugas y cortes alrededor de su forma le dio un aspecto antinatural, no había forma de que ella pudiera confundir esa cara. El mismo pelo largo y rojo y la perilla, los mismos ojos violetas como los de ella, dentro de dos charcos de negrura. Una cara que solo podía ver en los recuerdos, pero estaba aquí una vez más, justo ante sus ojos. Su corazón palpitaba dolorosamente contra su pecho, asaltado por el espejismo de las emociones que causaban alegría y tristeza.

Sus labios temblorosos hablaban lo primero que le llegó, "Papá.."

Adornado con las tradicionales túnicas negras con armadura chapada en azul, uchigatana gemela atada a su cintura el uzu hite-ate envuelto alrededor de su cabeza. Allí estaba el último Uzukage, Daisuke Uzumaki, que actualmente estaba muy confundido cuando tomó los alrededores antes que él. Esto era Konoha, pero eso no podía ser, ¿verdad? Cambió su mirada antes de aterrizar en un Sarutobi ahora mucho más viejo.

"Hiruzen?"

El Sandaime no pudo detener las pocas lágrimas que corrían por su mejilla. "...Hola mi viejo amigo." Le mordió un sollozo tranquilo mirando no solo a él, sino a los otros dos al lado de Daisuke.

Mei retuvo un jadeo junto a la igualmente conmocionada ANBU mientras miraba a dos leyendas de la era de la Guerra de los Clanes y fundadores de las aldeas shinobi. Vestido con armadura de placa tradicional pero simple y traje negro, aunque uno era de un color rojizo oscuro con el azul del otro con un cuello de piel blanco. Hashirama sintió que el viento bailaba a través de su largo cabello negro mientras los ojos rojos de su hermano Tobirama lo miraban a su alrededor.