+21 La Legión de las Damas

Capítulo 23

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Acechada.

Sophia.

Llego al club y ninguno ha llegado, decido irme a la oficina del club que queda en una planta alta, desde ahí puedo ver por un ventanal inmenso el gentilicio del club, pido uno del servicio traerme un whisky escocés.

Desde el ventanal observo la llegada del estúpido ruso al club, es la oportunidad que debo aprovechar, bajo a la barra para pedir otro trago de whisky escocés doble.

Mi piel se estremece de una manera electrizante. Todo mi ser arde, sintiendo la presencia de alguien sin siquiera tocarme, es algo curioso la reacción de mi cuerpo, cosa que solo me pasó hace años atrás y ahora después que lo conocí a él.

Desvío la mirada y lo veo, a unos pasos de distancia, observándome con una seducción que provoca un cosquilleo desconocido en mí. Sus ojos azules brillan como dos zafiros, y no puedo desviar la vista; es como si me atrapara en un hechizo. La boca se me seca viendo su sonrisa coqueta, para después humedecer sus labios con su lengua, no puedo apartar mi vista de él. Hasta que, alguien toma mi mano y disipa esa conexión tan poderosa.

— Sophia, ya llegamos. Estaba ocupada con algunas cosas —dice Rose, que viene acompañada de David—. No te has acomodado en ningún lugar.

—No, estaba en la oficina de aquí. Bajé a esperarlos —respondo, mirando el sitio donde estaba el hombre de los ojos azules, que ya no está—. Vamos a buscar una mesa. Louisa y Walter no tardarán en llegar.

Nos ubicamos en un lugar esperando por los que no han llegado, la musica esta buena, entonces voy con David y Rose a bailar con Alan Walker The Drum en la pista.

Rose y yo comenzamos a movernos al compás de la melodía, mientras David se coloca entre nosotras, con Rose al frente y yo detrás.

La pista está repleta de gente, saltamos al ritmo, sintiendo cómo el sudor empapa nuestra piel.

— Mejor regresemos a la mesa, — sugiere Rose, y nos dirigimos hacia allá, mientras David se aleja en busca de bebidas.

— Es extraño que Walter y Louisa no hayan llegado, — comento, justo cuando ellos aparecen juntos — pensé que no vendrían.

Me acerco a Walter y, como siempre, nos abrazamos como hermanos dándome beso en ambas mejillas.

— No encontraba a nadie que cuidara a Oliver, — explica Louisa — pero Walter le pidió a tu tía Angélica y ella aceptó encantada.

— Oigan, ya que estamos todos juntos, ¿qué tal si pedimos una botella para compartir? — sugiere Rose con entusiasmo. — ¿Qué opinas, Sophia?

— Dado que fui yo quien los invitó esta noche, me encargaré de pedirla — todos aplauden con entusiasmo. — Regreso enseguida con ella.

Mientras me alejo hacia la barra, David pasa con varios tragos, igual continúo en busca de la botella.

— Marcus, por favor, una botella de whisky escocés, súmalo a mi cuenta — le pido al bartender, debo esperar un momento ya que hay mucha gente en la barra.

Como el club tiene dos niveles, se me da por mirar hacia el piso de arriba, me percato que el ruso esta acompañado de una rubia de figura esbelta y piernas largas. Ella está sentada sobre sus piernas, besando su cuello, mientras él me observa con una sonrisa intrigante, como si maquinara algo. La rubia, nota su mirada fija en mí.

Le voltea su rostro para que la mire, y él la detiene, sujetando su mano con un gesto serio. No puedo evitar reírme al observar la escena. Marcus me pasa la botella y me acerco al grupo.